En los últimos días de diciembre me martillaba una imagen en mi mente: que todo gira alrededor de un núcleo. En un instante no planeado vino a mi mente la bella canción de Elton John, que sirvió de tema para la película “El rey león”: “Círculo de la Vida” que nos invita a tomar las cosas con seriedad para lograr tener sabiduría y experiencia:
Foto por estrelas e limóns“Desde el día en que al mundo llegamos y nos ciega el brillo del sol.
Hay más que mirar, donde otros sólo ven,
más que alcanzar en lugar de soñar.
Son muchos más los tesoros de los que sí podrán descubrir.
Y bajo el sol protector con su luz y calor aprender todos a convivir.
En un ciclo sin fin. Que lo envuelve todo.
Y aunque estemos solos debemos buscar.
Y así encontrar nuestro gran legado.
En el ciclo, el ciclo sin fin.
Es un ciclo sin fin. Que lo envuelve todo.
Y aunque estemos solos debemos buscar.
Y así encontrar nuestro gran legado.
En el ciclo, el ciclo sin fin”.
La poesía de esta canción nos invita a reflexionar acerca de lo que sucede a nuestro derredor, y aprender a mirar donde otros sólo ven, debemos aprender a mirar con los ojos de Cristo quien vive en nosotros ya que Él es quien nos lleva en sí mismo porque nos ha comprado con su sangre para Dios; y nos ha puesto en esta tierra, engarzada al tiempo y al espacio, donde todo se mueve en ciclos: los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren; los pueblos nacen, se desarrollan, alcanzan su más alto esplendor y decaen.
El pueblo de Dios no es la excepción: el mejor ejemplo es el libro de los Jueces, así como los 2 de los Reyes y los 2 de Crónicas; donde vemos la vida en ciclos que se repiten como la corriente de un río que se renueva constantemente, tal como es la vida misma de los humanos, por eso necesitamos de Cristo, quien es Eterno y nos rescata de esta rueda sin fin de la vida.
Sin embargo, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador como Rey de Reyes y Señor de Señores, estaremos expuestos al efecto del círculo de la vida, así que aprovechemos el hecho de que ya estamos en Cristo para con sus ojos “mirar donde otros sólo ven”.
Un año más; lo recibimos con alegría y esperanza, esperanza de que será mejor que el que termina y para los cristianos, esperanza de crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, de hacer la obra y la voluntad de nuestro Dios, de acercarnos al momento culminante de la creación, cuando el reino de Dios sea una realidad para todos, sin excepción de personas.
Un año más, que como un ciclo comencémoslo con la esperanza de inundarnos de Cristo para “mirar donde otros sólo ven”, para “alcanzar en lugar de soñar”. Para “Aprender todos a convivir”, sabiendo que lo hacemos en Cristo; y más que “encontrar”, apreciar los tesoros que ya son nuestros, enumerados en el capítulo 1 de la carta a los Efesios:
“Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en las regiones celestiales
con toda bendición espiritual en Cristo.
Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo,
para que seamos santos y sin mancha delante de él.
En amor nos predestinó para ser adoptados
como hijos suyos por medio de Jesucristo,
según el buen propósito de su voluntad,
para alabanza de su gloriosa gracia,
que nos concedió en su Amado.
En él tenemos la redención mediante su sangre,
el perdón de nuestros pecados,
conforme a las riquezas de la gracia
que Dios nos dio en abundancia con toda sabiduría y entendimiento.
Él nos hizo conocer el misterio de su voluntad
conforme al buen propósito que de antemano estableció en Cristo,
para llevarlo a cabo cuando se cumpliera el tiempo:
reunir en él todas las cosas,
tanto las del cielo como las de la tierra.
En Cristo también fuimos hechos herederos,
pues fuimos predestinados según el plan
de aquel que hace todas las cosas conforme al designio de su voluntad,
a fin de que nosotros,
que ya hemos puesto nuestra esperanza en Cristo,
seamos para alabanza de su gloria.
En él también ustedes, cuando oyeron el mensaje de la verdad,
el evangelio que les trajo la salvación, y lo creyeron,
fueron marcados con el sello que es el Espíritu Santo prometido.
Éste garantiza nuestra herencia
hasta que llegue la redención final del pueblo adquirido por Dios,
para alabanza de su gloria.
(Efesios 1:3-14)
Así que nuestra prioridad más grande al comenzar este nuevo año sea Alabar a Dios con nuestra nueva vida en Cristo, gozando de la comunión con el Padre y el Espíritu Santo, y no nada más este año, sino por la eternidad.
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