Creer, fe, salvación, una relación personal con Dios. ¿Qué significan estas palabras para mí? Más aún, ¿qué significan estos conceptos para mí?
Lo confieso. No lo sé todavía.
Desearía saberlo. Sé que mi vida carece de algo en un área donde debería haber respuestas a estas preguntas.
Conozco las palabras. Comprendo las doctrinas. Sería demasiado fácil sólo aparentar, decir y hacer todas las cosas correctas y tratar de engañarme a mí mismo y a todos los que están a mi alrededor haciéndoles creer que verdaderamente tengo mi vida bajo control. Pero en mi corazón, ¿qué habría logrado más allá de comprometer mi honestidad?
Como pecadores todos hemos incurrido en la pena de la muerte y no podemos hacer nada físicamente que pueda erradicar esa sentencia. Es solamente por medio de nuestra aceptación de Jesucristo y su sacrificio que podemos abrazar el regalo de la salvación. La salvación no es algún premio al final de una severa prueba considerando que la vida de uno no ha sido lo suficientemente buena. Una de las críticas principales a la enseñanza de la salvación por gracia es que en alguna forma promueve el vivir siendo tan malos como queramos, y que con tal que se acepte a Cristo todo está bien.
Estoy sorprendido, sin embargo, por la simplicidad de lo que ellos parecen ignorar.
Creyentes honestos
Para aquellos viviendo cómodamente bajo una enseñanza de la salvación por medio de obras, la carga puede ser pesada, pero al menos es tangible. «Si hago realmente esto, esto y esto seré salvo».
El requisito para la salvación por medio de la gracia es más difícil realmente. Hacer no es ya la cuestión. Uno debe de creer.
No solamente decir las palabras, sino verdaderamente, honestamente creer. Esa clase de creencia no puede ser producida artificialmente, debe llegar por medio de la fe.
Aunque Juan 6:44 provee algún consuelo de que las preguntas que me cuestiono en mi propia vida son normales y no pueden ser contestadas por mí mismo, no entiendo cómo aquellos que dicen tener una relación personal con Jesucristo pueden malentender tanto las implicaciones de la salvación por medio de la gracia.
¿Cómo puede usted creer honestamente en Jesucristo y todavía ir al mundo e intencionalmente hacer lo incorrecto?
Eso simplemente no concuerda
Los cristianos no son salvos por guardar la ley. Pero los cristianos no están nunca libres de la realidad de que la pena por sus pecados ha sido pagada. ¿Cómo podrían entonces ir exhibiendo con ostentación la maldad delante de su Salvador?
Pablo les aclaró a los romanos que la gracia no les daba libertad para vivir una vida de pecado: «¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?» (Romanos 6:1-2).
El autor desea permanecer anónimo.