Un amigo recientemente me envió una foto de la luna azul en la víspera de año nuevo. La luna no estaba en realidad azul, por supuesto, pero sin duda era una vista rara. Una luna azul, que es una segunda luna llena en un mes, es un acontecimiento raro en sí mismo, que ocurre sólo una vez cada dos años y medio.
Pero una luna azul en la víspera de Año Nuevo se produce una sola vez cada 19 años. Es por eso que la expresión «cuando hay luna azul» se refiere a algo que es raro, especial o extraño, pero no imposible.
A veces nuestra fe puede parecer como una luna azul, que aparece sólo en raras ocasiones, para luego desaparecer de nuevo. Y como resultado, podemos sentir miedo de que Dios nos ha abandonado.
Pero la salvación no es por la calidad de nuestra fe. Es por el poder y el amor de Dios ministrado a nosotros de parte del Padre por Jesucristo mediante el Espíritu Santo. No es nuestra fe que nos salva, es Jesús que nos salva.
En Mateo 11:28-29, Jesús dijo: «Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los haré descansar. Lleven mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas».
Ir a Jesús para descansar es algo que podemos hacer, incluso cuando nuestros sentimientos nos dicen que Dios nos ha abandonado. No podemos confiar en nuestros sentimientos, pero podemos confiar en Dios.
El apóstol Pablo escribió en Romanos 8:33-35, «¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Es Dios el que justifica. ¿Quién es el que condena? Cristo Jesús, que murió -más que eso, que resucitó- está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? «
Es la fidelidad de Dios que nos hace ser quienes somos, y la fidelidad de Dios nos salva. No depende de nosotros, depende de él.
Sabiendo que Jesús es fiel, podemos descansar en sus brazos independientemente de cuan fieles o infieles somos. Como somos no cambia la verdad de que Dios nos ama.
A pesar de nuestra débil y vacilante fe, el Fiel nos perdona, nos limpia, y trabaja en nosotros a través de su Espíritu para ser más como Jesús, incluso cuando nos sentimos solos y abandonados.
No vamos a estar sin pecado de este lado del cielo. Pero no importa cuántas veces nos demos de bruces, no importa cuántas veces fallemos, siempre podemos confiar en Jesús para levantarnos y ayudarnos a seguir adelante. Él es y siempre será nuestro fiel Salvador, incluso si sólo lo sentimos cuando hay luna azul.
Por: Joseph Tkach.