El evangelio de la prosperidad tan extendido en buena parte de la iglesia enseña que los cristianos hemos sido llamados para ser ricos ahora en este mundo. Se enseña que si usted siembra recibirá 100 veces más.
Las personas hacen cálculos y encuentran que ese es un excelente negocio. Si aportan 100 mil pesos recibirán DIEZ MILLONES DE PESOS. Sin dudas es algo muy atractivo. Y como se les muestra en la Biblia un versículo donde parece decir que eso es así, la gente dice: lo creo, lo confieso, lo decreto en el nombre de Jesús. Muchas personas van a las iglesias motivados por un interés económico, por interés en señales y milagros y pocos son realmente transformados a la verdad del evangelio de Cristo. En el mejor de los casos la verdad se predica por dinero.
En el tiempo de los apóstoles originales ya había líderes religiosos que se habían introducido a la iglesia y predicaban el evangelio por dinero. En 2 Pedro 2 el apóstol escribe: “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo como habrá entre vosotros falsos maestros… por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de ustedes con palabras fingidas”
El camino de la verdad es blasfemado porque a los ojos de los incrédulos es evidente que la iglesia se ha convertido en una maquinita de hacer dinero, de despojar a los ingenuos con falsas promesas y adulaciones y de hacer ricos a los lideres que se ufanan de su poder económico. Por esa razón muchos no quieren venir a las iglesias y otros se desilusionan de sus líderes y del camino de Cristo. Esa manera de predicación enfocada en adulación y falsas promesas – en palabras fingidas- se convierte en un tropezadero para que los muchos vengan a la sencillez del evangelio de Cristo. Al final las grandes mayorías quedan prevenidas y vacunadas en contra del evangelio.
En la tentación, el diablo desde un monte muy alto le mostró al Señor Jesús todos los reinos de la tierra y le dijo: a ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos, porque a mi me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tu postrado me adorares, todos serán tuyos. El Señor Jesús le respondió: vete de mi Satanás, porque escrito está: al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás. En el Evangelio de Mateo dice que Satanás le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos y le dijo: todo esto te daré si postrado me adorares. Es asombroso pensar que a Satanás le hayan sido entregados los reinos del mundo y que el Señor Dios lo haya permitido así.
Segunda Corintios 4:4 nos dice que Satanás es el dios de este mundo, de esta sociedad. Por eso en 1ra Juan 2:15, el apóstol Juan escribió: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre sino del mundo y el mundo pasa y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
El mundo aparenta tener gloria y por eso es atractivo. Muchas personas quieren tener las cosas que el mundo ofrece, porque buscan la admiración del mundo, que los hombres los admiren y envidien las cosas que tienen. Se dejan seducir por la mentalidad del mundo, quieren ser ricos ahora. Se dejan tentar por Satanás que les dice: te daré todo lo que quieras si me adoras. Pero el Señor Dios, el Señor Jesucristo, nos dice que lo más importante es buscarle a él y hacer Su voluntad porque el mundo y sus deseos pasarán pero los que hacen la voluntad de Dios permanecerán para siempre.
- Héctor Barrero