Para resumir, en los capítulos 2 y 3 hemos visto los problemas espirituales profundos en la iglesia, por lo menos en la provincia romana de Asia, al final del primer siglo. Los cuidados de esta vida, el poder penetrante de la sociedad alrededor de los miembros y las males actitudes espirituales han bloqueado la visión de la iglesia de Cristo de un grado u otro.
Para muchos miembros en las siete iglesias, el mundo parecía ser la única realidad. Ellos tenían una necesidad desesperada de ver entre bastidores, como él era, y descubrir la realidad inadvertida de Cristo y de Dios. Los miembros necesitaron reenfocar en sus mentes el poder real del universo, el lugar dónde la salvación yace, en Jesucristo, nuestro Salvador.
Apocalipsis toca este tema en los capítulos 4 y 5, revelando donde está la verdadera salvación de la iglesia, la obra salvadora del Cordero. El sistema mundial del mal del que muchos fueron presa, será juzgado por Dios y será reemplazado por su reino eterno, los Nuevos Cielos y la Nueva Tierra. Allí es donde termina la historia en Apocalipsis.