Asesoría Financiera | Por Craig Kuhlman | ||
¿Cuál es tu filosofía financiera según el artículo anterior: a) el que tiene la mayoría de juguetes gana; b) un centavo ahorrado/ganado; c) hacer mucho / dar mucho? Si eres como la mayoría, probablemente heredaste tu filosofía de tus padres.
Yo crecí con una filosofía de «la mayoría de juguetes gana». Cuando era joven, le pregunté a mi padre cuánto tiempo tenía un año y me dijo: «Doce pagos». Esto se hizo muy interesante cuando me casé con alguien que se crió con una filosofía diferente.
Nan y yo fuimos novios durante nuestros cuatro años de estudios universitarios antes de casarnos. Porque yo tenía un trabajo a tiempo completo y vivía en casa mientras asistía a la universidad a tiempo parcial en la noche, tenía un montón de dinero para salir con ella. Antes de ser novios, ella nunca comía palomitas de maíz o dulces en la sala de cine. Ya de novios, la llevé a cenar en restaurantes, le compré joyas y perfumes, pagué sus gastos para asistir a las convenciones de la iglesia, etc. A ella le encantaba esto. Después de regresar de nuestra luna de miel y “combinar” nuestros balances, ella cayó en un pequeño estado de “shock”.
En ese momento yo estaba haciendo los pagos en dos autos deportivos. Tenía más de 6 mil dólares en deuda de tarjetas de crédito. Había pedido dinero prestado a mis padres para actualizar mi ropa de trabajo, así como para financiar nuestra luna de miel en Río de Janeiro. El padre de Nan la crió con una perspectiva de “centavo ahorrado” y mi enfoque para el dinero no era aceptable, a pesar de los grandes momentos de derroche que tuvimos mientras éramos novios. Agregando a su desgracia, poco después de que nos casamos, le dije que me gustaría aplicar a la universidad de nuestra iglesia, dejar los grandes puestos de trabajo que teníamos, y mudarnos al sur de California.
El año siguiente fue un gran cambio. Trabajamos juntos bajo un programa de austeridad “centavo ahorrado” para apretar nuestro presupuesto y prepararnos para la mudanza. Durante esos doce meses consideramos como derroche comprar simplemente un helado y un café en el centro comercial. Limitando los gastos, ahorrando casi cada dólar posible, y con la venta de algunos activos antes de la mudanza, nos las arreglamos en doce meses para pagar toda la deuda y tener 10 mil dólares en reservas para el traslado.
La mayoría de los errores financieros se hacen al centrarse sólo en el presupuesto en lugar de su impacto en el balance general. El presupuesto es un estado financiero que registra los ingresos esperados, los gastos y lo que sobra. Cuando todos los ingresos no se gastan, se acumula el capital (creación de riqueza). El balance es un estado financiero que registra lo que es propiedad (activos), las deudas (pasivos) y el valor neto resultante. Cuando se gasta más que los ingresos, se disminuye el capital mediante la creación de un pasivo (pagos de dos autos deportivos, deudas de tarjetas de crédito, préstamos a los padres, etc.).
El error financiero viene de pensar que me puedo permitir el pago (el impacto en el presupuesto) sin tener en cuenta el impacto en el capital (endeudamiento y la reducción del patrimonio neto). El capital es lo que se refleja como la línea inferior de la hoja de balance (patrimonio neto).
Administrar esta dinámica, y la interacción entre estos dos estados financieros es una buena práctica para la creación de capital. Como administradores de la riqueza de Dios necesitamos administrar ambos para ser realmente efectivos.
Independientemente de la filosofía con la que fuiste criado, toma en cuenta que puede cambiar con el tiempo para satisfacer las cambiantes circunstancias.◊
Craig Kuhlman es Vicepresidente Ejecutivo y Director General de fideicomisos de una entidad financiera y cuenta con más de 30 años de experiencia en asesoría financiera con bancos y clientes de inversiones.
Este artículo fue publicado en la Revista Odisea Cristiana No. 48
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