El hombre desapareció en la multitud cuando los guardias llegaron. Tomás sintió que el calor en sus pies y sus piernas le estaba haciendo ampollas. Se obligó a ver hacia la multitud y allí vio los gorros rojos de tres de sus amigos. Recordó que ellos oraron junto a su cama en la celda, mientras se arrodillaban en el frío piso de piedra le dijeron: “Tomás, danos una señal cuando el fuego te toque. Si el dolor puede ser resistido, entonces una señal nos hará saber que estás contento con tu sufrimiento y glorificando a Dios. Tomás, si el dolor puede soportarse, levanta tus manos al cielo…” y el consintió.
Ellos no podían imaginarse el tormento cuando las olas de calor pasaron sobre su rostro. Tomás exclamó: “¡Padre, he aquí tu siervo! ¡Ten misericordia de mí! ¡Oh Dios, misericordia!
Entonces la multitud vio que Tomás Hauker de pronto se irguió contra el poste ennegrecido. Los que estaban a su lado vieron sus ojos fijos en sus amigos mientras sus pestañas se quemaban y sus cabellos comenzaban a desaparecer. Los que estaban frente a él, al otro lado de los tres amigos, lo vieron abrir su boca y comenzar a hablar a sus tres amigos en una voz lo suficientemente fuerte para que muchos lo escucharan, y los que lo escucharon quedaron atónitos. Sus amigos escucharon y miraron, porque aunque les estaba hablando no podría escuchar una respuesta. Sus palabra fueron una señal suficiente para ellos. “¡Cristo es el Señor del fuego!” La multitud aclamó furiosa al obispo: “¡Has condenado a otro santo!”. “¡Perdónalos!” Murmuró la voz desde el centro del fuego.
¿Cómo puede alguien en condiciones tan inhumanas decir que Cristo es el Señor? ¿Cómo resistió Tomás tan increíble castigo físico? ¿y qué de las personas de las que leemos en Hebreos? ¿Qué les dio el poder para resistir? ¿Qué nos da a nosotros el poder para soportar el ridículo por la causa de Cristo?
Lee Hebreos 12:1-3 y anota tus observaciones.
Para resistir por la causa de Cristo tu debes mantener tus ojos fijos en Jesús, el autor y consumador de tu fe. Miremos el ejemplo de alguien que tenía esta clase de enfoque en Dios: Josué.
Lee Josué 24:14-28 y anota tus observaciones.
El siguiente escrito fue encontrado en la habitación de un joven africano que fue martirizado por su fe en Jesucristo.
El credo de un valiente seguidor de Jesús
Soy parte de la hermandad de los sin vergüenza, la muerte ha sido anunciada, he pasado sobre la línea, la decisión ha sido tomada, ¡soy un discípulo de Cristo!
No miraré atrás, no desistiré, no regresaré, no disminuiré la velocidad ni me quedaré quieto. Mi pasado está redimido, mi presente tiene sentido, ¡mi futuro está asegurado! Ya terminaron mis sueños sin colores, mis visiones borrosas, mi hablar mundano, ya no tengo mis rodillas suaves, ya no doy miserablemente, mis metas ya no son pequeñas, ni camino sólo por donde veo.
Mi rostro está en alto, mi curso es rápido, mi meta es el cielo, mi camino es estrecho, mi ruta es difícil, mis compañeros son pocos, mi guía es confiable, mi misión es clara. No desistiré, no me callaré, oraré por la causa de Cristo. Debo seguir hasta que él venga, predicar hasta que todos sepan, trabajar hasta que él me detenga y venga por los suyos. Él no tendrá dificultad en reconocerme porque tengo un rótulo escrito con claridad.
Con esta clase de resolución nosotros, con la ayuda de Dios, tenemos la fortaleza para sobrevivir esta oleada cultural, o quizá hasta contrarrestarla. Naturalmente, somos una minoría, pero armados con las promesas de Dios, podemos tener un impacto espiritual que es mucho mayor que lo que sugiere nuestros números. Todo se resume en una sola pregunta: ¿Estamos dispuestos a pagar el precio?
¿Estás preparado para sufrir? ¿Estás dispuesto a tomar el credo de un verdadero seguidor de Cristo? ¿Estás dispuesto a vivir diariamente tu vida para Cristo, sin importar el costo o las consecuencias? ¿Estás dispuesto a hacer el pacto de valor y prometes resistir?
Pasa ahora un tiempo con Dios en silencio ante él y considera tu voto de resistir a pesar del costo.
|