¿Recuerdas que las iglesias tenían cementerios? ¿Qué pasó con eso? Quiero decir, ¿puedes imaginarte una mega-iglesia con un cementerio adjunto? No es exactamente sensible al buscador, ¿sabes? porque, admitámoslo, somos «sensibles» a los muertos. Sensibles en el sentido de que preferimos no pensar en ellos.
Excepto en la noche antes del Día de todos los Santos, cuando nuestra cultura nos recuerda que vivimos en comunidad con los muertos. Debido a la creencia de nuestra cultura de que la muerte es el último vencedor del cosmos, esta comunión provoca ansiedad, una ansiedad tratada mediante la asignación de un día cada año en el que podemos reirnos de ella.
Pero, históricamente, la Iglesia ha insistido en proclamar un tipo diferente de comunidad con los muertos. Generaciones de cristianos han adorado a Dios en la proximidad física a sus difuntos enterrados en el suelo detrás de la iglesia o en criptas bajo el piso de la iglesia. La «gran nube de testigos» es real. Cuando San Juan tuvo una visión de la realidad, se vio rodeado de «una gran multitud» de aquellos «que han salido de la gran tribulación,» los que «le adoran día y noche» (Apocalipsis 7:9, 14).
La muerte es un enemigo digno de burla, pero nuestra comunidad con los muertos no es lo que nuestra cultura piensa que es.
~ John Stonecypher
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