Entraron en Capernaúm, y tan pronto como llegó el sábado, Jesús fue a la sinagoga y se puso a enseñar… De repente, en la sinagoga, un hombre que estaba poseído por un espíritu maligno…lo reprendió Jesús–…y el espíritu maligno…salió de él…Al atardecer, cuando ya se ponía el sol, la gente le llevó a Jesús todos los enfermos y endemoniados, de manera que la población entera se estaba congregando a la puerta.
– Marcos 1:21-26, 32-33
El primer capítulo del Evangelio de Marcos echa un vistazo a un día en la vida de Jesús. ¡Y qué día tan ocupado! Enseñanzas, curaciones y milagros– y las multitudes siguiéndolo, presionándolo y esperando algo de él. Suena agotador. Y terriblemente familiar.
Pero después dice el versículo 35: «Muy de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó, salió de la casa y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar». En medio de las exigencias de su tiempo y energías, Jesús encontró tiempo para irse a un lugar tranquilo, un «lugar solitario», donde encontró renovación.
No podemos evitar las llamadas, las citas, los mensajes de texto y los correos electrónicos que llenan nuestro día, pero podemos decidir usar un tiempo para encontrar nuestro propio lugar tranquilo, redescubrirnos como hijos amados de Dios y respirar una vez más el aire sano de la plenitud.
- Tómate el tiempo hoy… para reflexionar sobre las cosas que llenan tu día.
- Transforma tu vida… aparta un tiempo cada día para estar a solas con Dios.
- Haz un tiempo hoy… para apartarte de tus ocupaciones y conversar con tu Padre Celestial.