Diezmar es la práctica de dar un décimo de nuestros ingresos a Dios. El diezmo se ordenó bajo el Antiguo Pacto (Deuteronomio 14:22-29). Por los días de Jesús, el diezmo estaba todavía vigente (Mateo 23:23). Era el medio de apoyar a los sacerdotes y Levitas que sirvieron al templo en Jerusalén.
El diezmo se menciona sólo ocho veces en el Nuevo Testamento, cada una en referencia al Antiguo Pacto o como práctica judía contemporánea.
Hoy, todo el Antiguo Pacto, con sus ordenanzas es obsoleto (Hebreos 8:13). Ha sido hecho a un lado (Hebreos 7:12, 18-19). El diezmo ya no es una obligación. El Nuevo Testamento pone nuevos principios de dar voluntariamente. No hay ninguna prescripción de un porcentaje de nuestros ingresos bajo el Nuevo Pacto.
Continúan, sin embargo, las necesidades financieras dentro del Nuevo Pacto. El evangelio de Jesucristo no puede volverse universal sin algunos medios para lograr el trabajo de evangelización. Se invierte dinero para buscar a los incrédulos y cuidar del pueblo de Cristo.
Hay también necesidades caritativas y humanitarias. El apóstol Pablo citó el ejemplo de las iglesias de Macedonia que dieron para ayudar a los cristianos empobrecidos de Jerusalén que dieron generosamente, incluso al punto de hacer sacrificios (2ª Corintios 8:1-5). El principio del amor en el Nuevo Testamento nos anima a que vayamos más allá de la llamada del deber.
Podemos honrar a Dios devolviéndole algunas de las bendiciones que Él nos da. Aunque no es requerido, algunos cristianos consideran al diezmo como un porcentaje legítimo para ser usado como una guía para el dar. Para algunos, sin embargo, un diezmo puede ser demasiado poco. Para otros, imposible. El nivel del dar es un asunto de conciencia individual, no es una prescripción exacta.
El diezmo –de hecho todo lo que se da – es una expresión voluntaria del culto y la mayordomía –un acto de pura generosidad de alguien que no está bajo ninguna obligación. El sólo hecho de dar refleja la adoración del creyente, la fe y amor a Dios quien es la fuente de salvación y el dador de todas las cosas buenas.
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