Dios no se ha mantenido inmaculadamente esterilizado en algún cielo herméticamente sellado. Él no es un enorme Ego aferrado a su distante e invulnerable Majestad, negándose a ceder ni un milímetro. No, él se convirtió en uno de nosotros, literalmente, con sudoración, sed, sufrimiento, incluso hasta el punto de ser cargado con nuestros pecados hasta el punto de morir.
–Mike Mason