¡El evangelio sí es buenas noticias!

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Muchos cristianos están convencidos de que todos los que no profesaron a Cristo antes de morir, incluso los que nunca oyeron de Cristo, están ahora mismo en el infierno, en agonía inimaginable siendo horriblemente torturados por Dios, el Dios que ellos irónicamente proclaman como compasivo, misericordioso, amoroso y lleno de gracia. «Dios te ama», dicen algunos cristianos, «pero si no repites conmigo la oración del pecador, entonces mi Señor y Salvador misericordioso te torturará para siempre».

El evangelio de Jesucristo es buenas noticias y sigue siendo para siempre buena noticia, la mejor noticia imaginable, para absolutamente todos y todo. No es solamente buena noticia para los pocos que llegaron a conocer a Cristo antes de morir; es buena noticia para toda la creación; aun para todos aquellos que murieron antes de jamás haber oído acerca de Cristo. Cristo es el sacrificio expiatorio no solamente por los pecados de los cristianos sino por los pecados de todo el mundo (1 Juan 2:2)

Creador y Redentor

El Creador es también el Redentor de su creación. “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él. Y Él es (ha existido) antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen. Él es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, a fin de que Él tenga en todo la primacía. Porque agradó al Padre que en Él habitara toda la plenitud (de la Deidad), y por medio de Él reconciliar todas las cosas consigo, habiendo hecho la paz por medio de la sangre de Su cruz, por medio de Él, repito, ya sean las que están en la tierra o las que están en los cielos”. (Colosenses 1:15-20) “El mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero”. (1 Juan 2:2)

Si las personas saben esa verdad o no antes de morir no es lo que determina si es cierta o no. La reconciliación depende enteramente de Jesucristo, no de una acción humana o respuesta humana de cualquier tipo. Jesús dijo: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan 3:16). Es Dios quien amó al mundo y es Dios quien dio a su Hijo, y lo dio para salvar lo que amó: el mundo. Todo aquel que cree en el Hijo a quien Dios envió entrará en la vida eterna. (Mejor traducido como: la vida del siglo venidero). Este versículo no dice nada acerca de que esa creencia tiene que venir antes de la muerte física. De hecho, dice que los creyentes no se perderán, y ya que aún los creyentes mueren, debe ser obvio que «perderse» y «morir» no son la misma cosa. El creer evita que las personas se pierdan, pero no evita que mueran.

A lo que se refiere aquí Jesús con respecto a perderse, traducido de la palabra apoletai, es una muerte espiritual, no física. Tiene que ver con destrucción total, con ser abolido, terminado, o arruinado. Aquellos que creen en Jesús no llegarán a tal terminante final, sino que, entrarán a la vida (zoe) de la época venidera (aeonion). Algunos entran en la vida de la época venidera, o la vida del reino, mientras viven todavía en la tierra, pero en el gran esquema de las cosas, esto le sucede sólo a unos pocos de los que componen el «mundo» o «kosmos» que Dios ama tanto que envió a su Hijo para salvar. ¿Qué del resto? Este verso no dice que Dios no puede o no traerá a la fe a aquellos que mueran físicamente antes de creer. “Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él”. (Juan 3:17) La idea de que la muerte física es una barrera para la habilidad de Dios de salvar, o de su habilidad de traer a una persona a la fe en Cristo, es una interpretación humana; la Biblia no dice tal cosa.

“Está decretado (establecido) que los hombres mueran una sola vez, y después de esto, el juicio”. (Hebreos 9:27) Se nos dice que todos mueren, y después son juzgados. Pero recordemos que su Juez, gracias a Dios, no es otro que Jesús, el Cordero sacrificado de Dios que murió por sus pecados, y eso lo cambia todo. ¿De dónde sacamos la idea de que Dios sólo puede salvar a las personas vivas y no a las muertas? ¿Acaso no conquistó la muerte? ¿No resucitó de los muertos? Dios no odia al mundo; Él lo ama. No creó a la humanidad para el infierno. Cristo vino para salvar al mundo, no para condenarlo. “Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él”. (Juan 3:17)

Jesús tomó el lugar de la humanidad

Dios es absolutamente justo, y todos los pecadores son juzgados y condenados, pero el evangelio, la buena noticia, nos declara el misterio de que en Cristo, Dios tomó ese mismísimo pecado y su justicia sobre sí mismo ¡para nuestro bien! El infierno es real y horrible. Pero es precisamente ese infierno, el horrendo infierno reservado para los impíos, que Jesús tomó sobre sí mismo en lugar de la humanidad.  “Pues Dios hizo que Cristo, quien nunca pecó, fuera la ofrenda por nuestro pecado, para que nosotros pudiéramos estar en una relación correcta con Dios por medio de Cristo”. (2 Corintios 5:21 NTV) “A eso de las tres de la tarde, Jesús clamó en voz fuerte: «Eli, Eli, ¿lama sabactani?», que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mateo 27:46)

“Porque por gracia ustedes han sido salvados por medio de la fe, y esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios”. (Efesios 2:8) “Pero Cristo nos ha rescatado de la maldición dictada en la ley. Cuando fue colgado en la cruz, cargó sobre sí la maldición de nuestras fechorías. Pues está escrito: «Maldito todo el que es colgado en un madero»” (Gálatas 3:13) Todos los seres humanos no podemos alcanzar la gloria de Dios y merecemos la muerte (Romanos 3:23; 6:23), pero el regalo de Dios es vida eterna en Cristo (Romanos 6:23). Eso es la gracia.

La Gracia es para muchos

En Romanos 5:15, Pablo lo expresa de esta manera: “Pero no sucede con la dádiva como con la transgresión. Porque si por la transgresión de uno murieron los muchos, [este «muchos» se refiere a todo el mundo; no hay nadie que no lleve la culpa de Adán], mucho más, la gracia de Dios y el don por la gracia de un Hombre, Jesucristo, abundaron para los muchos”. [Los mismos «muchos»: absolutamente toda la humanidad]. Pablo está diciendo que aunque nuestra condenación por el pecado es muy mala (merece el infierno), no llega ni a la suela del zapato de la gracia y el regalo gratuito en Cristo. En otras palabras, la palabra de Dios de reconciliación en Cristo es increíblemente más fuerte que su voz de condenación en Adán; la una completamente eclipsa la otra («mucho más»).

Es por eso que Pablo nos dice en 2 Corintios 5:19 que «Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándoles en cuenta sus transgresiones…» Entonces, ¿qué de los familiares y amigos de aquellos que murieron sin haber todavía profesado fe en Cristo? ¿Les ofrece el evangelio alguna esperanza y aliento con respecto al destino de sus seres queridos muertos? Efectivamente, el Evangelio de Juan registra a Jesús declarando: «Y yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a TODOS a mí mismo.» (Juan 12:32) Esto es buenas noticias, la verdad del evangelio. Jesús no fijó un calendario, pero sí declaró que atraerá a todos a sí mismo, no sólo a los pocos que se dan cuenta quien es Él antes de que mueran, sino absolutamente a todos.

Con razón Pablo le escribió a los cristianos en la ciudad de Colosas que en Jesucristo, a Dios le agradó, fíjate bien, le agradó: «reconciliar consigo mismo todas las cosas, tanto sobre la tierra como en los cielos, habiendo hecho la paz mediante la sangre de su cruz» ( Colosenses 1:20 ). Esa es una buena noticia. Y es, como dijo Jesús, una buena noticia para todo el mundo, no sólo para unos limitados pocos. Pablo quería que sus lectores supieran que este Jesús, este Hijo de Dios resucitado de entre los muertos, no es sólo un líder de un nuevo y mejorado concepto religioso. Pablo les está diciendo que Jesús es nada menos que el Creador y Sustentador de todas las cosas (versículos 16-17), y más que eso, ¡Él es la manera de Dios de arreglar absolutamente todo lo que ha salido mal en el mundo desde los albores de la historia! (versículo 20)

En Cristo, estaba diciendo Pablo, Dios se ha movido una vez por todas para cumplir todas las promesas que le hizo a Israel; promesas de que un día actuaría en gracia pura para perdonar todos los pecados en todas partes y hacer todas las cosas nuevas. “Nosotros les anunciamos las buenas nuevas (el evangelio) de que la promesa hecha a los padres, Dios la ha cumplido a nuestros hijos al resucitar a Jesús, como también está escrito en el Salmo segundo: ‘Hijo Mío eres Tu; Yo Te he engendrado hoy».” (Hechos 13:32-33) “Y Él envíe a Jesús, el Cristo designado de antemano para ustedes. A Él el cielo debe recibir hasta el día de la restauración de todas las cosas, acerca de lo cual Dios habló por boca de Sus santos profetas desde tiempos antiguos”. (Hechos 3:20-21)

“Y el Señor herirá a Egipto; herirá pero sanará. Y ellos volverán al Señor, y Él les responderá y los sanará. porque el Señor de los ejércitos lo ha bendecido, diciendo: « Bendito es Egipto Mi pueblo, y Asiria obra de Mis manos, e Israel Mi heredad»”. (Isaías 19:22,25) “Yo hago algo nuevo, ahora acontece; ¿No lo perciben? Aun en los desiertos haré camino Y ríos en los lugares desolados. (Isaías 43:19) “El que está sentado en el trono dijo: «Yo hago nuevas todas las cosas.» Y añadió: «Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas.” (Apocalipsis 21:5) “La creación misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios”. (Romanos 8:21)

Buenas noticias para todos

¿Es la salvación sólo para los cristianos? Sí, claro que sí lo es. No es discutible. Pero en realidad ¿quiénes son «los cristianos»? ¿Son solo aquellos que repiten conmigo la oración del pecador? ¿Son sólo aquellos que son bautizados por inmersión? ¿Sólo aquellos que pertenecen a la «verdadera» iglesia? ¿Sólo aquellos que son absueltos por un sacerdote debidamente ordenado? ¿Sólo aquellos que han dejado totalmente de pecar? (¿lo ha logrado usted? Yo no.) ¿Sólo aquellos que llegan a conocer a Jesús antes de morir? O ¿es el mismo Jesús, al que Dios le ha entregado en sus manos marcadas por lo clavos todo juicio, quien va a juzgar quien sí y quien no va a ser incluido entre aquellos sobre los que tendrá misericordia?

¿Es posible convertirse en cristiano después de morir? El que conquistó la muerte y concede vida eterna a quien desea, decide cuándo podrá traer a una persona a la fe, o ¿somos nosotros, los sabios defensores de la verdadera religión, los que vamos a tomar esa determinación por Él? Todo cristiano llegó a ser un cristiano en algún momento, o sea, fue traído a la fe por el Espíritu Santo. Algunos sugieren que es imposible para Dios traer a una persona a la fe después de que esa persona ha muerto. Pero espere un momento, Jesús es quien resucita a los muertos. Y Él es el sacrificio expiatorio, no sólo por nuestros pecados, sino por los pecados de todo el mundo. (1 Juan 2:2)

«Pero en la parábola del rico y Lázaro», alguien alegará. «Abraham dice que hay un gran abismo entre este lado y el lado de donde están los muertos» (vea Lucas 16:29-31). Jesús no dio esta parábola como un libro de texto concerniente a la vida de ultratumba. Después de todo, ¿cuántos cristianos desearían describir el cielo como el «seno de Abraham» sin una mención del mismo Jesús en ningún lugar? La parábola era un mensaje para los miembros de la clase judía privilegiada del primer siglo, quienes habían rechazado al Mesías, no un cuadro de la vida de la resurrección. Y aún antes de que llevemos eso muy lejos, recordemos lo que Pablo escribió en Romanos 11:32: “Porque Dios ha encerrado a todos en desobediencia para mostrar misericordia a todos”.

En la parábola el rico todavía no se había arrepentido. Todavía se veía a sí mismo como superior a Lázaro. Todavía veía a Lázaro existiendo sólo para servir sus necesidades personales. Fue la incredulidad persistente del hombre rico lo que mantuvo fijo el gran abismo, no una arbitraria necesidad cósmica. Recuerde, Jesús mismo tiende un puente sobre el abismo que de otra manera es intransitable, de nuestra condición pecadora a la reconciliación con Dios. Dios está en el trabajo de salvar a la gente, no de torturarlos. Jesús es el Redentor, y creámoslo o no, Él es buenísimo en lo que hace. Él es el Salvador del mundo (Juan 3:17), no el Salvador de una fracción del mundo. “Tanto amó Dios al mundo» (Juan 3:16); no solamente a unos pocos. Dios tiene maneras, y sus maneras son mejores que las nuestras.

¿Ama Dios a sus enemigos? Jesús nos dice, «Amen a sus enemigos» (Mateo 5:44). ¿Creemos que Jesús odia a sus enemigos mientras nos pide a nosotros que los amemos, y que su odio explica por qué existe el infierno? Ciertamente creemos que Él ama a sus propios enemigos. Jesús nos pide que amemos a nuestros enemigos precisamente porque Él los ama. ¿Cuál fue la oración de Jesús por aquellos que lo mataron? «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.» (Lucas 23:34)

Las tinieblas de afuera

Ciertamente, aquellos que continúan rechazando la gracia de Jesús aún después de que la entienden, reciben el fruto de su propia terquedad. El lugar para las personas que no quieren entrar en el banquete del Cordero, es las tinieblas de afuera (otra metáfora que Jesús utilizó para describir el estado de alienación de Dios) “Átenlo de pies y manos y arrójenlo a las tinieblas de afuera, donde habrá llanto y rechinar de dientes.” (Mateo 22:13) “Ahora bien, arrojen a este siervo inútil a las tinieblas de afuera, donde habrá llanto y rechinar de dientes”. (Mateo 25:30)

Pablo hace una afirmación asombrosa en Romanos 11:32: “Pues Dios encarceló a TODOS en la desobediencia para poder tener misericordia de TODOS”. Las palabras griegas aquí sí significan todos, no algunos, sino todos. Todos son pecadores, y en Cristo a todos se les muestra misericordia; les guste o no; la tomen o no; lo sepan o no antes de morir. Y qué se puede decir de tal cosa, sino lo que Pablo dice en el siguiente versículo: «¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.» (versículos 33-36).

Pareciera que sus caminos son tan insondables, que muchos simplemente no pueden creer que el evangelio pueda ser tan bueno. Y algunos parecen conocer la mente de Dios tan bien, que justamente saben que los que murieron sin ser cristianos todavía, se fueron directamente al infierno. El punto de Pablo es precisamente que la increíble capacidad de la misericordia de Dios está simplemente más allá de nuestro entendimiento; un misterio revelado sólo en Cristo: Dios ha hecho algo en Jesucristo que nadie jamás hubiera imaginado en un millón de años. En su carta a los cristianos de Éfeso, Pablo dice que esto es lo que Dios tenía en mente desde el principio. “Incluso antes de haber hecho el mundo, Dios nos amó y nos eligió en Cristo para que seamos santos e intachables a sus ojos… Ahora Dios nos ha dado a conocer su misterioso plan acerca de Cristo, un plan ideado para cumplir el buen propósito de Dios. Y el plan es el siguiente: a su debido tiempo, Dios reunirá TODAS las cosas y las pondrá bajo la autoridad de Cristo, TODAS las cosas que están en el cielo y también las que están en la tierra”. (Efesios 1:4, 9-10)

Todos están incluidos

Dentro de ese plan, Dios llamó a Abraham, eligió a Israel y David, e hizo los pactos. “Dios no se lo reveló a las generaciones anteriores, pero ahora, por medio de su Espíritu, lo ha revelado a sus santos apóstoles y profetas. Y el plan de Dios consiste en lo siguiente: tanto los judíos como los gentiles que creen la Buena Noticia gozan por igual de las riquezas heredadas por los hijos de Dios. Ambos pueblos forman parte del mismo cuerpo y ambos disfrutan de la promesa de las bendiciones porque pertenecen a Cristo Jesús. Por la gracia y el gran poder de Dios, se me ha dado el privilegio de servirlo anunciando esta Buena Noticia”. (Efesios 3:5-7)

Dios salva a los extranjeros y forasteros. “No olviden que ustedes, los gentiles, antes estaban excluidos. Eran llamados «paganos incircuncisos» por los judíos, quienes estaban orgullosos de la circuncisión, aun cuando esa práctica sólo afectaba su cuerpo, no su corazón. En esos tiempos, ustedes vivían apartados de Cristo. No se les permitía ser ciudadanos de Israel, y no conocían las promesas del pacto que Dios había hecho con ellos. Ustedes vivían en este mundo sin Dios y sin esperanza, pero ahora han sido unidos a Cristo Jesús. Antes estaban muy lejos de Dios, pero ahora fueron acercados por medio de la sangre de Cristo”. (Efesios 2:12)

Dios salva aun a los impíos. “Cuando éramos totalmente incapaces de salvarnos, Cristo vino en el momento preciso y murió por nosotros, pecadores”. (Romanos 5:6)

Él en realidad atrae a todos los hombres a sí mismo. “Y, cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí”. (Juan 12:32)

El Hijo de Dios ha estado obrando en toda la historia desde el mismo principio, logrando la redención y la reconciliación de todas las cosas. “Por medio de él, Dios creó todo lo que existe en los lugares celestiales y en la tierra. Hizo las cosas que podemos ver y las que no podemos ver, tales como tronos, reinos, gobernantes y autoridades del mundo invisible. Todo fue creado por medio de él y para él”. “y por medio de él, Dios reconcilió consigo todas las cosas. Hizo la paz con todo lo que existe en el cielo y en la tierra, por medio de la sangre de Cristo en la cruz”. (Colosenses 1:16, 20)

El único camino a la salvación

La gracia de Dios tiene su propia lógica, una lógica que a menudo parece ilógica a los religiosos. En resumen, Jesucristo es el único camino a la salvación, y trae absolutamente a todos a sí mismo; a su manera, a su tiempo. Sería bueno que pudiéramos fijarnos en el hecho de que no hay ningún lugar para estar en el universo excepto en Cristo, ya que como Pablo dijo, nada existe que no ha sido creado por Él y sustentado por Él. (Colosenses 1:15-17) Aquellos que finalmente lo rechazan, lo hacen a pesar de su amor; no es que Él los rechace (al contrario; los ama, murió por ellos y los perdonó), sino que ellos lo rechazan a Él. C.S. Lewis lo expresó de esta manera:

«Sólo hay dos tipos de personas al final: aquellos que dicen a Dios, ‘hágase TU voluntad ‘ y aquellos a quienes Dios les dice, al final, ‘hágase tu voluntad’. Todos los que están en el infierno lo escogen. Sin esa elección propia, no podría haber un infierno. Ningún alma que seria y constantemente desee el gozo, lo perderá. Aquellos que buscan, encuentran. A aquellos que llaman, se les abrirá» (The Great Divorce [El gran divorcio], capítulo 9).

El evangelio declara que hay esperanza para aquellos que murieron sin haber todavía profesado a Cristo. Va a ser el Señor resucitado a quien encontrarán al otro lado de la muerte, y Él es el Juez; el que tiene la marca de los clavos en las manos, eternamente listo para abrazar y recibir a todas sus criaturas que vendrán a Él. Él los perdonó antes de que nacieran: “Incluso antes de haber hecho el mundo, Dios nos amó y nos eligió en Cristo para que seamos santos e intachables a sus ojos”. (Efesios 1:4) “Cuando éramos totalmente incapaces de salvarnos, Cristo vino en el momento preciso y murió por nosotros, pecadores”. (Romanos 5:6) El perdón ya se cumplió para ellos, tal como se cumplió para nosotros que creemos ahora.

¿Qué tienen que hacer para ser salvos los que murieron sin conocer a Cristo? Todo lo que resta para ellos ahora, es que reciban su regalo. Quizás algunos no lo hagan. Quizás algunos están tan dedicados a amarse a sí mismos y odiar a los demás que verán a su Señor resucitado como su enemigo. Eso es una lástima, no, es más que una lástima. Es un desastre de proporciones cósmicas, porque Él no es su enemigo. Porque Él los ama de todos modos. Porque Él los juntaría en sus brazos como la gallina junta a sus pollitos, si sólo lo dejaran. Pero es seguro decir, si usted cree pasajes como Romanos 14:11 y Filipenses 2:10, que la mayoría de las personas que mueren llegan a los brazos amorosos y misericordiosos de Jesús. “Toda rodilla se doblará ante Él”

Jesús salva

«Jesús salva», ponemos los cristianos en carteles y letreros. Es cierto. Él lo hace. Y Él es el autor y consumador de la salvación, el comienzo y la meta de toda la creación, incluyendo a todos los muertos. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, dijo Jesús. Más bien, envió a su Hijo al mundo para salvarlo (Juan 3:16-17). Indiferentemente de lo que algunas personas digan, Dios quiere salvar a todos (1 Timoteo 2:4; 2 Pedro 3:9), no sólo a unos pocos. Y ¿sabes qué? Él nunca se da por vencido. Nunca deja de amar. Nunca deja de ser quien es, era, y siempre será para la humanidad: su Creador y su Redentor. Nadie será pasado por alto. Nadie fue creado con el propósito de ser enviado al infierno.

Los pocos que terminen en el infierno; estarán allá por su propio obstinado rechazo de la gracia de Dios. No será porque Dios los odia, porque no es así. No será porque Dios es vindicativo, porque no lo es. Será porque odian el reino de Dios y rechazan su gracia, y Dios no les permitirá arruinar el gozo de los demás. El evangelio es el mensaje de esperanza para absolutamente todo el mundo. No tenemos que recurrir a amenazas del infierno para forzar a las personas a volverse a Cristo. Debemos proclamar la verdad, la buena noticia.

La buena noticia del evangelio

Dios te ama, no está enojado contigo. Jesús murió por ti y te ama tanto que te ha salvado de todo lo que te está destruyendo. ¿Por qué entonces seguir viviendo como si este mundo peligroso, cruel, impredecible e implacable es todo lo que existe? ¿Por qué no comienzas a experimentar el amor de Dios y disfrutar de las bendiciones de su reino? Tú ya perteneces a Él. Él ya ha perdonado tus pecados. ¿Qué esperas para venir a Él? Él cambiará tu pena en gozo. Él te dará paz de corazón como nunca la has conocido. Él le traerá significado y propósito a tu vida. Te ayudará a mejorar tus relaciones con los demás. Te dará descanso. Confía en Él. Él te está esperando con los brazos abiertos.

Este mensaje es tan bueno que tiene que rebosar de nosotros. Pablo escribió en Romanos 5:10-11: «Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación». ¡Qué esperanza! ¡Qué gracia! A través de la muerte de Cristo, Dios reconcilia a sus enemigos, y a través de la vida de Cristo, los salva. Con razón podemos gloriarnos en Dios a través de nuestro Señor Jesucristo; ya estamos experimentando en Él lo que le estamos diciendo a otros. Ellos no tienen por qué seguir viviendo como si no tuvieran un lugar en la mesa de Dios; Él ya los ha reconciliado, ellos pueden venir a casa.

Cristo salva a los pecadores. Esta sí es una buena noticia. Es la mejor noticia que alguien puede escuchar.

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Autor: Comunión de Gracia Internacional

COMUNIÓN DE GRACIA INTERNACIONAL [GRACE COMMUNION INTERNATIONAL], es una denominación evangélica activa en casi 100 países y territorios con una afiliación internacional de alrededor de 42 mil miembros y 900 congregaciones. Nuestra misión es “vivir y compartir el evangelio”. Creemos en la unidad espiritual de todos los creyentes en nuestro Señor Jesucristo. Le invitamos a reunirse con nosotros en nuestros servicios de adoración donde escuchará el evangelio de Jesucristo y conocerá a otros cristianos que están experimentando su relación con Jesucristo, así como usted.

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