Esperanza, la paciente de cáncer de páncreas, que hacía tres días había recibido la primera sesión de quimioterapia, estaba en el parque frente a su doctor, que además era pastor evangélico. No le preguntaba sobre su enfermedad o tratamiento, sino que deseaba seguir aprendiendo cómo José, el patriarca bíblico, hizo frente a sus desafíos. Ella tenía uno que no era fácil.
Esperanza acababa de leer en la Biblia: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28)
Andrés le había dicho: “Dios tiene un propósito, un plan para tu vida”. Al captar una posible duda en su rostro, continuó: “Lo que necesitamos recordar es que ese versículo no dice que todo lo que nos acontezca sea bueno… La realidad es, como José experimentó, y todos experimentamos hoy en la vida, que no todo es bueno. Hay mucho mal en nuestro mundo, y no siempre hacemos la voluntad de Dios en nuestras vidas. Sin embargo, lo que sí dice este versículo es que Dios hace que todo opere para nuestro bien de acuerdo a sus propósitos.
Esperanza, ahí está uno de los grandes desafíos cuando las cosas no van bien en nuestras vidas. Y es por lo que cuando las cosas o las situaciones nos van mal nos preguntamos: ‘¿por qué?’. Porque no podemos explicarnos que las cosas no vayan en la forma que planeamos que fuesen.
En este versículo Pablo nos recuerda que nuestros planes no son siempre los planes de Dios. Y que nuestros propósitos en la vida no son siempre los propósitos de Dios para nuestras vidas”.
Esperanza lo interrumpió de inmediato y le pregunto: ‘¿Y cuál es el propósito de Dios para nuestras vidas?’. Con cara de satisfacción por la pregunta, Andrés prosiguió: “Lo más importante para cada ser humano, aunque no sea consciente de ello, es comprender el propósito de Dios para su vida. ¡Su propósito es que nos convirtamos en semejantes a su Hijo Jesús! Si se lo permitimos, Dios puede usar para bien lo que va mal en nuestras vidas. Para conformarnos para el bien y para el propósito de ser semejantes a su Hijo.
En medio de la situación más difícil, la verdad es que Dios no te ha rechazado, sino que desea lo mejor para ti, y para mí. Él tomará la situación por la que estás pasando ahora mismo, incluso si es terrible y la usará para bien, para el propósito en tu vida si, como lo hizo José, le permites que lo haga.
La segunda verdad, después de recordar el plan de Dios para su vida, que aflora al considerar la vida del patriarca José (Génesis 37 al 50) es que en medio de los desafíos que lo rodearon él recordó las promesas de Dios.
En los primeros años de su juventud Dios le reveló a José, en una serie de sueños, los planes que tenía para su vida. Cuando los compartió con su familia encontró oposición, ridículo y reprimendas. Todos a su alrededor le dijeron que se olvidara de sus locos sueños.
Pero él nunca los olvidó porque los consideró como promesas de Dios. Y las promesas de nuestro Creador en la Biblia son una de las mejores fuentes de fortaleza para hacer frente a las dificultades de la vida, para confrontar la adversidad que inevitablemente sale a nuestro paso en un momento u otro”.
Esperanza, que estaba escuchando con atención y por qué no decirlo, admiración, intervino inmediatamente: ‘Pero no todos recibimos un sueño de Dios’. “Cierto”, le contestó el doctor, “puede que muchos de nosotros nunca recibamos una promesa directa de Dios por medio de un sueño o una visión, como la recibió José. Pero la verdad es que tenemos algo que José nunca tuvo: ¡el cúmulo de promesas que se encuentran en la Palabra de Dios! ¿Sabes que hay cerca de siete mil promesas registradas en la Biblia? La Biblia fue escrita para darnos esperanza y fortaleza en los buenos tiempos y en los malos”.
Alargándole la Biblia abierta dijo: “Por favor, lee lo que Pablo nos dice en Romanos 15, versículo 4”: ‘Todo lo que antes se dijo en las Escrituras, se escribió para nuestra instrucción, para que con constancia y con el consuelo que de ellas recibimos, tengamos esperanza’ (Santa Biblia Dios Habla Hoy, 1996).
“Las promesas de Dios nos dan esperanza, fortaleza y aliento en medio de nuestras pruebas y dificultades. Una de las grandes lecciones que una persona aprende al estudiar el Antiguo Testamento es que Dios muestra su fidelidad cumpliendo cada promesa que le había hecho a la nación de Israel. Aunque algunas tardaran varios años en cumplirse.
Pero algo que es un desafío para la mayoría de nosotros es que las promesas de Dios se cumplen de acuerdo a su calendario. Y eso es lo que, a menudo, nos parece más difícil, porque ¡su calendario no siempre es el nuestro! Cuanto más aprendemos sobre las promesas que Dios ha cumplido, más fácil es para nosotros creer en aquellas que ha prometido y que están todavía por hacerse realidad. ◊
Foto por davis.steve32