Cierto día se fue a meditar y a orar lejos del bullicio, y se refugió del calor del sol bajo la sombra de una higuera, y meditaba en las maravillosas profecías que anunciaban la liberación de Israel con la venida de su glorioso Rey y Salvador, el Hijo de Dios. “¿Cuándo será esto, Adonai? ¿Tendré el privilegio de ver a nuestro Mesías? Mira que tu pueblo sufre bajo este imperio extranjero, aunque muchos se han acostumbrado… pero yo se que tú tienes algo mejor para tu pueblo… ¡cuanto anhelo ver la salvación de Israel! ¡Cuanto anhelo ver renacer la esperanza de mi nación!…” Sus pensamientos fueron interrumpidos por una voz que le llamaba a lo lejos: “¡Natanael!, ¡Natanael!” Era su buen amigo Felipe… … Seguir leyendoTe vi debajo de la higuera