Paulina de Barrero
El Sufi Bayazi dice acerca de sí mismo: “De joven yo era un revolucionario y mi oración consistía en decir a Dios: “Señor, dame fuerzas para cambiar el mundo”. A medida que fui haciéndome adulto y caí en la cuenta de que me había pasado media vida sin haber logrado cambiar a una sola alma, transformé mi oración y comencé a decir: “Señor, dame la gracia de transformar a cuantos entran en contacto conmigo. Aunque sólo sea a mi familia y a mis amigos. Con eso me doy por satisfecho”. Ahora que soy un viejo y tengo los días contados, he empezado a comprender lo necio que he sido. Mi única oración es la siguiente: “Señor, dame la gracia de cambiarme a mi mismo”. Si yo hubiera orado de este modo desde el principio, no habría malgastado mi vida”
A veces la vida y el tiempo lo dedicamos a que los demás cambien su forma de ser y su forma de actuar. Esperamos lo mejor de los demás, que se comporten a la altura de nuestros parámetros, intereses y necesidades. Esto no está mal, pero lo más importante en nuestra relación con los demás es mirar de una manera objetiva y planeada ¿En qué áreas tengo yo que cambiar?, ¿En qué áreas tengo que mejorar?, ¿Cuáles son mis debilidades?. Cambiar implica crecimiento, madurez. Hay hábitos que tenemos que cambiar, formas de ser y de actuar; maneras como estamos tratando a los demás.
Podemos establecer cambios en nuestra vida si examinamos cómo está nuestra relación con Dios. Esto es lo primero y es la base para tener estabilidad y buenas relaciones con los demás. Tómese un tiempo y anote en un papel cómo está su relación con Dios. ¿Ha crecido en su fe y en su conocimiento de Él? ¿Siente que tiene una experiencia más profunda con Él respecto al año pasado? ¿Cómo está su tiempo devocional? De acuerdo al tiempo que le dedique a su relación con Dios serán los resultados. Es como cuando durante un buen período mantenemos una dieta bien balanceada y saludable. Esto va a estimular el buen funcionamiento del organismo, nos vamos a ver rozagantes y llenas de energía. Por eso es importante anotar las áreas en las que vea que tiene que cambiar en su relación con Dios.
Luego anote algunos puntos en los que usted crea que tiene que cambiar con respecto a su relación con los demás. Pídale a tres personas cercanas a usted, que la conozcan bien, que le anoten en un papel en qué cosas debe mejorar y por qué. Esté dispuesta a recibir la crítica ya que va a ser el parámetro que le indicará cómo la ven los demás. A veces nosotras mismas no somos conscientes de algunos puntos débiles que tenemos y mientras no los conozcamos, no va a haber el deseo de cambiar ni de ser mejor cada día.
Por último, vaya delante de Dios y pida Su ayuda para poder cambiar. Él es el que verdaderamente nos conoce, nos ama y nos está moldeando. Permitámosle que nos cambie y haga de nosotras esas mujeres de honor para Él. Recuerde la escritura de Filipenses 4:13 “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”