En ocasiones, nuestra realidad humana interfiere con nuestro creer en la Realidad que es más real que la nuestra: la realidad de Dios. Después de su resurrección, Jesús permite a Tomás tocar sus heridas para que se dé cuenta que la realidad de Dios va más allá de nuestras limitaciones. Tomás deja de ser un incrédulo, y se convierte en Tomás El Creyente.