Paul Kroll
La temporada de Adviento-Navidad es ese tiempo gozoso del año cuando celebramos el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo. ¿Alguna vez se ha preguntado cómo la Navidad vino a ser parte del calendario anual cristiano? Aquí está la historia fascinante, la cual empezamos con una observación sorprendente. Ni Jesús ni los apóstoles ordenaron o sugirieron que la iglesia debía celebrar la Navidad —y no hay evidencia de tal celebración en el Nuevo Testamento.
En la iglesia del segundo siglo, vemos evidencia de la celebración anual de la resurrección de Jesús en la primavera (nuestro Domingo de Resurrección), pero no hay evidencia de la celebración de Su nacimiento. (Es posible que las raíces de la celebración de la resurrección daten desde la iglesia apostólica).
La iglesia también añadió el Pentecostés y la Epifanía a su calendario anual de adoración en el segundo siglo. La Epifanía en Enero 6, celebraba, no el nacimiento de Cristo, sino la manifestación de Su filiación divina, de Su investidura regia y de Su poder divino según se mostró en Su bautismo, en la visita de los magos y en el milagro hecho en la fiesta de bodas realizada en Caná. El Pentecostés conmemoraba la venida del Espíritu Santo.
La Epifanía fue la celebración anual más primitiva de la iglesia, en conexión con la encarnación de Jesús. Sin embargo, no fue sino hasta el cuarto siglo que tenemos clara evidencia de que el nacimiento de Jesús fue celebrado el 25 de diciembre.
¿Por qué el 25 de diciembre?
Una teoría para el origen de la Navidad es que tenía la intención de competir con, o suplantar a, la celebración pagana del dios-sol en esa fecha. Según ésta hipótesis, aceptada hoy por la mayoría de los eruditos, el nacimiento de Jesús se celebra cerca de la fecha del solsticio de invierno. En éste día, ya que el sol empezaba su retorno a los cielos del norte, los devotos paganos de Mitra celebraban el nacimiento del sol invencible. El culto era particularmente fuerte en Roma cuando surgió la celebración de la Navidad.
La idea es: que la iglesia trató de contrarrestar ésta adoración pagana con su propia celebración del nacimiento de Jesús. Eso tiene buen sentido, ya que la iglesia estaba, en efecto, proveyéndoles a sus miembros una adoración cristiana y una oportunidad para el compañerismo, mientras que los paganos estaban en libertinaje y haciendo homenaje a sus dioses. También era una oportunidad para que la iglesia predicara el evangelio verdadero. Si éste razonamiento es correcto, entonces lo que los cristianos hicieron fue redimir en Cristo, un entendimiento de que Él (y no un dios-sol pagano) era el verdadero Hijo y Sol de Justicia (Malaquías 4:2) —la luz verdadera que alumbra nuestro sendero con Su gracia (Juan 8:12).
Otra idea del porqué empezó la celebración de la Navidad y se expandió a lo largo de la iglesia, tiene que ver con su necesidad de combatir la entonces galopante herejía acerca de la persona de Cristo. El concilio de Nicea en 325 DC había condenado el arrianismo, que afirmaba que Jesús era solo una criatura exaltada y no era Dios verdadero de Dios verdadero.
No fue mucho después que el día festivo apareció primero en Roma, y después se esparció a las iglesias ubicadas en otras partes del Imperio Romano. En éste punto de vista, las controversias del siglo cuarto acerca de la encarnación y la persona de Cristo, motivaron a la iglesia a crear un día festivo que celebraría el misterio de Dios viniendo a ser hombre, como una clase de herramienta de enseñanza para la iglesia.
¿El cumpleaños de Jesús?
¿Por qué el cumpleaños de Jesús no era celebrado antes del siglo cuarto? Una razón podría ser que ni el día ni el mes del nacimiento de Jesús están dados en los evangelios o en algún otro escrito cristiano primitivo— y no puede determinarse con certeza alguna. A pesar de esto, parece haber sido la opinión de algunos líderes de la iglesia en los primeros cuatro siglos, que de hecho, Cristo había nacido el 25 de diciembre.
El teólogo Juan Crisóstomo (347-407) apeló, en apoyo a este punto de vista, a la fecha del registro bajo Quirino (Cirenio). Aparentemente Él pensaba que el censo y registro de los impuestos de la familia de Jesús estaban preservados en los archivos romanos. Justino Mártir (100-165), en su notada Apología, dijo que Jesús nació en Belén, diciendo que tal cosa puede ser averiguada “en los registros de los impuestos” (Apología I, 34).
Tertuliano (160-250), habló del “censo de Augusto—ese testimonio muy fiel de la natividad del Señor, guardado en los archivos de Roma” (Contra Marción, Libro 4, 7). Un padre de la iglesia primitiva, Hipólito (180-236), llegó a la fecha de Dic. 25, la cual Él intentó calcular a partir de la información dada en el Evangelio de Lucas respecto al ministerio del sacerdote Zacarías, el padre de Juan el Bautista (Lucas 1:5, 8-10).
Cualquiera que pudiera ser la realidad acerca de la fecha del nacimiento de Jesús, es claro que la iglesia sintió la necesidad de tener un día festivo que conmemorara el nacimiento de nuestro Salvador. En palabras del historiador eclesiástico Philip Schaff, era inevitable que la iglesia “tarde o temprano traería a la existencia un día festivo que forma la base de todos los demás días festivos anuales en honor a Cristo” (Historia de la Iglesia Cristiana, Tomo 3, “Cristianismo Niceno y Post-niceno”, pág. 395). Schaff apunta a la observación de Crisóstomo que, sin el nacimiento de Cristo, no habría historia de la salvación en Cristo—no habría bautismo, pasión, resurrección, ascensión ni derramamiento del Espíritu Santo. De ahí que, no habría celebración de la Epifanía, ni del Domingo de Resurrección, ni del Pentecostés.
Tan significativa como era la adoración cristiana durante la temporada de Navidad, debemos también reconocer que la Navidad con frecuencia era celebrada con los mismos excesos sensuales, como habían sido celebradas algunas fiestas paganas entre el populacho general. Verdaderamente, en ocasiones en la historia de la iglesia, era necesario poner a Cristo de regreso dentro de la Navidad.
Los puritanos en Gran Bretaña y en Los Estados Unidos
“Puritanos” fue el nombre que se le dio en el siglo 16 a un grupo de protestantes que surgió dentro de la Iglesia de Inglaterra. Como parte de su amplia agenda de reforma, ellos demandaban que la iglesia debía ser purificada de cualquier liturgia, ceremonia o práctica que no se encontrara en la Biblia.
Ya que la celebración de la Navidad no estaba mencionada en las Escrituras, los puritanos concluyeron que debía ser descontinuada.
Cuando el grupo llegó al poder político en Inglaterra bajo Oliver Cromwell (1599-1658), ellos inmediatamente procedieron a prohibir por ley la Navidad. Cromwell y los puritanos incluso prohibieron servicios especiales, no solo en la Navidad sino también en el Domingo de Resurrección y en el Pentecostés. El día de Navidad era un día de trabajo regular y los comercios permanecían abiertos. El parlamento debía entrar en sesión como regularmente lo hacía. Algunas veces se enviaban personas a las calles que gritaban: “No hay Navidad hoy, no hay Navidad hoy”.
El año 1642 vio emitida la primera ordenanza que prohibía los servicios en las iglesias y las festividades cívicas en el día de la Navidad. Éstas fueron emitidas regularmente en los años siguientes. En Junio 8, 1645, el parlamento dominado por los puritanos abolió la observancia de la Navidad, del Domingo de Resurrección, de la Semana de Pentecostés y de los Días de los Santos. En 1660 las cosas cambiaron. La monarquía fue restablecida y los clérigos puritanos fueron expulsados de la Iglesia de Inglaterra. Empezando en la segunda década del siglo 17, muchos puritanos emigraron a Nueva Inglaterra en los Estados Unidos.
En la Nueva Inglaterra puritana, la Navidad era un día de trabajo regular, y cualquier violación de esto era castigada con una multa o despido. En 1659, los puritanos de Massachussets declararon que la observancia de la Navidad era una ofensa criminal. Los ofensores tenían que pagar una multa de cinco chelines. En Massachussets, Dic. 25 no se convirtió en un día festivo legal sino hasta 1856. Es difícil darse cuenta ahora que en Navidad la adoración estuvo prohibida en Nueva Inglaterra hasta la segunda mitad del siglo 19.
Los doce días de Navidad y Adviento
“Doce Días de Navidad” es más que sólo una canción secular, tradicional de Navidad. En un tiempo era común que la adoración y la celebración de Navidad duraran 12 días, desde el 25 de diciembre hasta el 5 de Enero, que es el inicio de la Epifanía. Ésta tradición virtualmente ha desaparecido.
Hoy, la temporada de Adviento inicia el calendario litúrgico o de adoración. El Adviento es celebrado en los cuatro domingos que anteceden a la Navidad. Está dedicado a la conmemoración de la venida en carne de nuestro Señor, como también a Su regreso en el juicio final. Es por eso que son llamados Domingos de Adviento, ya que adviento significa venida o llegada, especialmente de algo extremadamente importante. (¡Qué evento podría ser más importante que la venida del Hijo de Dios en carne humana—y después, Su venida otra vez como Rey de reyes y Señor de señores!).
Lawrence Stookey, en su libro Calendario: El tiempo de Cristo para la iglesia, lo explica de ésta manera: “El enfoque principal del Adviento está en lo que se llama popularmente ‘la segunda venida’”. Así el Adviento concierne al futuro del Resucitado, que juzgará la iniquidad y prevalecerá sobre todo mal. El Adviento es la celebración de la promesa que Cristo traerá un final a todo lo que es contrario a los caminos de Dios; la resurrección de Jesús es la primera señal de ésta destrucción de los poderes de la muerte… El principio del año litúrgico lleva nuestro pensamiento hacia el mismo final de las cosas” (págs. 121-122).
El significado de la Navidad
Para la iglesia, todo el año cristiano se centra en la persona y la obra de Jesucristo. Los cristianos no “celebran” o “guardan” días como días santos en sí mismos, sino más bien, adoran a Cristo y recuerdan los grandes eventos de nuestra salvación, usando esos tiempos especiales como oportunidades para la adoración.
El propósito del calendario de adoración anual es mantener nuestras mentes enfocadas en la historia de la salvación y adorar a Jesucristo en una forma que ministre para Su gloria. Específicamente, la Navidad, el Adviento y la Epifanía tenían la intención de ser vehículos para celebrar a Jesucristo.
Los días festivos anuales cristianos nos recuerdan los eventos principales de la historia del evangelio y nos llaman a participar en la adoración a Cristo. En palabras de Philip Schaff: “El año litúrgico es, por así decirlo, una confesión de fe cronológica; un panorama conmovedor de los grandes eventos de la salvación; una exhibición dramática del evangelio para el pueblo cristiano” (Historia de la Iglesia Cristiana, Tomo III, páginas 387).
¡Que tengan una bendecida y gozosa Navidad!
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