Un Estudio de 2ª Pedro 1
Por Michael Morrison
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a segunda carta de Pedro está escrita a los que por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo han recibido una fe tan preciosa como la nuestra (v. 1, NVI). Esto podía aplicar a los cristianos en cualquier lugar, por lo que la carta de Pedro es llamada una epístola general (algunas veces llamada una epístola católica, según la palabra griega katholikos, que significa general), porque no fue escrita a una iglesia específica.
Estamos familiarizados con la enseñanza de Pablo de que recibimos la justicia por la fe en Cristo. Pedro le ha dado vuelta a esto al decir que recibimos la fe a través de la justicia de Cristo. Debido a que Cristo es bueno, Él ha hecho posible que nosotros tengamos la fe que necesitamos para aceptarlo.Tenemos una relación con Dios sólo por Su misericordia.
Pedro entonces saluda a los lectores: Que abunden en ustedes la gracia y la paz por medio del conocimiento que tienen de Dios y de Jesús nuestro Señor(v. 2). La paz viene de conocer a Dios, según Él se revela a nosotros en Jesús.
Asegurándose
Pedro empieza el siguiente verso diciendo, Su divino poder, nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir como Dios manda. Toda la salvación es un regalo, a través de conocer a Cristo—al darnos el conocimiento de Aquel que nos llamó por Su propia gloria y bondad (v. 3).
A través de la gloria y bondad de Dios, Pedro dice, así Dios nos ha entregado sus preciosas y magníficas promesas para que ustedes, luego de escapar de la corrupción que hay en el mundo debido a los malos deseos, lleguen a tener parte en la naturaleza divina (v. 4). El regalo de la salvación no sólo muestra la bondad de Dios, también muestra Su gloria—muestra que Él es digno de adoración.
¿De cuáles aspectos de la naturaleza divina podemos participar? Amor, gozo, paz, bondad, santidad y vida eterna. La salvación incluye no sólo una vida futura, sino también el poder en el presente para escapar los deseos pecaminosos que solían controlarnos. Éste autocontrol no es un requisito para la salvación, sino un beneficio de la salvación. En Cristo somos libres del pecado para que podamos caminar en Su justicia.
Ya que Dios nos ha dado Su poder, Pedro nos aconseja: esfuércense por añadir a su fe, virtud; a su virtud, entendimiento; al entendimiento, dominio propio; al dominio propio, constancia; a la constancia, devoción a Dios; a la devoción a Dios, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor (vv. 5-7). Por supuesto, éstas cualidades no vienen necesariamente en ésta secuencia—crecemos en todas éstas áreas al mismo tiempo sin nunca alcanzar la perfección en ninguna.
Pedro entonces nos da ésta promesa: Porque éstas cualidades, si abundan en ustedes, les harán crecer en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, y evitarán que sean inútiles e improductivos (v. 8). Sí, si estamos creciendo espiritualmente, el conocimiento que Dios nos da no será un desperdicio. Él nos enseña y nos fortalece para hacer una diferencia en nuestras vidas.
En cambio, el que no las tiene es tan corto de vista que ya ni ve, y se olvida de que ha sido limpiado de sus antiguos pecados (v. 9). Si no estamos tratando de mejorar, entonces seremos improductivos. El conocimiento de la gracia y misericordia de Dios debe causar que queramos el crecimiento espiritual y el agradar a Aquel que nos salvó.
Ya que Dios nos ha salvado y nos ha dado fortaleza espiritual, Pedro nos exhorta: esfuércense más todavía por asegurarse del llamado de Dios, que fue quien los eligió. Si hacen éstas cosas, no caerán jamás y se les abrirán de par en par las puertas del reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (vv. 10-11). Pedro no dice qué sucederá si fracasamos—él simplemente nos exhorta a ser diligentes. Nuestro esfuerzo será ricamente recompensado.
Pedro conoce nuestras debilidades y la necesidad de frecuentes recordatorios. Sin embargo, él no quiere que su exhortación sea recibida como un insulto, por lo que comenta: Por eso siempre les recordaré estas cosas, por más que las sepan y estén afianzados en la verdad que ahora tienen. Además, considero que tengo la obligación de refrescarles la memoria mientras viva en ésta habitación pasajera (tienda de campaña) que es mi cuerpo (vv. 12-13). Pablo también usa la metáfora de una tienda de campaña como un cuerpo (2 Cor. 5:1-10); la idea es que el cuerpo físico de una persona es una habitación temporal para una vida espiritual. El cuerpo será resucitado (1 Cor. 15) y Dios nos dará un hogar eterno (1 Cor. 15:53; 2 Cor. 5:1). Pedro no nos dice tanto como nos gustaría saber sobre éste tópico (ni tampoco Pablo), porque tiene un propósito diferente: exhortar para el crecimiento cristiano.
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La Transfiguración muestra que Jesús tenía gloria divina incluso antes de Su resurrección; y la gloria que Pedro vio entonces, hizo que él entendiera más fácilmente y le creyera a Jesús cuando prometió que regresaría con poder y gloria.
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Él usa la metáfora de la tienda de campaña para describir su propia muerte: porque sé que dentro de poco tendré que abandonarlo, según me lo ha manifestado nuestro Señor Jesucristo. También me esforzaré con empeño para que aun después de mi partida ustedes puedan recordar éstas cosas en todo tiempo (2 Pet. 1:14-15). Al ver Pedro que su tiempo de partir se acerca (la tradición dice que Nerón lo mandó matar en el 64 D. C.), él pone sus exhortaciones por escrito para que tengamos un recordatorio regular de que nuestro Salvador quiere que continuemos creciendo.
La base de la autoridad
Pedro también recuerda a los lectores acerca de su base de autoridad: Cuando les dimos a conocer la venida de nuestro Señor Jesucristo en todo su poder, no estábamos siguiendo sutiles cuentos supersticiosos sino dando testimonio de Su grandeza, que vimos con nuestros propios ojos (v. 16). Nosotros no fabricamos las historias en cuentos elaborados, dice él. Ni tampoco son mitos (como las fábulas de Aesopo) diseñadas para enseñar la verdad a través de eventos imaginarios. No, éstas cosas acerca de Jesús realmente ocurrieron—nosotros estuvimos ahí y lo vimos.
Él entonces usa la Transfiguración como un ejemplo:Él [Jesús] recibió honor y gloria de parte de Dios el Padre, cuando desde la majestuosa gloria se le dirigió aquella voz que dijo: «Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con Él.» [Mat. 17:5]. Nosotros mismos oímos esa voz que vino del cielo cuando estábamos con Él en el monte santo (2 Ped. 1:17, 18).
De todas las historias que Pedro pudo haber contado, ¿por qué escogió la Transfiguración, en vez de la resurrección o la ascensión? Quizás éste fue el evento más revelador para Pedro—cuando él escuchó una voz distintiva del mismo Dios. La Transfiguración muestra que Jesús tenía gloria divina incluso antes de Su resurrección y la gloria que Pedro vio entonces, hizo que él más fácilmente entendiera y le creyera a Jesús cuando Él prometió que regresaría con poder y gloria.
Pedro también parece referirse a la Segunda Venida en los siguientes versos: Esto ha venido a confirmarnos la palabra de los profetas, a la cual ustedes hacen bien en prestar atención, como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día y salga el lucero de la mañana en sus corazones (v. 19). Pedro nos señala a las profecías del Antiguo Testamento sobre el Día del Señor, y necesitamos vivir con el conocimiento que el día de las recompensas llegará.
Las profecías son fidedignas no sólo porque hemos visto cumplidas muchas de ellas—son confiables porque Dios causó que fueran escritas. Ante todo, tengan muy presente que ninguna profecía de la Escritura surge de la interpretación particular de nadie. Porque la profecía no ha tenido su origen en la voluntad humana, sino que los profetas hablaron de parte de Dios, impulsados por el Espíritu Santo (vv. 20-21).
Los profetas tampoco fabricaron sus historias y no siempre entendieron cómo serían cumplidas las predicciones. Pero las profecías vinieron de Dios según el Espíritu Santo causó que fueran escritas. Esto no significa que Dios dictó el deletreo exacto de cada palabra, o la selección precisa de cada palabra. Pero el significado vino de Dios, y se puede confiar en el mensaje.