Pues aunque por fuera nos vamos deteriorando, por dentro nos renovamos día a día. 2 Corintios 4:16.
Esta escritura es muy emocionante. Nos dice que aunque nuestro cuerpo físico está envejeciendo, nuestro ser interior está en el proceso de renovación. Nuestra vida espiritual es novedad, no antigüedad. El punto es que tú no eres la misma persona que fuiste ayer. Puedes sentirte igual que ayer, pero la verdad es que con cada día que pasa cambiamos mentalmente, físicamente, emocionalmente y según las Escrituras, espiritualmente. Día a día el Espíritu Santo nos está cambiando espiritualmente al “ser transformados a la imagen” de Jesucristo (2 Corintios 3:18).
Una parte esencial de esa transformación es nuestra comunicación diaria con Dios. Algunos piensan que, ya que Dios está siempre presente y en todo lugar, no hay necesidad de contactarlo. Es como vivir en la misma casa con alguien, sabiendo que él o ella están siempre por allí, pero sin hablarle. Imagínate un matrimonio donde sabes que tu cónyuge está siempre allí en algún lugar de tu vida pero que raramente hablen uno al otro.
Hablar con Dios le trae al centro de tu vida. Es reconocer su presencia. Es establecer que tienes una relación activa con él. Significa que no tomas por esa relación a la ligera, que valoras contactarlo. Hablar día a día con Dios es parte de no perder el amor. Nos eleva. Renueva nuestro ser interior, nuestra alma.
Al principio de cada año se acostumbra hacer resoluciones para cambiar y hacer cosas que hemos dejado a un lado. Quizás tu contacto diario con Dios sea una de esas cosas que nunca logras cumplir. ¿Es tu caminar con Dios sólo ir a la iglesia cada semana? ¿Sólo superficial? Te animo a disfrutar de tener una relación día a día con Dios.
James Henderson