Al comienzo de su ministerio el Señor Jesucristo subió a la barca de uno llamado Simón Pedro para predicarle a la multitud. Al terminar le dijo a Pedro que echara las redes para pescar. Pedro le dijo que habían estado pescando toda la noche sin ningún resultado. El señor insistió y entonces Pedro echó la red. La cantidad de peces era tal que no podía sacarla. Pedro llamó a sus compañeros de otra barca para que le ayudaran. Al ver el milagro Pedro cayó de rodillas ante Jesús y le dijo: apártate de mi Señor porque soy hombre pecador.
Muchos hombres y mujeres hoy no quieren venir a Cristo porque se sienten avergonzados. Han oído de Cristo pero su conciencia los acusa. Se sienten demasiado pecadores y aunque han tratado de superarse no lo han podido hacer. Sienten que tienen que ser buenos para venir a Dios. Les da pena alzar sus ojos a Cristo, pero es a esos a los que el Señor Dios está llamando para limpiarlos y transformarlos para hacer en ellos una obra para la gloria y la honra de Dios. Nadie es demasiado pecador para venir a Cristo.