“Nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales”
¿Cuál es el contexto histórico y cultural de Efesios 6? Éfeso era un centro comercial del mundo romano del primer siglo. Los efesios eran aficionados a las religiones, filosofías y credos de todo el mundo conocido. Éfeso tambien era un centro de gran poder religioso, como sede del culto a la diosa Artemisa. Su templo era una de las maravillas del mundo antiguo.
Por su ubicación en el centro de una vasta red comercial, política y religiosa, ¿cómo se debía relacionar la iglesia con el mundo que la rodeaba? En su carta a los cristianos efesios, Pablo responde esta pregunta estableciendo primero un principio fundamental: Cristo ha hecho la obra de vencer al pecado y el mal, no nosotros. Somos salvos por la gracia de Dios por medio de la fe, la cual es un regalo. Por lo tanto, los creyentes deben vivir sus vidas de manera diferente al mundo pagano que los rodea. Ya que los cristianos reflejan la luz de Dios en medio del pecado y la oscuridad, Pablo les recuerda cómo deben conducirse en sus relaciones humanas.
En este contexto, Pablo observa que los enemigos de los cristianos están más allá de lo que se puede ver (6:12). Los poderes espirituales de la oscuridad están al acecho detrás de los sistemas de creencias, instituciones y líderes humanos. Pero, ¿qué deben hacer los cristianos ante este problema? En lugar de intentar deponer estos poderes, Pablo aconseja a los cristianos a simplemente estar preparados, estar equipados y resistir con firmeza ante las artimañas del diablo. (6:11, 13).
Luego Pablo se expande en una metáfora de Isaías 11:5, donde el Mesías es representado vistiendo un cinturón de justicia y una faja de fidelidad. Pablo compara los atributos de la guerra espiritual a la armadura que formaba parte del equipo de los soldados romanos (6:13-17). Pero estos atributos que Pablo menciona no son nuestros, sino de nuestro Señor. Pablo le advierte a los cristianos: “Revístanse ustedes del Señor Jesucristo” (Romanos 13:14)
El cinturón de la verdad. El cinturón era esencial para un soldado romano porque mucho de su equipo se sujetaba en el cinturón. La verdad es el elemento más fundamental para combatir la falsedad. Pero no es nuestra propia verdad la que lo hace, sino la de Jesucristo, quien es la verdad (Juan 14:6).
La coraza de justicia. Una coraza protegía los órganos vitales del soldado romano. Para un cristiano, la justicia es la defensa más efectiva contra el mal. La justicia de la que se habla aquí no es la nuestra sino la de Jesús.
Calzado con la disposición de proclamar el evangelio. Las botas y sandalias con clavos afilados le permitían a los soldados moverse rápidamente en terrenos ásperos y a mantenerse firmes al enfrentar al enemigo. Los cristianos están listos a atravesar tiempos difíciles y a mantenerse firmes al enfrentar el mal, gracias a la seguridad del evangelio.
El escudo de la fe. Así como los soldados usaban escudos para detener las lanzas y flechas encendidas del enemigo, también la fe bloquea a nuestro enemigo espiritual. Pero como nos recuerda Pablo en una parte anterior, esa fe es un regalo de Dios y no algo de nosotros mismos.
El casco de la salvación. Así como el casco protege la cabeza del soldado, nosotros somos protegidos por el conocimiento de que somos salvos y que nuestra salvación ya está segura por la obra de Jesús.
La espada del espíritu que es la palabra de Dios. Aquí Pablo usa el término para la espada corta de los romanos, usada para combate cercano. Para el cristiano, la espada es símbolo de la palabra de Dios, no nuestras propias palabras. Se nos recuerda que es la Palabra de Dios la que reprende los poderes espirituales, no la nuestra. Finalmente Pablo aconseja a los cristianos a permanecer alerta y orar.
Es interesante que Pablo no mencione la lanza, la principal arma de ataque de los soldados romanos. En este pasaje, la táctica de combate espiritual recomendada es permanecer firmes o resistir, porque Cristo ya venció los poderes de la oscuridad (Colosenses 2:15). Por lo tanto, podemos permanecer seguros, vestidos con la armadura de Cristo y protegidos por su poder.