Paulina de Barrero
Bogotá, Colombia
¿Algunas veces las palabras que usted ha dicho le han causado problemas? ¿Ha dicho cosas que usted en realidad no quería decir? Seguramente estaba furiosa, hizo algunos comentarios hirientes y más tarde se arrepintió de lo que había dicho, pero ya no había forma de borrar lo que usted dijo.
Cada día entramos en contacto con muchas personas, familiares, amigos, compañeros de trabajo. Lo que decimos y cómo lo decimos nos afectará positiva o negativamente, tanto a nosotras mismas como a los que nos escuchan.
Decir las cosas correctamente en el momento apropiado es lo que marca la diferencia entre el éxito y el fracaso. Es por esta razón que es tan importante: ¡PENSAR ANTES DE HABLAR!
En Proverbios 29:20 leemos “ ¿Te has fijado en los que hablan sin pensar? ¡Más se puede esperar de un necio que de gente así! Y en Santiago 1:19 leemos: “Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse”
Es muy tentador, especialmente si se encuentra furiosa, decir lo primero que se le viene a la mente. Pero ¡Deténgase! Pare por unos segundos y piense a cerca de lo que va a decir. Usted puede decidir mantener su boca cerrada y esperar a un mejor momento y lugar para responder. Asegúrese de que lo que va a decir es realmente lo apropiado. Pregúntese si el comentario que va a hacer es realmente de ayuda. Si duda, no diga nada, tome su tiempo y escuche.
Muchas veces no somos buenas para escuchar. Esto hace que nos perdamos de detalles importantes que nos ayudarán a emitir un mejor juicio. En Proverbios 18:13 leemos: “Es necio y vergonzoso responder antes de escuchar” Ser buenas oyentes, nos ayudará a ser más eficaces con los comentarios que hagamos.
Pidámosle a Dios sabiduría para decir lo correcto en el momento apropiado, para tener control de nuestro hablar.
Una mujer que es cuidadosa en lo que dice tendrá paz en su mente y será bendecida en otras formas. Será de bendición para los que están a su alrededor. En Proverbios 13:3 leemos: “El que refrena su lengua protege su vida, pero el ligero de labios provoca su ruina”
Dígase a usted misma:” Soy guarda de mi boca. Y debo pensar siempre, antes de hablar”