¿Ha tenido alguna experiencia de pena y dolor? Entonces usted ha compartido la angustia de Job. Y como Job, puede encontrar a Dios más cerca de usted.
Por Paul Kroll
El libro de Job en la Biblia, es la historia de un hombre devoto que vivió hace miles de años. Pero la tragedia cubrió con sus alas a este hombre muy virtuoso. Cuando el libro se abre, notamos a Job que está a punto de perderlo todo; hijos, propiedades, riqueza, buen nombre e incluso la salud.
¿Por qué Job sufrirá tales tragedias? Porque, después de todo, Dios está a punto de retar al diablo probando la obediencia y la fe de Job.
Un gran reto
El prólogo o introducción al libro de Job nos dicen, a los lectores, el fondo del desafío de Dios y el sufrimiento de Job.
Escena I.- Nos invita a ver, detrás de la cortina, el trono universo-gobernante de Dios. Los seres angélicos están entregando informes de sus actividades. Satanás está entre ellos. El demonio ha estado recorriendo la tierra, inspeccionando sus dominios (Job 1:6-7; 1 Juan 5:19; Apocalipsis 12:9).
Los problemas de Job empiezan cuando Dios lo presenta a Satanás el diablo como un parangón de virtud. “¿Te has puesto a pensar en mi siervo Job?” Dios le pregunta a Satanás. “No hay nadie en la tierra como él; es un hombre recto e intachable, que me honra y vive apartado del mal”. (Job 1:8).
Aún así Dios le permitirá pronto a Satanás afligir a Job. Obviamente, Dios no está castigando a Job por pecar. El propio Dios dice que Job es «recto e intachable». Job sufre porque es el mejor de los hombres, no porque es el peor.
Satanás rechaza la apreciación de Dios respecto al carácter piadoso de Job. Él dice que Job obedece en una reacción cínica por obedecer y confiar en Dios (versículos 9-22). «¿Acaso Job teme a Dios por nada?» pregunta Satanás. Satanás insinúa que Job se comporta así solo porque recibe bendiciones de Dios. Job es sólo amigo debido a las circunstancias, insiste Satanás. “¿Acaso no están bajo tu protección él y su familia y todas sus posesiones? De tal modo has bendecido la obra de sus manos que sus rebaños y ganados llenan toda la tierra”.
Job y su familia. Ilustraciones de James Tissot
El desafío de Satanás
Satanás se burla del orgullo y regocijo de Dios, el hombre Job, quien es distinto a cualquier otro, no te ama, dice Satanás. Quítale a Job sus bendiciones y encontrarás que él no es ningún amigo tuyo. Satanás intenta hacer una apuesta con Dios. «Pero extiende la mano y quítale todo lo que posee, ¡a ver si no te maldice en tu propia cara!».
¿Realmente? ¿Job sólo ama a Dios por razones egoístas? Bien, veamos, la respuesta de Dios. Él le dice a Satanás,» Muy bien, entonces, todo lo que él tiene está en tus manos, pero a el hombre no le pongas un dedo».
Con el permiso de Dios, Satanás inmediatamente saca un manojo de trucos sucios de su bolsa de sufrimiento. Y los lanza contra Job, y el mundo de las tinieblas entra en este inocente hombre. Los rebaños y propiedades son destruidos por catástrofes naturales.
Pero Satanás comprueba que estaba equivocado. Después de que estas tragedias terribles golpean a Job, él rasga su túnica y afeita su cabeza. Él se hecha en el suelo en señal de adoración diciendo, «El Señor me dio y el Señor me lo quitó ¡Bendito sea el nombre del Señor!».
El autor del libro de Job tiene cuidado en señalar, «A pesar de todo esto, Job no pecó ni le echó la culpa a Dios».
El segundo reto
El tiempo pasa, un día, otra sesión de información angélica tiene lugar en el cielo. Dios reafirma a Satanás su disputa que Job verdaderamente ama a Dios y sus caminos (Job 2:1-7). Satanás de nuevo se burla de la fe de Job. “¡Una cosa por la otra! replicó Satanás. Con tal de salvar la vida, el hombre da todo lo que tiene. Pero extiende la mano y hiérelo, ¡a ver si no te maldice en tu propia cara!”
Dios nuevamente expresó confianza en Job. «Muy bien dijo el Señor a Satanás, Job está en tus manos. Eso sí, respeta su vida», instruye Dios a Satanás.
El diablo inmediatamente golpeó a Job con heridas putrefactas por todo su cuerpo. La caída de la casa de Job está completa. Parece en convertirse – sin su conocimiento o permiso – en una de las más grandes pruebas de la historia.
Job es ahora juzgado. Él debe contestar una pregunta vital. ¿Qué hará quién había confiado en Dios fielmente por ayuda y protección, con tanto sufrimiento? Esto parece insensato e injusto. ¿El justo Job rechazará a Dios o mantendrá su fe?
Hasta ahora, Satanás ha perdido cada vez. Se le ha probado que estaba equivocado respecto a la fe de Job y su relación con Dios. ¿Pero puede soportarlo Job? ¿Continuará confiando en Dios mientras se le presenten estos sufrimientos aparentemente interminables, con dolor y muerte a la vista? ¿Perseverará sin embargo Job aún cuando Dios parece haberlo desamparado? Ésa es la cuestión real.
Job puede verse, entonces, como una metáfora del sufrimiento cristiano. Cómo reacciona Job a la prueba de Dios dice algo sobre cómo debemos reaccionar nosotros a las pruebas. El libro nos pide que consideremos nuestra fe. ¿Nosotros continuaríamos confiando en Dios, y amar a Dios con todo nuestro corazón, alma y mente (Mateo 22:37-38) – incluso mientras estamos sufriendo por razones que no entendemos?
Un montón de ceniza
Escena 2. “Y Job, sentado en medio de las cenizas, tomó un pedazo de teja para rascarse constantemente” (Job 2:8). Job está sufriendo dolor y angustia. Está emocionalmente solo, atormentado, desconcertado y enfadado. Sus tres amigos que vinieron a confortarlo en cambio lo acosan emocional y verbalmente.
Los actores humanos en este drama no tienen ninguna idea que Dios está profundamente envuelto en la vida de Job en ese preciso momento. Ellos no tienen ningún entendimiento de lo que Dios está intentando lograr ni por qué Job está sufriendo terriblemente. No saben que está ocurriendo un problema cósmico.
Job oye las malas noticias
Job no entiende por qué le está ocurriendo este mal a alguien que tiene fe en Dios. ¿Por qué un Dios tan bueno permite que tales cosas terribles sucedan a alguien que, si no es perfecto, por lo menos es decente, un ser temeroso de Dios? Job, en resumen, hace la pregunta ¿» Por qué yo, Señor»?
En un montón de ceniza, los problemas son muy humanos, desconcertados y no completamente entendidos. Los amigos de Job estaban plagados por el incompleto y torcido conocimiento. Hacen juicios parciales o inclusive incorrectos acerca de las actividades de Dios. O aplican en forma errónea las observaciones generales a la situación específica de Job.
El prólogo nos ha dado una vista preliminar de la perspectiva celestial sobre Job. Nosotros sabemos que Dios está muy contento y complacido con Job. No importa que Dios haya suspendido su condición protegida de Job temporalmente. Existe una razón.
Job no es una víctima de tiempo y oportunidad sino una parte del propósito orquestado de Dios. Job no tiene ninguna idea que él es actor principal en una obra de moralidad, dirigida por Dios en la tierra. Hasta donde Job conoce, Dios ha desaparecido de su vida.
Job en un montón de ceniza
El clamor fundamental de Job
Job desesperadamente intenta resolver el misterio de su sufrimiento. Se esfuerza solo, tratando de buscar pistas. Ninguna aparece.
Job ora expectativamente. Dios seguramente intervendrá inmediatamente en su vida. Lo sanará de su enfermedad, aclarando al mundo entero lo que estaba pasando. Pero nada ocurre. La dolorosa enfermedad de Job mina su fuerza. Se pone cada vez más débil. Entonces se confunde más.
El lenguaje de Job a veces bordea lo irracional e incoherente. A veces parece casi delirante. Actitudes contradictorias suenan en sus discursos. Job recurre a Dios para que actúe antes de que sea demasiado tarde. A veces incluso desafía a Dios. «¿Por qué no me perdonas mis pecados? ¿Por qué no pasas por alto mi maldad? Un poco más, y yaceré en el polvo» (Job 7:21).
A través de su agonía, Job se empieza a desconcertarse, se vuelve perplejo, descorazonado, sin esperanza. En su peor pesadilla, Job ve a la muerte viniendo a la vuelta de la esquina de su vida, listo para envestirlo.
Job sabe que está acabándose. Se ve condenado a morir, arruinado y solo, como una persona odiada y despreciada. La desesperación de Job es descrita conmovedoramente a lo largo del libro. En una parte del relato él gime: «Mi ánimo se agota, mis días se acortan, la tumba me espera». (Job 17:1).
Aunque Job no ha hecho nada malo y ha suplicado desesperadamente pidiendo ayuda, Dios aún decide quedarse oculto. «A ti clamo, oh Dios, pero no me respondes; me hago presente, pero tú apenas me miras», se lamenta Job (Job 30:20).
Las circunstancias trágicas de Job desafían y contradicen todo lo que él siempre ha creído sobre Dios como un protector del bueno. La vida se ha vuelto demente para Job, y él se ha encerrado con llave en una celda de su propia mente.
Luchando con Dios
Job solo puede asumir que Dios lo está persiguiendo y escondiéndose de él. Arremete a Dios en el dolor y angustia. «¿Si he pecado, ¿en qué te afecta, vigilante de los mortales? ¿Por qué te ensañas conmigo? ¿Acaso te soy una carga?», se queja Job (Job 7:20).
Nosotros no debemos equivocarnos con el desaliento terrible de Job, su arremetimiento a Dios, con el escepticismo. La existencia de Dios no está en duda. Job sabe que en alguna parte del universo Dios debe estar. «¡Que me mate! ¡Ya no tengo esperanza! Pero en su propia cara defenderé mi conducta». Job clama en una creencia desesperada (Job 13:15). Todavía sigue confiando en Dios como su defensor, Job insiste, «yo sé que mi Redentor vive» (Job 19:25).
Entretanto, los amigos de Job se asustan por sus arranques contra Dios. Ciertamente, es confortador pensar, que el fuego de Dios está a punto de quemar a este hombre. Ellos tienen miedo de admitir que ninguna razón de causa-efecto existe en las pruebas dolorosas de Job. Ello implicaría que viven en un mundo insensato. ¿Cómo Dios podría ser justo y castigar a Job injustamente?
Job y sus tres amigos
La víctima es culpable
¿Su respuesta? Job obviamente debe haber pecado contra Dios. Sí, eso es. El pecado de Job es la causa de su sufrimiento. Dios lo está castigando. Los amigos le dijeron «si estás sufriendo es porque debes haber pecado». Es tiempo de culpar a la víctima. Aunque al principio vinieron a consolar a Job, terminan atacándolo implacablemente como un pecador horroroso.
Elifaz ampulosamente manifiesta: «¿No es acaso demasiada tu maldad? ¿Y no son incontables tus pecados?» (Job 22:5). Él y los otros dos amigos no entendían completamente bien la condición espiritual de Job y el propósito de Dios. Ellos, también, intentaron buscar al perpetrador del crimen, la causa del sufrimiento terrible de Job. Pero acusan a la persona equivocada; a Job el inocente.
En parte lo que los amigos dicen sobre la relación entre el pecado y la maldición, la virtud y la recompensa, es verdad. El pecado tiene un castigo (Romanos 6:23), Nosotros cosechamos lo que sembramos (Salmo 1; Gálatas 6:7). Pero los amigos de Job usan mal sus comentarios en el caso de Job. Ellos toman un principio general y apuntan a una persona específica: a Job. y la prueba específica que él esta sufriendo. Se asustarán al descubrir que estaban equivocados (Job 42:7-8).
En un montón de ceniza, los actores de todo el drama, Job especialmente, han estado haciendo preguntas de Dios y le han imputado lo motivos que tiene Él. Job ha defraudado a Dios. Los amigos han dado, permítanos decir, testimonios equivocados en contra de Job.
Desde la tempestad
Escena 3, Dios entra en medio de una tormenta a la presencia de Job. Ahora, es mi turno, dice. Yo lo interrogaré.
A lo largo de los diálogos entre Job y sus amigos, Job sobre todo, había exigido inmenso conocimiento de la manera en que funcionan las cosas, o deban funcionar, en este mundo. Job con la esperanza de un encuentro con Dios, dice: «Vean que ya he preparado mi caso, y sé muy bien que seré declarado inocente» (Job 13:18).
Ahora, desde la fuerte tormenta, Dios empieza a desafiar los reclamos de Job para su compresión: «¿Quién es éste, que oscurece mi consejo con palabras carentes de sentido?» (Job 38:2).
Desde el torbellino, Dios demanda a Job, «¿Corregirá al Todopoderoso quien contra él contiende? ¡Que le responda a Dios quien se atreve a acusarlo!» (Job 40:2). Dios dice a Job que no conoce sobre lo que está hablando cuando cuestiona la justicia de Dios. Él no va a responder a cualquier “Por qué” dicho por Job. Dios ha venido a interrogar. «Yo lo cuestionaré, y tu me contestarás», le dice a Job dos veces (Job 38:3; 40:7).
¿Cómo responde Dios a Job? Él esquiva cada pregunta que Job hace. En cambio, Dios da a Job un recorrido de apreciaciones de la naturaleza, recontando la grandeza de ella (Job 38:22; 39:19). ¿Es esto pertinente? De hecho, si.
El punto de Dios para Job, según Philip Yancey lo escribió en “Desilusión Con Dios”, es este: «Hasta que no sepa un poco más sobre cómo dirigir el universo físico, Job, no me puede decir cómo dirigir el universo moral».
¡Ah! Que tonto fui, piensa Job. Se da una palmada en su frente y pone su mano en su boca. Job entiende finalmente el error de su conclusión apresurada (Job 40:4). Comprende que su posición fue construida en la ignorancia. Comprende que Dios es lo bastante capaz de manejar el universo.
El más grande Dios
Job sabe ahora lo que le ha pasado. En alguna manera no lo puede entender totalmente. Fue elaborado para su beneficio, para beneficio de todos (Romanos 8:28). Job puede decir a Dios: «Yo sé bien que tú lo puedes todo, que no es posible frustrar ninguno de tus planes» (Job 42:2).
Job se convence ahora de la sabiduría infinita de Dios en su trato con él. Job sabe ahora que existe un propósito para su sufrimiento. El propósito de Dios, que realmente es bastante para él. Es escuchar la voz poderosa de Dios que truena en el torbellino y pone todo en la perspectiva de Job, él dice: ¡Dios está vivo!; ¡Dios está aquí!; ¡Dios cuida!; ¡Dios es capaz!
Job ha obtenido una respuesta, no la que esperó, pero si una mucho más importante. No importa que no pudiera dar una oportunidad para presentar su propio caso. Cuando Dios aparece, las preguntas de Job se funden precisamente porque Dios se ha revelado.
Sorprendentemente, Dios no condena a Job por poner un cerco contra él y su acusación. Dios sólo corrige el concepto erróneo de Job sobre su habilidad de gobernar la creación.
Para estar seguro, Dios reprende a Job porque Job lo condenó por su “injusticia”. Desde la tormenta, Dios abate a Job con estas preguntas: «¿Vas acaso a invalidar mi justicia? ¿Me harás quedar mal para que tú quedes bien?» (Job 40:8). Pero Dios no acusa a Job de pecado. Dios no lo llama injusto ni blasfemo.
Dios no condenará
¿Esto significa que nosotros también podríamos atrevernos a expresar nuestra frustración, nuestro enojo? ¿Incluso pedir cuentas a Dios en nuestra ignorancia y confusión, sin ser condenados por Dios? Terrible aunque parezca, pero sí podemos.
En las palabras de Philip Yancey: «Un mensaje intrépido en el Libro de Job es que usted le puede decir algo a Dios. Lance a él su pesar, su enojo, su duda, su amargura, su malestar, su desilusión. Él puede absorberlos todos. «Dios es mucho más grande de lo que nosotros somos.
Job también reconoce cuan grande es Dios. Después de oír el argumento de Dios, Job dice, «yo me desprecio y me arrepiento en polvo y cenizas» (Job 42:6).
¿Pero se arrepiente de qué? ¿De algún pecado específico? No, precisamente. Job explica, «Reconozco que he hablado de cosas que no alcanzo a comprender, de cosas demasiado maravillosas que me son desconocidas» (versículo 3).
No era que Job tenía que superar un pecado específico, sino que tenía que crecer en entendimiento. Job había sido demasiado apresurado concluyendo que Dios era injusto o inepto.
Job tenía una percepción más profunda, más clara de su Creador ahora. Pero este nuevo conocimiento era sólo un derivado del propósito real del sufrimiento de Job. La comprobación de la fe y de su amor.
En este caso, Dios demostró algo sobre Job, y Job necesitó saber algo sobre Dios y sobre él mismo.
El por qué del sufrimiento
El libro de Job, entonces, nos enseña que el sufrimiento puede ocurrir por razones que nosotros no entendemos a menos que, o hasta que Dios nos lo revele (vea Juan 1-7, por ejemplo).
Las pruebas pueden venir porque Dios necesita saber algo de un siervo fiel (Génesis 22:1-12). El sufrimiento de Job tenía un objetivo. Demostrar si él amaría a Dios a pesar de todo.
Este mensaje de Job tiene implicaciones profundas en la relación del cristiano con Dios. Las pruebas y sufrimientos proporcionan el enriquecimiento espiritual y construyen una relación entre nosotros y Dios (2ª Corintios 12:7-10; Hebreos 12:4-12; Santiago 1:2-4; 1ª Pedro 4:12-19).
Job también nos dice que no siempre existe alguna relación entre el sufrimiento y el pecado. Simplemente porque los cristianos sufren pruebas o tragedias no significa que Dios está castigándolos por algún pecado.
El libro de Job trata sobre mucho más del sufrimiento o la justicia de Dios. Job afirmó que Dios todavía es Dios, no importa que, Él siempre es digno de nuestro amor y nuestra reverencia hacia Él. Esa era la prueba de Job, y la pasó. Fue vindicado por permanecer fiel a Dios.
Job demostró que es posible para los seres humanos amar a Dios incondicionalmente. El sufrimiento había sido una oportunidad expansiva de Job para demostrar su fe. Dios había sido mucho más grande y Job mucho más pequeño.