Cuántas veces en la vida nos hemos encontrado vacíos, insatisfechos, sin motivo por el cual vivir; mas cuando nos acercamos a Dios, no hallamos la satisfacción plena porque a veces lo que sentimos es dolor.
Dios en su palabra nos dice que tal situación se debe a que debemos examinar nuestras prioridades para ver si no hay alguna pequeñita raíz de amargura que impide la satisfacción de nuestra alma.
Hemos aprendido que para acercarnos a Dios y para ejercitarnos en la carrera es necesario aplicar las disciplinas espirituales que nos harán fuertes en este aspecto de la vida; siendo las principales y básicas: la oración, el estudio diligente de la palabra de Dios, la meditación y el ayuno (Richard Foster en su libro: “Celebrando la disciplina” las cataloga como disciplinas básicas, porque trata otras de índole superior)
En su capítulo sobre el ayuno en La Celebración de la Disciplina, Richard Foster dice: “Más que cualquier otra disciplina, el ayuno revela las cosas que nos controlan”.
Esta declaración me hizo reflexionar acerca de su por qué y encontré que una de las razones para ayunar es para saber lo que hay en nosotros, de acuerdo con lo que John Piper nos dice en su libro “Hambre por Dios, deseando a Dios por medio del ayuno y la oración”: “La raíz del ayuno es el hambre de la nostalgia por Dios. El asunto no es la comida sino cualquier cosa que pueda ser sustituto de Dios, y muchos pequeños actos de preferir a Dios antes que la comida, puede formar un hábito de comunión y contentamiento que lo prepara a uno para el último sacrificio.
El ayuno cristiano es una prueba para ver cuáles deseos nos controlan. ¿Cuáles son nuestras pasiones favoritas? Lo anterior significa que el pan magnifica a Cristo en dos formas: el comerse con gratitud para su bien, y para calmar el hambre para Dios mismo. Cuando comemos saboreamos el emblema de nuestro alimento celestial – el Pan de Vida. Y cuando ayunamos decimos, “Amo la realidad por sobre el emblema.” En el corazón del santo, tanto la comida como el ayuno son adoración. Ambos magnifican a Cristo. Ambos envían el corazón – agradecido y solitario – al Gran Dador. Cada uno tiene su lugar señalado, y cada uno tiene su peligro. El peligro de la comida es porque nos enamoramos del don; y el peligro del ayuno es que menospreciamos el don y nos gloriamos de nuestro poder de voluntad”.
Cuando Jesús les dijo a los fariseos que sus discípulos no ayunaban porque el novio estaba con ellos, pero que llegarían días en que el novio les sería quitado y entonces ayunarían; agregó que nadie pone un remiendo nuevo en un vestido viejo, ni nadie echa vino nuevo en odres viejos, sino en odres nuevos, estaba dando a entender que había llegado el día en que se tendría que hacer un ayuno nuevo y no el ayuno al que estaban acostumbrados los judíos.
Dice Piper: “¿Qué es entonces nuevo en el nuevo ayuno cristiano? Nuevo en el ayuno Cristiano es que se basa en toda la obra terminada del Novio. Lo asume. Lo cree. Lo goza. El dolor, la pena y el anhelo por Cristo y sus poderes que nos llevan al ayuno, no son la expre-sión de un vacío. Necesidad, sí. Dolor, sí. Hambre por Dios, sí. Mas no vacío. Las primicias que anhelamos ya han llegado. La prima que necesitábamos, ya ha sido pagada. La llenura por la que ayunamos ha aparecido en la historia y hemos contemplado su gloria. No es algo futuro. No ayunamos por la soledad. Cristo en nosotros es la esperanza de gloria.
Hemos saboreado los poderes de la era por venir y nuestro ayuno no es porque tengamos hambre de algo que no hemos experimentado, sino porque el vino nuevo de la presencia de Cristo es tan real y tan grato. Debemos de tener todo aquello que es posible tener. La novedad de nuestro ayuno es que: Su intensidad viene no porque hayamos probado el vino de la presencia de Cristo, sino por haberlo saboreado tan maravillosa-mente por su Espíritu, y no podemos ahora ser satisfechos hasta que la consumación del gozo arribe. El nuevo ayuno, el ayuno cristiano, es un hambre por toda la llenura de Dios (Efesios 3:19), provocada por el aroma del amor de Jesús y por el sabor de las bondades de Dios en el evangelio de Cristo”. (1 Pedro 2:2-3)
Dice el apóstol Pablo que seamos imitadores de él como él lo era de Cristo; y Cristo dijo: “Como mi Padre me envió, así yo os envío” (Juan 20:21)
El Padre envió a Cristo al desierto para ser tentado por el diablo para mostrar lo que había en su corazón, y ayunó cuarenta días, así Dios envió a Israel al desierto por cuarenta años para ver lo que había en su corazón y ayunó durante esos cuarenta años, sin embargo, Dios los alimentó con comida desconocida para demostrar que “no sólo de pan vivirá el hombre”, no es de extrañarnos que Jesús le contestara a Satanás con las mismas palabras. Así también Dios nos envía al desierto espiritual en que se ha convertido este mundo, para anhelar más que la comida, para agradar a Dios en la abundancia, como la llenura de Dios en el ayuno. De esa manera el ayuno muestra lo que verdaderamente hay en lo más profundo de nuestro corazón.
Sigue diciendo Piper: “Mi corazón está hambriento de “toda la plenitud de Dios”. Anhelo por una más profunda obra de Dios en el seno de la gente. Añoro por una poderosa ola de celo misionero para llenarles de una pasión por la supremacía de Cristo en todo, para el regocijo de toda la gente. Deseo que se dé un inconfundible nuevo nacimiento semana tras semana por medio de los insinuantes testimonios de las gentes transformadas, donde quiera que él sea mencionado. El ministerio de Jesús fue y siempre será sin paralelo. En cierta forma es un modelo para nosotros. Más en su totalidad lleva el testimonio de su exclusiva divinidad. Sin embargo, ¿Cómo no extrañarnos si ese extraordinario ayuno al principio de su ministerio no fue destinado para algo más que su propia obra?”
Al ayunar estamos haciendo lo correcto para aumentar nuestro deleite en Dios.
Otro motivo por el cual debemos ayunar es por el retorno del rey. El autor nos pregunta: “¿Qué tanto amamos la venida del Señor? Y nos responde: Como Ana y Simeón (Lucas 1:25-38). Estos ancianos que dedicaron gran parte de su vida a servir a Dios y anhelar ver su gloria y Dios los recompensó siendo testigos de la redención de Israel. Podemos servirnos del ejemplo de estas dos personas que entregaron su vida a esperar ser partícipes de esa gloria infinita. Al final Dios mismo se sublimará con sus hijos y se pondrá a su servicio: “Pórtense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque. Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles”. (Lucas 12:36-37).
Otro motivo por el cual buscar a Dios a través del ayuno es para “Buscar la dirección de Dios para la iglesia” (Hechos 13:1-4)
El ayuno no es para lograr algo de Dios“«¿Quién le ha dado primero a Dios, para que luego Dios le pague?» Porque todas las cosas proceden de él, y existen por él y para él. ¡A él sea la gloria por siempre! Amén. (Romanos 11:35-36), Esto incluye el ayuno. Es de Él y por medio de Él y para Él. No se ofrece a Dios para que se nos devuelva paga por ello. Primeramente es dado por Dios para que podamos beneficiarnos de Él y (principalmente) para que Él pueda ser glorificado por ese medio.
“A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid y comprad sin dinero y sin precio, vino y leche… Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd y vivirá vuestra alma.” (Isaías 55:1-3) Dios promete agua, vino y leche y vida que el dinero no puede comprar precisamente a quienes no tienen dinero, mas tienen sed, si se alejan de lo que el dinero puede comprar y vienen a Él. “Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida… Y el que tiene sed, venga; y el que quiera tome del agua gratuitamente.” (Apocalipsis 21:6; 22:17) La recompensa de vida viene no para quienes pueden comprarla o trabajar por ella. Es “sin costo alguno.” Gratis. El precio es la sed que cambia de las cisternas rotas del mundo a la inagotable fuente de Dios”.
“Dios recompensa aquellas acciones del corazón humano que significan desamparo y esperanza en Dios. La razón para esto es que estas acciones llaman la atención para la gloria de Dios. 1 Pedro 4:11 deja esto claro: “Si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenece la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén”.
Al final, el autor destina dos capítulos a mostrar la forma en que debemos hacer nuestro ayuno, desglosando Isaías 58, cuya esencia nos pone en la balanza de lo que somos en Cristo, cómo es nuestro cristianismo diario y como espada de dos filos, no podemos librar el hecho de que somos intervenidos quirúrgicamente por nuestro amoroso Padre para mostrarnos tal cual somos.
¡Grita con toda tu fuerza, no te reprimas! Alza tu voz como trompeta. Denúnciale a mi pueblo sus rebeldías; sus pecados, a los descendientes de Jacob. Porque día tras día me buscan, y desean conocer mis caminos, como si fueran una nación que practicara la justicia, como si no hubieran abandonado mis mandamientos. Me piden decisiones justas, y desean acercarse a mí, y hasta me reclaman: «¿Para qué ayunamos, si no lo tomas en cuenta? ¿Para qué nos afligimos, si tú no lo notas?» Pero el día en que ustedes ayunan, hacen negocios y explotan a sus obreros. Ustedes sólo ayunan para pelear y reñir, y darse puñetazos a mansalva. Si quieren que el cielo atienda sus ruegos, ¡ayunen, pero no como ahora lo hacen! ¿Acaso el ayuno que he escogido es sólo un día para que el hombre se mortifique? ¿Y sólo para que incline la cabeza como un junco, haga duelo y se cubra de ceniza? ¿A eso llaman ustedes día de ayuno y el día aceptable al Señor?» El ayuno que he escogido, ¿no es más bien romper las cadenas de injusticia y desatar las correas del yugo, poner en libertad a los oprimidos y romper toda atadura? ¿No es acaso el ayuno compartir tu pan con el hambriento y dar refugio a los pobres sin techo, vestir al desnudo y no dejar de lado a tus semejantes? Si así procedes, tu luz despuntará como la aurora, y al instante llegará tu sanidad; tu justicia te abrirá el camino, y la gloria del Señor te seguirá. Llamarás, y el Señor responderá; pedirás ayuda, y él dirá: «¡Aquí estoy!» Si desechas el yugo de opresión, el dedo acusador y la lengua maliciosa, si te dedicas a ayudar a los hambrientos y a saciar la necesidad del desvalido, entonces brillará tu luz en las tinieblas, y como el mediodía será tu noche. El Señor te guiará siempre; te saciará en tierras resecas, y fortalecerá tus huesos. Serás como jardín bien regado, como manantial cuyas aguas no se agotan.
No sé qué tanto afecta nuestra vida el hecho de escuchar la voz de Dios en esta escritura, si estamos realmente en condiciones de pedirle al Padre que haga su voluntad en nosotros, estoy seguro que realmente nos sentiremos en Cristo y Él en nosotros cumpliendo el anhelo de nuestro redentor de ser uno en Él y con el Padre y el Espíritu Santo. Quiera Dios que cada día nos regocijemos en Él y hagamos su obra en este mundo en y para Él, en el nombre de Jesús.
.
[gview file=»https://comuniondegracia.org/blog/wp-content/uploads/2010/12/hambre-por-la-llenura-de-Dios.pdf»]