En Lucas 10 se relata que el Señor Jesucristo envió a 12 de sus discípulos para que fueran a las ciudades que estaban en el camino de Galilea a Jerusalén. Pero no los envió a todos juntos a una sola ciudad. Sino que los envió de dos en dos. Y la razón era clara: las ciudades posiblemente se hubieran sentido agredidas con un grupo tan grande de un momento a otro tomandose la ciudad. En cambio dos personas podían pasar prácticamente desapercibidas y sin embargo, cumplir la misión. Todo se trataba de alcanzar los contactos apropiados.
A veces creemos que para tomarse una ciudad con el evangelio necesitamos cientos de personas, marchas de cristianos con grandes pancartas, gritando consignas, retando a los habitantes a que se arrepientan. Pero el Señor Jesucristo nos dice que unas pocas personas que logren los contactos apropiados pueden hacer más bien a una ciudad que grandes multitudes vociferando grandilocuentes consignas.
Hector Barrero
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