Recientemente Dios me reveló de una manera especial el amor apasionado que él siente por nosotros y por nuestros hijos. Un sinsonte comenzó a construir su nido en un arbusto que se encuentra al lado de la ventana de mi cuarto. Todos los días miraba para ver cuánto había adelantado su labor. Un día miré y ví que el sinsonte estaba alimentando a tres diminutos polluelos. Yo admiraba su devoción, alimentar a sus hambrientos pajaritos, parecía tomarle el día entero.
Un día Ralph, el gato del vecino descubrió el nido. Oí los graznidos histéricos de la mamá pájaro y corrí a mirar por la ventana. Allí estaba Ralph sentado directamente debajo del nido. Sus intenciones eran obvias; la codicia se reflejaba en sus ojos y lo dejaba ver al mover su cola muy suavemente. Entretanto la mamá pájaro volaba hacia él y le picaba el rabo, pero sin lograr ningún resultado. Este horrible enemigo con sus malas intenciones no pensaba dejar el estratégico lugar que ocupaba.
En nombre de la solidaridad maternal salí a socorrer a la mamá pájaro con el tubo de metal que usamos para asegurar la puerta de cristal de nuestra casa. Esto no dio muy buenos resultados. Ralph sólo se movió hasta el final del bacón. No quería hacerle daño al gato del vecino así que no desistí de la idea de pegarle más duro con el tubo. Afortunadamente Charles vio lo que estaba sucediendo, sacó la manguera y mojó al gato. !En poco tiempo el gato desapareció!
Los polluelos sobrevivieron y ya abandonaron el nido, pero no sin enseñarme una lección muy valiosa acerca del amor de Dios. Dios muestra su gloria mediante su creación. Él dotó al sinsonte con ese instinto maternal. Los pájaros no son criaturas muy inteligentes, pero aman a sus hijos y se desviven por ellos. El sinsonte arriesgó su vida para proteger a sus polluelos. Esto es reflejo de un Dios que tiene las mismas intenciones, con la diferencia de que dio su vida por nosotros. En el evangelio de Mateo notamos como Dios describe sus sentimientos hacia el sufrimiento humano. Cuando Jesús estaba entrando a la Ciudad de Jerusalén poco entes de su crucifixión miró a la multitud y expresó su profunda aflicción y su anhelo por tener una relación especial que reflejara amor y protección. “!Jerusalén, Jerusalén …cuantas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!” (Mateo 23:37). Pienso que Dios usó a Charles para ayudar a la mamá pájaro a proteger a sus polluelos. ¿ No nos dice Él que aún cuida de los gorriones y que ninguno cae al suelo sin su voluntad?
¿Te preocupan tus hijos? Cobra ánimo así como yo, cuando nos arrodillamos y le imploramos a Dios por nuestros hijos no importa cuan difícil sean las circunstancias, podemos confiárselos a Él! Él cuidaba del sinsonte e hizo posible que nosotros pudiéramos ayudar a rescatar a la mamá y a sus polluelos del gato. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves del cielo? ¿Cuánto más Él escuchará nuestras sinceras oraciones por nuestros hijos?