La influencia de Satanás es muy penetrante. Puede afectar al fuerte y al cauto, así como al débil y al inseguro. Él quisiera confundir y engañar a la raza humana de tal forma que nadie comprendiera la verdad.
La Biblia llama a Satanás “el dios de este mundo” (2 Corintios 4:4), no podemos estar completamente libres de su influencia. Contamina todos los aspectos de la vida de hoy, la política, la música, el entretenimiento y la educación. El apóstol Pablo describe a Satanás como “el que gobierna las tinieblas, según el espíritu que ahora ejerce su poder en los que viven en la desobediencia” (Efesios 2:2).
Satanás puede influir en las actitudes, los estados de ánimo y los sentimientos. Está sintonizado especialmente con las emociones negativas como la vanidad, el orgullo, la venganza y la codicia. Está listo para atizar las brazas del descontento en llamas de odio. Siempre está preparado para convertir cualquier pequeña tentación en la realidad del pecado. (La tentación cuando es resistida, no es pecado. Aún Jesús fue tentado por Satanás, pero no pecó). Dondequiera que estén los seres humanos, allí está él, esperando esos momentos en que un hombre o una mujer, o aún una nación puedan ser tentados, engañados y comenzar su camino a la ruina.
La influencia de Satanás como “dios de este mundo” terminará cuando sea removido por Jesucristo a su regreso. Pero mientras tanto, debemos cuidarnos de él. Tener cuidado, pero no temor. “Resistan al diablo y él huirá de ustedes”, aconseja Santiago 4:7.
Para resistir la influencia espiritual necesitamos poder espiritual. Los humanos somos seres físicos. ¿Cómo podemos tener poder espiritual para resistir a Satanás y adorar a Dios en “espíritu y verdad”?
La respuesta a esta pregunta también mostrará la única forma segura y legítima de contactar el mundo de los espíritus. Primero, recordemos que los seres humanos tenemos el potencial de ser transformados por Dios en seres espirituales e inmortales, por medio de la fe en Jesucristo y el Espíritu Santo viviendo en nosotros.
Jesús es el enlace vital. Él, siendo el Hijo de Dios, inmortal y eterno, nació en la tierra como ser humano. Jesús vivió su vida sin pecado. Luego permitió ser llevado a la cruz y murió, el sacrificio de un inocente por los pecados de otros. Por tres días permaneció en una tumba, hasta que resucitó y regresó al mundo de los espíritus.
Cuando regresó al cielo, dejó un grupo de personas que creyeron en Él y lo siguieron. Había sido su compañero constante por tres años y medio, guiándolos, enseñándoles, ayudándoles, animándoles, corrigiéndoles y confortándolos. Ahora se iba. ¿Qué sería de ellos? Jesús sabía que sin Él, ciertamente fallarían. Ellos necesitaban la fuerza y el poder de Dios. Así que prometió enviarles ayuda espiritual a ellos y a todos los que le siguieran. “Todo esto lo digo ahora que estoy con ustedes. Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho” (Juan 14: 25-26)
Les dio el poder del Espíritu Santo. Jesús está en el cielo hoy, a la derecha del Padre, comprende la fragilidad humana, es compasivo y misericordioso, Él sabe lo que necesitamos. El Espíritu Santo nos guía, nos anima y nos cambia. Él no nos obliga a hacer lo que es correcto. El Espíritu Santo nos da el poder para resistir el egoísmo, el orgullo, la codicia y la envidia. Al contrario de los espíritus demoníacos, el Espíritu Santo no se posesiona de nosotros.
Con su ayuda, nuestras vidas comenzarán a mostrar los frutos del Espíritu: “amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio” (Gálatas 5:22-23). El Espíritu Santo es el medio seguro y legítimo por el que los humanos podemos hacer contacto con lo que está más allá de nuestro mundo natural.
Nos espera una vida eterna en el reino espiritual con todo su poder y esplendor. “Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman. Ahora bien, Dios nos ha revelado esto por medio de su Espíritu, pues el Espíritu lo examina todo, hasta las profundidades de Dios (1 Corintios 2:9-10).
Podemos hoy mostrar los frutos del Espíritu Santo en nuestra vida. “Mi Padre es glorificado cuando ustedes dan mucho fruto y muestran así que son mis discípulos (Juan 15:8). Que Dios nos ayude a confiar en Él y a apartarnos de cualquier relación con las obras de la oscuridad. ¤