Guadalajara, México
Hace algún tiempo, leí una historia acerca de un granjero y su hijo que iban camino a su puebloluego decomprar un costal de semillas, el cual llevaban sobre un burro. El hijo le dice a su papá:
–Papá, suba usted en el burro para que no se canse.- El hombre así lo hace. Al pasar por un pueblo escuchan a unas personas decir: – Mira, qué hombre tan aprovechado, el pobre niño caminando y él muy cómodo en el burro. Entoncesel hombre baja del burro y le dice al niño que se suba.
Siguen caminando y al pasar escuchan a otras personas: – ¡Qué muchacho tan mal educado! El pobre padre caminando y él muy desconsiderado sobre el burro. Padre e hijo se miran y el padre se sube también en el burro. Al pasar por otro lugar, alguien comenta: – ¡Pero qué par! Los dos muy cómodos y el pobre animal a penas puede caminar!Bajan ambos del burro y prosiguen su camino. Más adelante unos muchachos exclaman: ¡Par de tontos! El burro muy descansado y ellos que no saben para qué sirven estos animales!
Esta historia nos hace pensar en lo difícil que puede ser complacer a todas las personas.
Cuando nosotras nos sentimos seguras de ser amadas y aceptadas esta seguridad nos capacita para disfrutar de la vida. Pero al contrario, si una persona tiene un historial de rechazo, éste crea en ella sentimientos de inseguridad, dedicando mucho tiempo a preguntarse acerca de lo que los demás piensen de ella. Esta inseguridad y dolor sólo se calman al tener la aprobación constante de otras personas.Se llega a desperdiciar mucho tiempo y esfuerzo tratando de obtener la aprobación de los demás, para terminar sintiendo frustración porque no logramos agradar.
La buena noticia es que ninguna de nosotras tiene que sufrir por la inseguridad; hay una cura para esa necesidad de aprobación.
La voluntad de Dios es que estemos seguras, nos sintamos profunda e incondicionalmente amadas y aceptadas.Hemos sido recreadas en Cristo, se nos ha dado un nuevo comienzo, tenemos un gran futuro. Cuando Dios nos mira, el mira la justicia de su Hijo Jesús (2 Corintios 5:21) y no todo lo que hacemos mal o lo que está mal con nosotras.
La libertad llega cuando ponemos los ojos en Jesús “…..El autor y consumador de la fe…”.
Nuestros defectos seguro nos distraerán si nos pasamos pensando en ellos. O si estamos constantemente pensando en aquello que dijimos o hicimos mal.Es mejor confesar nuestras faltas ante Dios confiando en Él para que nos transforme a su propia manera y a su tiempo.
¿Cómo agradar a Dios? (He 11:6) La Biblia nos dice que sin fe es imposible agradar a Dios. Así que, necesitamos fe en Jesús para agradarle con todo nuestro corazón.
Podríamos hacer muchas buenas obras, pero sin fe, Dios sigue sin agradarse de nosotras. Muchas veces ponemos el enfoque en lo que hacemos pero nuestro enfoque debiera estar en lo que Jesucristo hizo por nosotras. Las personas que tienen un profundo deseo por agradar a Dios, buscan su voluntad. Puede que no se comporten perfectamente todo el tiempo, pero siguen hacia delante y siempre quieren mejorar.
Si pudiéramos ser perfectas en nuestro comportamiento,no necesitaríamos un Salvador yJesús hubiera venido en vano. (Luc. 5: 31-32).
Dios quiere que esperemos su aceptación como su regalo para nosotras. Viviren esta gracia es mejor que intentar ganarnos aceptación por medio de agradar a la gente con un comportamiento perfecto.
Aceptemos este regalo sobrenatural y maravilloso y abramos paso a la libertad, al gozo y a la paz “que sobrepasa todo entendimiento”