Entre muchos movimientos esenciales del Espíritu Santo en nuestras vidas está el siguiente: prepararnos para el final de nuestra vida, sin miedo. Muchos de nosotros tenemos miedo de siquiera pensar en la muerte, mucho menos hablar de ella. Ese miedo nos puede esclavizar y nos puede robar la vitalidad.
El Espíritu Santo se mueve dentro de nosotros para ayudarnos a enfrentar la muerte con esperanza, sin miedo, con confianza tranquila, sin ansiedad. «La ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús», dijo Pablo (Romanos 8: 2), «me ha librado de la ley del pecado y de la muerte».
Lecturas Bíblicas: Salmo 90; Lucas 20:27-38; Filipenses 1:20-30
¿Cuál es la tasa de mortalidad en tu país? Las tasas de mortalidad se mantienen en 100 por ciento, y nadie entre nosotros es cada vez más joven. Todos moriremos algún día. ¿Tienes miedo a la muerte?
Entre los muchos movimientos esenciales del Espíritu en nuestras vidas está el siguiente: prepararnos para el final de nuestra vida, sin miedo. Muchos de nosotros tenemos miedo de siquiera pensar en la muerte, mucho menos hablar de ella. Ese miedo nos puede esclavizar y nos puede robar la vitalidad.
El Espíritu se mueve dentro de nosotros para ayudarnos a enfrentar la muerte con esperanza, sin miedo… con confianza y tranquilidad, sin ansiedad. «La ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús», dijo Pablo (Romanos 8: 2), «me ha librado de la ley del pecado y de la muerte»
Necesitamos arrepentirnos, cambiar nuestra forma de pensar sobre la muerte. A menudo hablamos de Dios como el que era, el que es y que ha de venir. El Dios que estuvo con nosotros en todo nuestro pasado. El Dios que está con nosotros ahora. Y el Dios que está por venir y va a estar con nosotros más allá de esta vida tal como la conocemos. La muerte nunca podría significar dejar a Dios, porque no hay ningún lugar donde podamos escapar de la presencia de Dios, como dijo el salmista (139:7). En cambio, la muerte significa simplemente dejar la presencia de Dios en este pequeño barrio de la historia que se llama presente. A través de la muerte, nos unimos a Dios en el vasto futuro para siempre en expansión, donde el pasado y el presente están siempre juntos.
Algunos eruditos religiosos trataron de atrapar a Jesús una vez con un conflicto entre el sentido moral y la creencia en el más allá. Si hay vida después de la muerte, le preguntaron, ¿significa que una mujer que enviudó siete veces en esta vida tendrá siete maridos en la próxima? Casi podemos verlos sonriendo, pensando que son muy listos para hacer caer a Jesús. En respuesta, Jesús les dijo que para Dios, todos los que han existido están vivos (Lucas 20:38).
El Estado Intermedio
El estado intermedio es la condición de los muertos hasta la resurrección del cuerpo. Los cristianos sostienen varios puntos de vista en cuanto a la naturaleza del estado intermedio en base a su interpretación de pasajes bíblicos relacionados. Algunos pasajes sugieren un estado intermedio consciente, y otros un estado inconsciente. La Comunión de Gracia Internacional cree que las dos posiciones deben ser respetadas. (Isaías 14:9-10; Ezequiel 32:21; Lucas 16:19-31; 23:43; 2 Corintios 5:1-8; Filipenses 1:21-24; Apocalipsis 6:9-11; Salmos 6:5; 88:10-12; 115:17; Eclesiastés 3:19-21; 9:5, 10; Isaías 38:18; Juan 11:11-14; 1 Tesalonicenses 4:13-14)
¿Los espíritus/almas de las personas continúan en existencia consciente después de la muerte física?
Consideremos ahora que el estado intermedio entre la muerte y la resurrección es un estado consciente. En este sentido, la muerte no es más que una puerta, un pasaje de una manera de vivir en la presencia de Dios en el presente a otra manera de vivir en la presencia en el espacio abierto que llamamos el futuro de Dios.
A veces conocemos al alguien que es «tan celestial que no es bueno para lo terrenal». Pero también hay una forma de ser tan terrenal que no es bueno para lo celestial. Pero hay una forma de tener mentalidad celestial que nos hace ser muy buenos en lo terrenal.
Para liberarte del miedo a la muerte, piensa en cómo la muerte va a cambiar tus valores, perspectivas y acciones. Creer que nada bueno se pierde, sino que todo lo bueno en ti será retomado y consumado en Dios, te libera de hacer el bien sin reservas. Nuestra red de relaciones no está limitada por la muerte en lo más mínimo. Pensar en esto te hace libre para vivir sin límites, amando a todos.
Entonces, ¿qué podríamos esperar que ocurra cuando morimos?
Nadie sabe a ciencia cierta, pero a la luz de la muerte y resurrección de Jesús, podemos esperar experimentar la muerte como un pasaje, como el nacimiento, el final de una etapa de la vida y el comienzo de otra. No sabemos cómo ese paso vendrá… como un lento deslizamiento por la enfermedad, como un ataque repentino o un choque en un accidente. Como sea que nos suceda, descubriremos que no estamos saliendo de la vida, sino entrando más profundamente en ella.
Por otro lado, podemos esperar experimentar como nunca antes la luz inimaginable o la energía de la presencia de Dios. Vamos a entrar en una bondad tan buena, una riqueza tan rica, una santidad tan santa, una misericordia y amor tan fuertes y verdaderos que todo nuestro mal, orgullo, lujuria, codicia, resentimiento y miedo se irán al instante de nosotros.
En ese momento vamos a entender más plenamente lo mucho que hemos sido perdonados, y así estaremos más que nunca llenos de amor… el amor de Dios que perdona, y con Dios, amaremos a todas las personas del mundo que han sido perdonadas como nosotros.
Podemos esperar a sentir una sensación de reencuentro, con los seres queridos que han muerto, también con nuestros tatara-tatara- tatara-tatara-abuelos y nuestros primos segundos, terceros y treintamilavos que nunca conocimos, pero con quienes estamos en realidad relacionados.
Ese sentido de relación que ahora sentimos con los familiares más cercanos se ampliará a toda persona que haya vivido. Y ese sentido de relación no se detendrá con los seres humanos, sino que se expandirá infinitamente hacia toda la creación de Dios.
Podemos esperar sentir el más exquisito sentido estar completo, de unidad e interrelación y armonía, un sentido de pertenencia y de conexión que sentimos sólo vagamente o torpemente en nuestros momentos más extáticos en esta vida.
Podemos esperar sentirnos diferente acerca de nuestros sufrimientos. Vamos a ver, no el dolor que tanto nos preocupa antes de morir, sino la virtud duradera, el valor y la compasión que se han forjado en nosotros a través de cada caída del martillo sobre el yunque de dolor. Así que vamos a bendecir nuestros sufrimientos y nos sentiremos acerca de ellos como nos sentimos acerca de nuestros placeres ahora. Lo que hemos sufrido o perdido lo sentiremos como nada en comparación con todo lo que habremos ganado.
Podemos esperar sentir un sentido ilimitado de «Ah, sí, ahora veo“. Lo que anhelábamos, buscábamos, tocábamos, pero no podíamos entender, y sabíamos en parte, será entonces tan claro. Y todo anhelo insatisfecho de este lado de la muerte, podemos esperar que se cumpla del otro lado de la muerte.
Podemos esperar sentir como si nos estamos despertando de estar medio dormidos, despertando en una explosión de pura, absoluta gratitud, y que de repente y plenamente nos damos cuenta de todo lo que hemos tenido todo el tiempo.
Podemos imaginar que la muerte será como zambullirnos o entrar en una gran ola en la playa. Pero no habrá miedo, porque el movimiento será el baile de Padre, Hijo y Espíritu Santo. La creciente ola será la vida y la alegría. Todo sentimiento será el amor, y entrarás más y más profundamente en él.
Normalmente no anhelamos el proceso de morir, y la mayoría de nosotros estaríamos contentos si el proceso de la muerte fuera lo más corto y menos doloroso posible. Pero si permitimos que el Espíritu Santo nos prepare para morir contemplando estos aspectos, podemos comenzar a comprender la doble tracción de la que Pablo escribió: «Para mí la vida es Cristo, y el morir es ganancia.»
Por un lado, sentimos un tirón para estar aquí en esta vida, disfrutando de la luz y el amor y la bondad de Dios con tantas personas que queremos, y con tanto buen trabajo que nos queda por hacer. Por otro lado, sentimos un tirón igual y opuesto hacia la luz, el amor y la bondad de Dios que experimentamos más directamente más allá de esta vida.
Muchos de nosotros recordamos la experiencia cuando niños de «esperar tu turno». Tal vez estabas esperando tu turno para montar un juego mecánico en la feria del pueblo, o esperando tu turno para jugar un juego, o esperando tu turno para deslizarte por una colina. Imagina la sensación de haber tenido tu turno en esta Tierra y de haber disfrutado a fondo. Ahora, estás listo para hacerte a un lado para dejar que otra persona tenga su turno. De esa manera, aun morir puede ser un acto de amor y generosidad: desocupar el espacio para dar cabida a los demás, especialmente las generaciones que aún no han nacido, al igual que otros dejaron vacante su espacio para que tú pudieras tener tu turno en esta vida. Tal vez el hecho de dejar que otros tengan su turno será una de nuestras acciones más maduras y generosas, un final apropiado para nuestra aventura en esta vida. En ese momento, será nuestro turno para graduarnos en una nueva aventura, más allá de todo lo imaginable.
Mientras caminamos este camino, no solo recordamos el pasado, también anticipamos el futuro, que se describe como un gran banquete alrededor de la mesa del gozo de Dios. Cuando se te termine esta vida, no tengas miedo. No vas a entrar en la muerte. Vas a pasar por la muerte hacia una mejor vida: el banquete de Dios. Confía en Dios, y vive.
Conversación:
- Cuéntanos acerca de alguien en tu familia que murió. ¿Qué recuerdas de ellos? ¿qué aprendiste de ellos?
- Comparte una historia acerca de un encuentro cercano con la muerte.
- ¿Cómo respondes a la idea de que las personas están esclavizadas por el miedo a la muerte?
- Que pensamiento o idea de la lección de hoy, te dejó especialmente intrigado, provocado, turbado, en duda, alentado, enojado, te advirtió, ayudó, o sorprendió?
Activar:
Busca un tiempo esta semana para reunirte con otro miembro de tu grupo en privado y hablen libremente acerca de sus propias muertes, a la luz de esta lección.
Medita:
Toma una de las imágenes de la muerte de esta lección: nacer, entrar en una ola, caer a través de esta vida a otra vida, despertar, pasar por una puerta y visualízalo en tu mente en la presencia de Dios hasta que sientas que la muerte puede ser tu amigo, no tu enemigo.
Lectura recomendada: Cuando Ludy entró al Cielo
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