Lleno de euforia, el niño le dice a su mamá:
– ¡Te quiero mucho, mami! ¡Te amo!
– Y ¿Cuánto me amas?
– ¡Asííííí! – Contestó el niño abriendo los brazos en cruz, estirándolos emocionado como queriendo abarcar más de lo que podía.
Un niño es un ser humano que tiene la imagen y la semejanza de Dios y sus expresiones son simples, sinceras y verdaderas. Podemos aprender muchos aspectos del carácter de nuestro Padre quien nos los transmite a través de los niños.
¡Y este es una de ellos!
Si le preguntamos a Dios cuánto nos ama, Él nos responde inmediatamente: “He aquí a mi Hijo Amado”
Y esta es la respuesta más importante de la historia de la creación; veamos por qué.
“Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.” (Juan 3:16-17)
Se dice que en este pasaje se resume toda la Biblia, toda la Palabra de Dios; porque en su comprensión plena, inspirada por el Espíritu Santo, todo gira alrededor de Jesús, como Hijo de Dios y como Hijo del Hombre.
“Dios es amor” (1 Juan 4:8), por tanto, su vida y su obrar no puede ser de otra manera. Todo lo que Dios hace tiene la misma esencia de Él: el amor; su obrar es inspirado y motivado por ese amor que ningún ser humano puede entender plenamente hasta que sepamos y aceptemos quiénes somos en y por Jesús porque “Antes de la creación del mundo, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo depositaron su amor en nosotros y planearon que compartiéramos, conociéramos y experimentáramos la vida trinitaria en sí”. (Kruger, C. Baxter. “El Regreso a La Cabaña” (The Sack Revisited). Editorial Planeta Mexicana, S.A. de C.V. Bajo el sello de Editorial Diana. 1ª Edición. México, 2014. Pág. 81.)
El amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo abraza toda la creación: lo que vemos (lo físico, la materia), y lo que no vemos (lo espiritual, lo celestial). Jesús, como humano, como parte de la creación; ha redimido, reconciliado y transformado en su ser (Cuerpo-Alma-Espíritu) todo lo que existe.
“Todo fue planeado y ejecutado por amor. Este plan incluía el gozo, pero también el sufrimiento de Jesucristo por nosotros, sufrimiento que incluyó al Padre y al Espíritu porque los tres son uno y no pueden estar separados; sin embargo, estuvieron dispuestos a pasar por ese sufrimiento para que al final podamos estar todos juntos viviendo felices por siempre en la relación perfecta del amor trinitario”. (Aportación de Ágreda David)
Dios extiende sus brazos de amor en Jesús y abarca todo. Ese es el amor divino. Así nos ama Dios: abriendo y extendiendo sus brazos, diciéndonos ¡Así te amo! ¡Así de grande es mi amor por ti!
¡Jesús es la máxima expresión del amor de Dios!
Veamos desde el principio cómo Dios planeó demostrarnos su amor:
- Desde antes de la creación del mundo. Los brazos extendidos en un abrazo cósmico fueron concebidos desde el principio. “Incluso antes de haber hecho el mundo, Dios nos amó y nos eligió en Cristo para que seamos santos e intachables a sus ojos. Dios decidió de antemano adoptarnos como miembros de su familia al acercarnos a sí mismo por medio de Jesucristo”. (Efesios 1:4-5) “… el libro del Cordero que fue sacrificado desde la creación del mundo”. (Apocalipsis 13:8)
- El plan puesto en acto. Cuando Dios creó al ser humano, comenzó a poner en acto lo que ya estaba en potencia. “Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó…” (Génesis 1:27) Así también, deja en claro el poder del Hijo de Dios: “… Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la de ella; su simiente te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón»” (Génesis 3:14-15)
- El Hijo de la Promesa humano. A través de la historia Dios nos deja anuncios de su gran amor, se compara con Abraham y realiza el milagro de una promesa divina. “Es un hecho que Abraham se convertirá en una nación grande y poderosa, y en él serán bendecidas todas las naciones de la tierra”. (Génesis 18:18) “Sara quedó embarazada y le dio un hijo a Abraham en su vejez… Al hijo que Sara le dio, Abraham le puso por nombre Isaac… Abraham tenía ya cien años cuando nació su hijo Isaac”. (Génesis 21:2-5)
- Anunciado en el desierto. Durante el peregrinar de su pueblo, deja constancia de su amor que perdona todos los pecados. “Entonces el Señor le dijo a Moisés: «Haz la figura de una serpiente venenosa y átala a un poste. Todos los que sean mordidos vivirán tan sólo con mirar la serpiente»”. (Números 21:9). Más tarde Jesús, como humano, recuerda este hecho: “Y, así como Moisés levantó la serpiente de bronce en un poste en el desierto, así deberá ser levantado el Hijo del Hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna”. (Juan 3:14-15)
- El Hijo de la Promesa humano y divino. Entonces llegó el momento culminante de la manifestación de su amor: su encarnación en un ser humano completo. “Pues nos ha nacido un niño, un hijo se nos ha dado; el gobierno descansará sobre sus hombros, y será llamado: Consejero Maravilloso, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Su gobierno y la paz nunca tendrán fin. Reinará con imparcialidad y justicia desde el trono de su antepasado David por toda la eternidad”. (Isaías 9:6-7) “Gabriel se le apareció y dijo: «¡Saludos, mujer favorecida! ¡El Señor está contigo!»… —No tengas miedo, María —le dijo el ángel—, ¡porque has hallado el favor de Dios! Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Él será muy grande y lo llamarán Hijo del Altísimo. … ¡su reino no tendrá fin!… —El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por lo tanto, el bebé que nacerá será santo y será llamado Hijo de Dios”. (Lucas 1:28-35)
- El acto final, abriendo los brazos. Este es el clímax del amor de Dios por la humanidad; la naturaleza caída es tomada por Jesús. “Él, cargando su propia cruz, fue al sitio llamado Lugar de la Calavera (en hebreo, Gólgota). Allí lo clavaron en la cruz”. (Juan 19:17-18). Y al extender sus brazos nos demuestra cuánto nos ama Dios y nos abraza. Jesús muere abrazando a toda la humanidad. “… Jesús dijo: «¡Todo ha terminado!». Entonces inclinó la cabeza y entregó su espíritu”. (Juan 19:30). Y no siente vergüenza al mostrar sus brazos extendidos con la marca de los clavos. “Ese domingo, al atardecer, los discípulos estaban reunidos con las puertas bien cerradas… De pronto, ¡Jesús estaba de pie en medio de ellos! «La paz sea con ustedes», dijo. Mientras hablaba, les mostró las heridas de sus manos y su costado. ¡Ellos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor! (Juan 20:19-22)
- El amor por siempre. Cuando entendemos la manifestación del amor de Dios, nos llenamos de alegría al saber que ahora disfrutamos de la relación perfecta de amor que viven Padre-Hijo-Espíritu por siempre. “Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y también el mar. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo desde la presencia de Dios, como una novia hermosamente vestida para su esposo. Oí una fuerte voz que salía del trono y decía: «¡Miren, el hogar de Dios ahora está entre su pueblo! Él vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo. Dios mismo estará con ellos. Él les secará toda lágrima de los ojos, y no habrá más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas esas cosas ya no existirán más»”. (Apocalipsis 21:1-4) “Ya no habrá más maldición sobre ninguna cosa, porque allí estará el trono de Dios y del Cordero, y sus siervos lo adorarán. Verán su rostro y tendrán su nombre escrito en la frente. Allí no existirá la noche —no habrá necesidad de la luz de lámparas ni del sol— porque el Señor Dios brillará sobre ellos. Y ellos reinarán por siempre y para siempre”. (Apocalipsis 22:3-5)
Para que la mente carnal entendiera su amor, Dios utilizó en el Antiguo Testamento la Ley para demostrar que nada paga la relación perfecta del amor trino que ahora gozamos en Jesús, y convirtió al ser Más Amado en el único medio efectivo que salda la deuda.
Si este amor nos conmueve, demos gracias y confiemos ciegamente en alguien que nos ama de tal manera que se ha dado todo completo a su creación.
Así que entendamos; cuando veamos venir hacia nosotros a un niño que abre sus brazos diciéndonos: “así te amo”, sepan que esa es la forma como nos ama Dios: CON LOS BRAZOS ABIERTOS para abarcar TODO para SIEMPRE. ◊
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