La Trinidad – ¿es solo una doctrina?

por Mike Feazell –



Si le pides a diez cristianos de diez iglesias promedio que expliquen la doctrina de la Trinidad, probablemente recibirás diez explicaciones diferentes. La mayoría de los cristianos aceptan la Trinidad como una doctrina cristiana ortodoxa. Sin embargo, se verían en apuros si trataran de explicar por qué es importante dicha doctrina o cómo afecta sus vidas cristianas.

Por otra parte, tal como lo explica la autora Catherine Mowry LaCugna en el prefacio de su libro Dios Por Nosotros: “la Trinidad es una doctrina en donde la mayoría de las personas están de acuerdo en teoría, pero que tienen poca necesidad de ella en la práctica de la vida cristiana”. [God for Us  (Dios por Nosotros), Catherine Mowry LaCugna, Prefacio, pág. ix.]

Asimismo,  continúa la autora LaCugna: “Por un lado, se supone que la doctrina de la Trinidad es el centro de la fe. Por otro lado, tal como comentó Karl Rahner  (uno de los teólogos más influyentes del siglo 20) uno podría prescindir de la Trinidad como si fuera una doctrina falsa, y la mayor parte de la literatura religiosa virtualmente quedaría sin cambio alguno”.[ Idem, pág. 6.]

¿Hace alguna diferencia dicha doctrina?

No es de extrañar que la doctrina sea difícil de entender, y de que la mayoría de las discusiones acerca de la misma sean… bueno… aburridas.  Para el cristiano promedio, el tipo de personas que tienen familias que alimentar, empleos que atender y vidas que vivir, de cualquier modo, ¿qué diferencia haría una doctrina antigua como lo es la Trinidad?  Dios es Dios, ¿acaso no lo es él? ¿No es eso suficiente? Si él resulta ser el Padre, Hijo y Espíritu Santo en lugar de ser solamente el Padre, bien, está bien, pero eso realmente no cambia nada desde nuestro punto de vista, ¿no es así?

En realidad, sí importa. Importa mucho, de hecho —eso es exactamente lo que tú esperarías que dijéramos, porque después de todo, ¿qué otro motivo tendríamos para escribir un artículo acerca de una antigua y aburrida doctrina?

Para empezar, primero prescindamos de ir a través de las pruebas bíblicas para probar que la doctrina es correcta. Eso se puede encontrar en cualquier otra parte, incluyendo el sitio en español de la Iglesia de Dios Mundial (Grace Communion International): [visite idm.wcg.org y teclee “trinidad” en el rectángulo de “búsqueda”]. En su lugar, vamos a tomar algo de tiempo para hablar del por qué es importante la doctrina de la Trinidad, y en especial por qué es importante para ti.

Empecemos por considerar la idea popular de que Dios es un ser sólo, solitario que está “por allí” en algún lugar, observando la tierra, mirándonos, juzgándonos.

La actriz y cantante Bette Midler plasmó estos conceptos en la lírica de su melodía “Desde la distancia”: “Y Dios nos está mirando, y Dios nos está mirando, y Dios nos está mirando desde la distancia”.
Por otra parte, es como si Dios viniera en tres sabores. Primero, sabor vainilla. El fue el que primero armó el universo y luego lo expandió por sobre la bóveda celestial por unos cuántos billones de años y luego se fue a tomar una “siesta”. (Figurativamente hablando, tal vez él se despierta de vez en cuando para hacer algo agradable, tal como el tipo de Dios que representó el finado actor George Burns en la película Oh, Dios).

Segundo, Dios también viene con sabor a canela picante. Por lo tanto, él es el Dios que registra todo lo que hace cada persona, y al ver que todos echan a perder las cosas de vez en cuando, él se disgusta más y más cada vez.  Sus adoradores dicen que él se goza en ver a sus ofensores rostizarse poco a poco sin nunca dar término a este castigo.
Tercero, Dios también viene en sabor durazno. A él tal vez le caigas bien o no, y eso depende de muchas cosas, cosas que no están claras para las personas.

En ocasiones, este Dios viene en un sabor alterno, a la manera de un globo lleno de agua.  Tal vez pienses que un globo lleno de agua no es un sabor, pero lo es. Es masticoso, y la variedad de colores es interminable, y siempre tiene sabor “acuoso”.  Este Dios es un principio abstracto más que un ser supremo, es una clase de “espíritu de todo” con el cuál puedes tratar de contactar si vacías tu mente de todo pensamiento y permaneces sentado, quieto lo suficiente pero sin llegar a quedarte dormido.

Un Dios que quiere compartir

En realidad, el Dios de la biblia no es el Dios que muchas personas creen que es.

El Dios de la biblia es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Estas tres Personas divinas comparten un amor perfecto, gozo, paz, unidad y compañerismo. [Ten en mente que el Padre, Hijo y Espíritu Santo no son “personas” en el mismo sentido en que lo somos los humanos. No son tres Dioses, sino uno, y cada “Persona” de la Trinidad es distinta, pero no separada de las demás. Para mayor información, lee el artículo “Jesucristo de una sustancia con el Padre” en Odisea Cristiana Número 4, disponible en nuestro sitio web.] Y la razón por la cuál es importante que lo sepamos es que cuando la Biblia habla de que estamos “en Cristo”, significa que tenemos participación en esa clase de vida divina. Que así como Cristo es el amado del Padre, así también nosotros que estamos “en él”, somos también los amados del Padre.

Por lo tanto, significa que estamos incluidos en la familia del Padre. También significa que ya no somos fuereños o extraños en esa familia. Ni siquiera somos invitados distinguidos sino que somos uno de los “muchachos” de la familia, amados por el Padre, con libertad de andar por toda la casa, los jardines y con libre acceso al refrigerador.
Sin embargo, tienes el difícil problema de creer en eso. Sabes que eres un “bueno para nada.” Tú sabes lo que eres en realidad en lo más profundo de tu ser, por lo tanto, piensas que no le agradas a Dios. Y piensas, ¿cómo podrías agradarle? Ni siquiera te agradas a ti mismo. Así que basado en tu evaluación de lo que es “bueno o malo”, piensas que Dios probablemente está disgustado contigo y más disgustado está él con todos aquellos “buenos para nada” con quienes te encuentras en el tráfico todos los días.

No obstante, el punto principal de que Dios nos permite saber a través de las escrituras que él es Padre, Hijo y Espíritu Santo, y no solamente un Dios que “está por ahí” en algún lugar, es que sepamos que él realmente nos quiere y que realmente estamos hasta en los pormenores de sus planes. Y de nuevo, ¿cómo lo podemos saber? Porque Jesús, como sabes, es “Dios en nosotros” y “Dios en la carne,” el que el Padre envió no para condenar al mundo sino para salvarlo (Juan 3:17), es el Hijo del Padre y eso significa que ahora el Hijo del Padre es uno de nosotros. Y como uno de nosotros, pero aún siendo Dios y habiendo estado en la carne, nos condujo como a un ejército de desamparados hasta la misma puerta del Padre.

Por otra parte, recordemos que no lo merecíamos y ni tampoco lo ganamos. Ni siquiera lo solicitamos. Pero de cualquier manera él lo hizo, porque ese es exactamente el motivo por el cuál nos hizo en primer lugar—para que él pudiera compartir con nosotros la vida que él ha compartido eternamente con el Padre y el Espíritu Santo. Ese es él porque nos dice que nos hizo a su imagen (Génesis 1:26).

Mostrándonos al Padre

La salvación no se trata de un cambio de ubicación, flotar por allí a algún grupo de coordenadas secretas en el Cuadrante Delta llamado Cielo, como si ello fuera a solucionar todos nuestros problemas. Tampoco se trata de un nuevo super gobierno patrullado por policías angelicales a quienes no se les escapa ninguna infracción del código penal divino.

Más bien, la salvación es acerca de ser adoptado en la familia de Dios y de aprender a cómo vivir en ella. Y la Trinidad es el corazón de esta familia: El Padre (Siendo un poco técnicos —la primera persona de la Trinidad) nos amó tanto, a pesar de nuestros tropiezos que él mandó al Hijo (la Segunda Persona de la Trinidad) para hacer todo lo que fuera necesario para traernos a casa (Juan 1:1, 14).

Asimismo, el Padre y el Hijo enviaron al Espíritu Santo (la Tercera Persona de la Trinidad) para que viviera en nosotros y nos enseñara cómo vivir en la familia de Dios y gozarnos en ello, que fue para lo que fuimos creados, en lugar de ser unos eternos fracasados.

En otras palabras, el Dios de la biblia no es tres dioses separados en el sentido de que uno de ellos, con el temperamento desafiado por los humanos, el impredecible Padre, tiene que matar a todos los humanos para poderse calmar. Por consiguiente, el amoroso y dulce Hijo, viendo que Papá estaba a punto de perder los estribos, se presenta y le dice: “Bien, si vas a tener que matar a alguien, entonces mátame a mí, pero perdona a estas personas”.

Por lo anterior, la doctrina de la Trinidad es importante porque nos evita ver a Dios actuar en esta manera tan ridícula, y sin embargo, ese es el modo en el que mucha gente ve a Dios.

Si quieres ver como es el Padre, solo mira a Jesús, porque Jesús es la revelación perfecta del Padre. Es por este motivo que Jesús le dijo a Felipe en una ocasión: “Cualquiera que me ha visto a mí, ha visto al Padre.” (Juan 14:9). También, él expresó a la muchedumbre: “Yo y el Padre somos uno.” Por lo tanto, sabemos cómo se siente el Padre acerca de nosotros porque sabemos cómo se siente Jesús acerca de nosotros.

Para resumir lo anterior, Dios no es alguna clase de contador cósmico, aislado, “en algún lugar”, llevando registro de nuestras acciones para el día del juicio, ni tampoco son tres dioses con ideas muy diferentes acerca de cómo tratar con la humanidad. Más bien, el Dios de la Biblia es un Dios, quien es tres Personas divinas, en perfecto acuerdo y unidad, quienes se aman con un amor perfecto y quienes habitan en un gozo indescriptible, y quienes nos crearon con el propósito de compartir esa vida con ellos a través de nuestra adopción en Cristo, quien es eternamente el amado de su Padre.

Ese es el por qué sí importa la doctrina de la Trinidad. Si no entendemos a Dios en la manera como él se revela en la biblia, terminaremos con todo tipo de ideas raras, confusas y atemorizantes acerca de quién es Dios y de lo que él se propone hacer con nosotros uno de estos días.

Reconciliación para todos

Todavía no estás convencido, ¿verdad? Bueno, trata de leer esto de nuevo: “…cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8). Dios no esperó a que fueras suficientemente bueno para traerte a casa. Nadie puede ser suficientemente bueno, esa es la razón por la cuál él vino por ti para llevarte a casa. Cuando Pablo dice que Dios salva a los pecadores, está hablando de todos, ya que eso es lo que somos todos —pecadores (A propósito, si estás preocupado de que Dios se dé cuenta realmente de lo podrido que estás y de que te vaya a mandar un relámpago, tranquilo, él ya lo sabía desde antes y de todas maneras te ama) [ Tal vez disfrutes de repasar el artículo “¿Fue Jesús el Plan B?” en Odisea Cristiana Número 24, disponible en nuestro sitio web.].

Asimismo, Pablo recalca este aspecto en el versículo 10: “Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por su vida“.

¿Te diste cuenta de cómo Pablo habla de la reconciliación con Dios en tiempo pasado?

Jesús murió por nuestros pecados —tiempo pasado. Da a entender que Dios ya no guarda nuestros pecados en contra nuestra —punto. Ya han sido pagados. Jesús ya nos puso en buena reputación delante de Dios. Todo lo que nos resta por hacer es volvernos a Dios (arrepentirse), creer en las buenas nuevas (tener fe), y seguir a Jesús (permitir que el Espíritu Santo nos enseñe cómo disfrutar de la vida en la nueva creación).

Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”. Si pensamos en Dios de manera diferente a como él se ha revelado en la Biblia —como Padre, Hijo, y Espíritu Santo, quien nos hizo compartir su gozo mediante nuestra unión con Cristo Jesús —encontraríamos que estas palabras de Jesús son sobrecogedoras y desalentadoras.

Pero cuando conocemos a Dios en la manera como él se revela a sí mismo, podemos decir con toda seguridad de gozo lo siguiente: “Por consiguiente, no hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús…” (Romanos (8:1). “Porque agradó al Padre”, escribió Pablo a la iglesia colosense, “que en Él habitara toda la plenitud, y por medio de Él reconciliar todas las cosas consigo, habiendo hecho la paz por medio de la sangre de su cruz” (Colosenses 1:19-20).

Notemos, de acuerdo a Pablo, que toda la humanidad está incluida en esa reconciliación.

Por lo tanto, en la doctrina de la Trinidad, Dios se ha mostrado como el Dios que ama al mundo y que llama a cada persona a venir a Cristo y a tomar parte en el gozo de la vida dentro de la familia de Dios.
No existe persona alguna a quien Dios no quiera, a quien Dios no incluya, y a quien Dios no ame. En Cristo, siguiendo la guía del Espíritu, todos somos libres de las cadenas del pecado para venir al Padre cuyos brazos abiertos están dispuestos a recibirnos, si tan sólo quisiéramos.
Por todo esto que hemos visto es que es importante la doctrina de la Trinidad.  Sin esta doctrina daría lo mismo que nos uniéramos a los hititas (el antiguo pueblo pagano de los heteos, contemporáneo de la antigua Israel) quienes vivían temerosos de su dios Baal y esperaban el momento en que serían castigados con tormentas sobre sus cosechas o fulminados por los relámpagos.

Sin embargo, en Jesucristo, Dios ha tomado nuestra causa como la suya. De hecho, a través de la obra expiadora de Jesús, Dios nos ha sanado desde la cabeza hasta la punta de los pies, nos ha sanado el corazón y la mente, y nos ha hecho los mejores amigos del Hijo del Padre, aunque es más que eso, nos hizo hijos adoptados del Padre, hermanos y hermanas de nuestro Hermano mayor, y nos hizo miembros completos de la familia de Dios.

Con el apóstol Pablo, sólo podemos decir: “¡Gracias a Dios por su indescriptible don!” Odisea Cristiana

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Autor: Comunión de Gracia

COMUNIÓN DE GRACIA INTERNACIONAL [GRACE COMMUNION INTERNATIONAL], es una denominación evangélica activa en casi 100 países y territorios con una afiliación internacional de alrededor de 42 mil miembros y 900 congregaciones. Nuestra misión es “vivir y compartir el evangelio”. Creemos en la unidad espiritual de todos los creyentes en nuestro Señor Jesucristo. Le invitamos a reunirse con nosotros en nuestros servicios de adoración donde escuchará el evangelio de Jesucristo y conocerá a otros cristianos que están experimentando su relación con Jesucristo, así como usted.

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