PRINCIPIOS PARA UN MINISTERIO INFANTIL EFECTIVO
Ted Johnston
En ésta serie estamos examinando cinco principios para un ministerio efectivo hacia los niños. En el primer artículo, yo resumí todos los cinco usando el acrónimo B.R.I.N.G. para hacernos recordar que nuestro propósito es traer los niños a Jesús. Cada principio añade a nuestra efectividad para vivir prácticamente ésta responsabilidad. Ahora, pasaremos a examinar cada principio individualmente—empezando con el principio número uno: Bendecir a los niños con el amor de Jesús.
En los relatos de los evangelios, Jesús reconoció el gran valor de los niños. En una cultura que tendía a ignorar, y por lo tanto, a devaluar a los niños, Jesús puso en claro que Él veía a los niños como personas con gran valor ante los ojos de Dios. Jesús extendió Su alcance a los niños, recibiéndolos en Su presencia y bendiciéndolos (Mateo 19:14-15). En varias ocasiones Jesús se desvió de Su camino para sanar niños (Lucas 8:49-56). Él estaba dispuesto a ser “molestado” para poder ministrar a los niños.
Cinco Lenguajes del Amor
¿Cómo podemos extender nuestro alcance con el amor de Jesús para bendecir a los niños en nuestros hogares, vecindarios, iglesias y comunidades? Una clave es entender que el amor es como un lenguaje—debe ser hablado (expresado) y entendido (recibido). Aprender cómo un niño percibe y recibe el amor es esencial para aquellos que buscan bendecir a los niños con el amor de Jesús.
No todo niño habla el mismo lenguaje del amor. En Los Cinco Lenguajes del Amor de los Niños, Gary Chapman y Ross Campbell identifican cinco lenguajes del amor para los niños: (1) toque físico apropiado, (2) palabras de afirmación, (3) regalos, (4) actos de servicio y (5) tiempo de calidad. El libro explica cómo un adulto (tal como un padre/madre) puede generosamente extender amor a un niño usando un lenguaje del amor, sólo para encontrar que el niño no se siente amado porque él/ella no “habla” ese lenguaje particular.
Quizás el lenguaje del amor preferido/dominante en un niño es el toque físico apropiado, pero los padres, aunque generosos al darle regalos, están físicamente distantes del niño, y como resultado él/ella se siente no amado. Tenemos que ser cuidadosos para discernir cómo un niño recibe el amor y entonces extender nuestro alcance usando ese lenguaje del amor. Una de las maneras que los autores ofrecen para discernir el lenguaje del amor dominante en un niño es observar cómo el niño expresa amor hacia los demás.
Cuando trabajemos con un grupo de niños, necesitaremos hablar el amor en múltiples lenguajes del amor. En cuanto a eso, estoy agradecido por la obra de la iglesia Corazón de la Cruz en Lexington, Ohio, USA. Aunque pequeña, ésta vibrante congregación de la Iglesia de Dios Mundial enfatiza el alcanzar a los niños y los adolescentes con el amor de Cristo. Ellos comparten ese amor con los jóvenes usando múltiples lenguajes del amor.
Por ejemplo, ellos dan tiempo de calidad extendido hacia los niños a través de su ministerio automovilístico—manejando muchas millas todos los domingos para ir por los niños, traerlos a la iglesia y después regresarlos a sus casas. El viaje compartido provee el tiempo para edificar lazos de amor cristiano cuando los adultos dan atención de calidad a los niños y comparten palabras de afirmación que dicen “ustedes nos importan—nosotros los aceptamos y amamos”.
Algunas veces en el trayecto a casa, ellos les compran a los niños algún aperitivo (el lenguaje del amor que consiste en dar regalos), y en ocasiones organizan proyectos de servicio para ayudar a mejorar el medio ambiente del hogar de un niño (el lenguaje del amor que consiste en actos de servicio). Ellos también extienden afecto físico apropiado y cuidadoso (el lenguaje del toque físico), tal como una palmadita en la espalda o el hombro, o un abrazo apropiado no sexual. En varias maneras, al usar múltiples lenguajes del amor, cada niño puede recibir la bendición del amor de Cristo, extendida por un adulto afectuoso, prudente y comprensivo.
Tal amor cristiano tiene que ser dado incondicionalmente. Si el único tiempo que los niños reciben atención y afirmación es cuando ellos han hecho algo para agradarnos, rápidamente aprenden que nuestro amor es condicional, basado solamente en la conducta de ellos.
En El Regalo de la Bendición, Gary Smalley y John Trent señalan que se debe dar afirmación a un niño en base a quién es el niño (una persona con valor, que vale la pena y a quien Jesús ama) en vez de qué ha hecho o no ha hecho el niño. Es particularmente importante no fallar en ofrecer éste regalo de la bendición cuando la conducta de un niño sea decepcionante. De ésta manera, modelamos la gracia y el amor incondicionales de Dios que están en Cristo.