¿Qué importancia tiene el nacimiento de Jesús? ¿Cómo afecta a su vida este acontecimiento histórico? ¿Es realmente importante para la humanidad?
Aprovecho esta temporada del año cuando todo mundo celebra el nacimiento del Señor Jesús, para hacer unas reflexiones acerca de la importancia que tiene para la vida de toda la humanidad dicho acontecimiento.
Cuando vemos cómo la mayoría de las personas celebra el nacimiento de Cristo, nos damos cuenta que se le pone mucha atención a los preparativos para la celebración de una cena, la compra de los regalos, la preocupación por lucir bien ante nuestros invitados, todo esto con su inherente carga de estrés; al final se participa del hecho del nacimiento de Jesús de una manera momentánea, sólo los minutos que tarda la ceremonia, tanto en las iglesias, templos o en las casas, para después gozar de los manjares y de las charlas, a veces amenizadas con licor; de esa manera estamos participando en la celebración del acontecimiento milagroso más bello y sublime que pudiera existir, muchas veces sin reflexionar que detrás de todo esto hay una realidad tan sorprendente que sobrepasa todo entendimiento humano.
La forma en que vivimos nubla la realidad de lo que hay atrás de la llegada de este bebé al mundo en las condiciones sui géneris que se dieron, siendo este el suceso más valioso e importante de la historia.
Al final, todo mundo se queda con la imagen de ese tierno bebé que nació en condiciones paupérrimas, sin reflexionar qué significado tiene el hecho de que el Dios Todopoderoso y Creador del universo haya encarnado en la manera como muestra esa estampa que nos retratan las narraciones de los evangelistas Mateo, Marcos, Lucas y Juan, cumpliendo las profecías de Isaías y otros profetas y que los pintores, a través de la historia nos han regalado en sus cuadros el elemento visual que despiertan dichas narraciones.
Sin embargo, al cabo de unos días nos embarga otra sensación de alegría así como de incertidumbre cuando nos encontramos con el primer día de otro año en nuestra existencia; nos proponemos hacer muchas cosas, hasta las anotamos en papel, sin embargo, al cabo de unos días, incluso horas, ya se nos olvidó y la inercia nos devuelve a nuestra rutina tradicional.
Atrás de las estampas del nacimiento de Jesús se encierra el misterio y el milagro más grande que haya existido. Pidámosle a Dios que nos abra los ojos para verlo, creerlo, aceptarlo y gozarlo porque es para siempre.
Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo) vive por siempre en relaciones de amor, de gozo, de aceptación, de deleite mutuo entre sí; donde el Padre se goza en el Hijo porque lo conoce y se complace en esa relación de descubrimiento de las grandezas y cualidades que tiene cada uno, donde el Espíritu Santo siente el placer que da el trabajar para el Hijo porque lo conoce y se goza en su comunión, por eso y por mucho más que no conocemos, lleva a los humanos a Cristo por-que Él es la Verdad.
Dios ya se ha tomado la tarea de arreglar lo dañado que está la humanidad, y nos está llamando a dejar ese camino de destrucción que nos rodea invitándonos a entrar en una relación de entrega y descubrimiento bajo el reinado justo y misericordioso del gran Creador del universo, Dios en su vida eterna nos muestra cómo vivir. Por Su Espíritu y por su voluntad, ha creado un pueblo nuevo, una nueva humanidad y nos invita a vivirla; es una existencia completamente nueva, la que nos lleva a disfrutarla junto con los demás.
Cada ser humano tiene el potencial de conocer su propósito establecido desde antes de la fundación del mundo: ser santo y sin mancha delante de Dios en Cristo y ser adoptado por Dios como hijo suyo, con todos los privilegios de de un hijo amado (Efesios 1). Y todo esto gracias a que Jesús vino al mundo como un ser humano.
Habrá que conocer a fondo, hasta donde nuestra humanidad nos lo permita, la magnitud de la encarna-ción de Dios en la persona de su Hijo Amado. Su nom-bre profetizado, Emmanuel, nos dice la realizad del evento: Dios, el Todopoderoso, el Creador de todo cuanto existe, decidió convertirse en un ser humano con todas sus características y con todas sus limitaciones, incluyendo la fragilidad del cuerpo y sus manifestaciones carnales (Filipenses 2:).
Lo invito a que se vea a sí mismo, en Cristo, en el mismo seno de Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo), gozando de la relación de gozo y placer que Jesús vive en el Padre y en el Espíritu Santo; y en nuestra relación con otros seres humanos, beneficiando a todas las personas con las que tenemos la dicha de comunicarnos, experimentando la dicha de entregarnos totalmente a los demás y conociendo a los demás de manera total, tal como lo hacen el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Como vemos, hay muchas cosas que hace falta entender detrás del nacimiento de Cristo, no nos quedemos con la imagen del tierno bebé, sino del gran Dios del universo, que se ha introducido en su creación, haciendose humano para llevarnos a su reino en una eterna relación de gozo excelso.
Respondiendo a una de las preguntas que inician este texto y utilizando las palabras de Dallas Willard, el suceso de la encarnación de Dios en el ser humano Jesús; tiene tanta importancia que debe afectar todo nuestro interior: nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestra voluntad, nuestra alma y nuestras relaciones sociales, ya que todos los humanos hemos sido creados por Dios y en Dios estamos, nos movemos y existimos y nada de lo que hagamos queda fuera de la realidad y de la presencia de Dios, gracias a Cristo Jesús.
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