Joseph Tkach
En la obra de Broadway, Una Pasa en el sol, un padre muere y deja a su esposa, un hijo y una hija. Cada uno de ellos tiene una idea diferente sobre cómo usar la herencia de su padre.
La esposa enviudada quiere comprar una nueva casa. La hija lo ve como su oportunidad de ir a la facultad de medicina.
El hijo quiere hacer un negocio con un amigo y los persuade a verlo a su manera. «¿No lo ven?», dice él a su madre y a su hermana, «si tomo este dinero puedo hacer todas esas cosas que ustedes quieren». De este modo, el hijo consigue el dinero, y lo da a su amigo para comenzar su negocio. Su sueño se rompe cuando el amigo huye con el dinero y escapa a la ciudad.
Ahora el hijo tiene que decir a su madre y hermana que todo el dinero está perdido. Sus reacciones son interesantes. La madre responde compasivamente. ¡Ella abraza a su hijo, frota su cuello y dice, «Querido, sé que tú te sientes muy mal!»
La hermana se sorprende y pregunta a su madre: «¿Cómo puedes amarle después de lo que él ha hecho? ¡Él no merece ser amado!»
Esa es la reacción que mucha gente tiene con el evangelio. Es difícil creer que Dios nos perdona y nos ama después de todo lo que hemos hecho.
Escucha cómo la madre en Una Pasa en el sol contesta a la dureza de su hija:
Querida, ¿cuándo crees que es el tiempo para amar a alguien? ¿Es cuando logran un ascenso en el trabajo? ¿Es cuando logran el éxito? ¿Es cuando todas sus inversiones dan muchas ganancias? ¿Es ese el momento en que amas a alguien? Querida, el tiempo para amar a alguien es cuando está decaído y decepcionado. El tiempo para amar a alguien es cuando ha cometido un error en su vida y se siente mal. El tiempo para amar alguien es cuando no tiene a nadie más para tenderle la mano. El tiempo para amar alguien es cuando la vida los ha azotado y ha golpeado. Ese es el tiempo para amar a alguien».
¿No es eso exactamente lo que Dios hace? Jesús describió el amor del Padre por nosotros en estas palabras:
«Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. El que cree en él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios”. (Juan 3:16-18).
Cuando creemos y abrazamos el amor de Dios, tenemos nueva vida en Jesucristo. Nuestro miedo, nuestro pesar y nuestra angustia por todos nuestros fracasos son levantados de nuestros hombros y podemos permanecer en su amor, sabiendo que somos limpios, perdonados, aceptados y amados. Y sabiendo que estamos seguros en su abrazo de amor, podemos extender su amor a quienes nos rodean.
Es una nueva vida, una vida de creer lo que Dios no ha hecho por nosotros por medio de Jesucristo, y no hay nada igual.
Soy Joseph Tkach hablando de la VIDA. ◊Odisea Cristiana