Cuatro elementos principales de la oración
En la primera parte de esta serie vimos que el propósito de la oración no es convencer a Dios de que nos de algo, que su respuesta no depende del que ora sino de Dios mismo, que la oración es un medio para sintonizarnos con Dios, y que necesitamos ver la oración desde el punto de vista de nuestra inclusión en el Dios Trino – que oramos desde dentro de Dios (Efesios 2:6) lo cual nos da plena confianza en que Él nos escucha.
En seguida veremos cómo la oración consta de cuatro elementos principales.
Cuatro elementos de la oración
¿Cómo cambia tu oración el saber que oras DENTRO de Dios? ¿Qué te gustaría decirle? ¿No desborda tu corazón en AGRADECIMIENTO? ¿No desborda tu corazón en ADORACIÓN y alabanza? ¿No te sientes muy humilde y CONFIESAS que no mereces lo que Dios te está dando (un lugar especial en Él – dentro de Él)? ¿Y no sientes el deseo espontaneo de PEDIRLE que se haga su voluntad en tu vida?
Pues estos son cuatro elementos que encontramos en la oración a lo largo de la Biblia: Agradecimiento, adoración, confesión y petición.
AGRADECIMIENTO
Necesitamos ser capaces de listar muchas cosas por las cuales estar agradecidos, y ciertamente muchos creyentes hemos hecho del agradecimiento una parte central de nuestra relación con Dios.
Lamentablemente otros creyentes acostumbran pedir y pedir a Dios pero rara vez le agradecen por algo. Luego hay quienes están resentidos con Dios porque les ha ido muy mal en la vida, y no ven nada que agradecer.
Y finalmente están aquellos que no creen que exista Dios porque si existiera no permitiría tanto sufrimiento en el mundo (todo un tema en sí), y obviamente tampoco le agradecen nada.
Es VITAL para tu bienestar espiritual y emocional que estés agradecido con Dios. Pero si te resulta difícil enlistar varias razones para dar gracias a Dios entonces algo relevante le falta a tu vida, tu enfoque estará en lo que no tienes, y no en lo que sí tienes, y en tu mente habrá ansiedad – no tendrás paz mental. Cierto, quienes viven en la más extrema pobreza difícilmente encontrarán razones para agradecer; ¿cómo aplica aquí la gratitud? Pues que la gratitud de nosotros los más afortunados se manifieste en compartir con los menos afortunados nuestra abundancia de modo que ellos se sientan agradecidos, y tal vez “glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:16).
La gratitud trae bendición a tu vida y a las vidas de los que te rodean. Por eso Dios nos exhorta: “Da gracias por todo” (1 Tesalonicenses 5:18).
Y yo no puedo convencer a nadie de que sea agradecido con Dios; solo puedo dar algunos ejemplos de cosas por las cuales yo le doy gracias a Dios. Aclaro que (a excepción de Dios mismo) nada en mi vida física es perfecto o ideal (no estoy en un “lecho de rosas” – aunque tampoco me quejo) pero la idea es reconocer lo bueno en todo lo que tenemos, vemos, oímos o percibimos.
Así, yo doy gracias a Dios por haberme creado y por ser mi Padre amoroso, doy gracias a Dios por mis hijos, por mi esposa, por mi mamá, por mi papá (fallecido), por mis hermanos y hermanas, por mis amigos, por mis maestros, por los empleos que tuve a lo largo de más de 30 años, por mi perro, por mi gato, por las nubes, por los árboles, por los fulgurantes atardeceres, por los colibríes, por la adorable simpatía de los panda, por la fragancia y el sabor del café, por el aire que respiro (y créeme que es terrible cuando te falta el aire), por el vino, por la cerveza, por el agua, por los pepinos, por la música, por el Internet, por la cinematografía, por el futbol… ¡la lista sería interminable!
Hay veces que me enojo, me frustro o me deprimo por una u otra razón, y curiosamente en esos momentos no me puedo sentir agradecido… y entonces pierdo sintonía con Dios, y parecería que en esos momentos no me importa nada de nada fuera de aquello que me perturba… “pero el Espíritu intercede” por mí “con gemidos indecibles” (Romanos 8:26) y me doy cuenta que necesito salir de ese hoyo, y entonces le doy gracias a Dios por perdonar mi actitud, y le ruego que me ayude a superarla… y poco a poco vuelvo a recordar sus muchas bendiciones, y le doy gracias, y la paz de Dios vuelve a mi corazón: ¡Tal es el tremendo impacto de agradecer (o no agradecer) a Dios en nuestras vidas! El agradecimiento mantiene abierto en nuestras mentes el canal de comunicación con Dios: ¡Su Espíritu fluye abundantemente en un corazón agradecido!
Si buscas la palabra “gracias” en una concordancia encontrarás decenas y decenas de versículos en la Biblia, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento. Te recomiendo muchísimo este ejercicio leyendo todos esos versículos, y que reflexiones y te dejes impresionar por cuan agradecidos eran los hombres y las mujeres de Dios. Y que tu corazón se llene de gratitud hacia tu Padre celestial que tanto te ama. Y te sentirás más cerca de Dios, caminarás con Dios: Serás fortalecido por Él cuando te vaya mal, y te gozarás con Él cuando te vaya bien.
Y una cosa lleva a otra: Cuando nos sentimos agradecidos con Dios automáticamente surge el deseo de adorarle, de alabarle y de bendecirle.
ADORACIÓN
Una de las motivaciones para adorar y alabar a Dios es el agradecimiento. Si no me siento agradecido con Dios ¡no puedo adorarle! ¿Has oído la expresión “¡Bendito sea Dios!”? Cuando yo he oído a alguna persona decir esas palabras siempre ha sido una alabanza nacida de un profundo agradecimiento. Incluso en la misma oración modelo de Jesús las palabras “santificado sea tu nombre” implican que quien lo dice está agradecido con Dios (de lo contrario ¿cómo podría desear que el nombre de Dios fuera santificado?). Por eso digo que la adoración es una consecuencia del agradecimiento. Y cuando adoramos, alabamos y bendecimos a Dios el canal de comunicación entre Dios y nosotros se fortalece. El autor cristiano C.S. Lewis escribió en Reflexiones Sobre los Salmos: “Es en el proceso de ser adorado que Dios comunica su presencia al hombre”. ¡Este es un hecho tremendo! ¡Dios te comunica su presencia cuando le adoras! Y no porque lo diga C.S. Lewis sino porque lo vemos en la Palabra de Dios.
El rey David, el hombre a quien Dios mismo calificó como “conforme al corazón de Dios” nos dejó en el libro de los Salmos lo que para mí es como una explosión de alabanzas (la alabanza es una expresión de la adoración). Cito solo un ejemplo:
Alábenlo, sol y luna; alábenlo, todas las estrellas luminosas. Alábenlo, cielos de los cielos, y las aguas que están sobre los cielos. Alaben al Señor desde la tierra, monstruos marinos y todos los abismos; fuego y granizo, nieve y bruma; viento tempestuoso que cumple su palabra; los montes y todas las colinas; árboles frutales y todos los cedros; las fieras y todo el ganado; reptiles y aves que vuelan; reyes de la tierra y todos los pueblos; príncipes y todos los jueces de la tierra; jóvenes y también vírgenes; los ancianos junto con los niños… (Salmo 148:3-4, 7-12). Y yo le agregaría ¡muchos signos de admiración!
Por eso quiere Dios que le adoremos, porque quiere comunicarnos su presencia, ¡dar paz y gozo a nuestros corazones! “Porque también el Padre tales adoradores busca que adoren.” (Juan 4:23). Al adorarle y alabarle de corazón empieza a ocurrir un milagro: Dios se da a conocer a nosotros, y nos permite experimentar su vida trinitaria misma porque Él vive en nosotros y nosotros en Él (en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo). “Y ésta es la vida eterna: QUE TE CONOZCAN a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” (Juan 17:3). Conocer a Dios cambia tu vida y esta empieza a girar alrededor de Él, y así puedes experimentar la gloria de Dios en tu vida.
Amigo lector, tienes que comprobarlo… ¡no te lo puedes perder! Pero debo aclarar que no es algo instantáneo; uno necesita aprender a adorar a Dios porque no es natural, y para aprender a adorarle antes necesita uno aprender a agradecerle. Y a fin de cuentas la motivación tiene que venir de Dios, hay que pedirle su ayuda… y si llegamos al punto de humillarnos delante de Él y pedirle su ayuda entonces estamos CONFESANDO que lo necesitamos intensamente. Este (la confesión) es otro elemento de “la oración eficaz del justo”.
Este artículo es el segundo de una serie de cuatro acerca de la oración. Fue publicado en [wpfilebase tag=file path=’Odisea/Odisea-Cristiana-52.pdf’ tpl=filebrowser /]
La Oración: Escuchar y Responder a Dios
- La Oración: Escuchar y Responder a Dios - Parte I
- La Oración: Escuchar y Responder a Dios - Parte II
- La oración: Escuchar y Responder a Dios - Parte III
- La Oración: Escuchar y Responder a Dios - Parte IV