A Tomás se le abrieron los ojos mientras observaba a la gente del pueblo moviéndose rápidamente. Pudo escuchar los sonidos de la gente murmurando, otros llorando y otros riendo. Su corazón latió más fuerte al comprender la realidad de la situación que se le acercaba.
Pudo sentir la tensión en el aire cuando de pronto una voz dijo: “Tomás Hauker, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, y de su Majestad la Reina, y por órdenes de su eminencia Lord Ricardo, te ordeno: ¡Arrepiéntete ante la misericordia de la más santa iglesia, tu verdadera madre!”
Tomás fue atado a un poste pintado de negro en el centro de la plaza del pueblo, al filo de un muerte segura por permanecer en su fe en Jesucristo. Un momento de silencio enmudeció a la multitud.
Luego Tomás dijo a gran voz: “¡Me arrepiento de mis pecados y principalmente de haber confiado en la suciedad de la iglesia y no en la misericordia de mi Salvador Cristo!”
La multitud murmuró y hubo gritos de “¡Quémenlo!”. Pero también otros gritaron “¡Diablos asesinos!”. El obispo miró fríamente al comandante, quien miró al soldado, quien lentamente bajó su antorcha encendida hacia los leños a los pies de Tomás.
El soldado inclinó su cabeza y las llamas prendieron la leña. Tomás levantó sus ojos hacia el cielo y gritó fuertemente: “¡Padre, he aquí tu siervo, Oh, he aquí tu siervo!” El obispo sonrió por el temor en la voz del hombre.
Luego de pronto una fuerte voz se escuchó de entre la multitud: “¡Tomás Hauker! ¡Tomás Hauker!” El hombre condenado bajó su mirada del cielo y buscó la voz en la multitud. “¡Tomás Hauker!” gritó la voz una vez más mientras Tomás localizaba al que le hablaba.
El obispo identificó al hombre también y dijo a los guardias que lo capturaran. “¡Tomás Hauker, no temas al fuego!” dijo el hombre, ignorando a los soldados que se abrían paso hacia él. “¡Confía en tu Salvador! ¡No temas al fuego! ¡Cristo es Señor del fuego!”
Esta historia es de Foxe’s Book of Martyrs, W. Grinton Berry (Grand Rapids: Revell, 1998) páginas 393-394.
“¡No temas al fuego!” ¿De donde viene la fuerza para soportar tal cosa?
Todos hemos experimentado el temor. Seguramente Josué luchó con el temor, porque Dios lo desafió a ser valiente.
Lee los siguientes versículos y reescríbelos en tus propias palabras.
Josué 1:5-7
Josué 8:1
Josué 10:8
Josué 10:25
Josué 11:6
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Josué como la mayoría de nosotros, luchó con el temor en su vida. Antes de las principales batallas que peleó, Dios tuvo que venir a él y decirle que no tuviera miedo. Hebreos describe personas que, como Tomás Hauker, soportaron increíbles torturas por la fuerza de su creencia en Dios. ¡Incluso dice que el mundo no era merecedor de tales personas!
La difícil verdad es que si tú vives para Cristo, también sufrirás, así lo dice 2 Timoteo 3:12.
Quisiera decirte que si haces el pacto de valor y prometes hablar de Jesús en tu escuela y en tu mundo, no tendrás problemas y que la gente te tratará con respeto. Pero no sería cierto.
Así que te lo voy a decir con franqueza. Si haces el pacto de valor y permaneces en Jesús, hablando libremente y con confianza acerca de él, tú sufrirás por él, física, mental, social y emocionalmente. Quizá no sufras ahora, pero vendrá, y no porque yo lo digo, sino porque Dios lo promete a todos los que viven en Jesucristo.
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