Después que Aod murió, los Israelitas volvieron a hacer lo malo ante los ojos del Señor. Y el Señor los vendió en mano de Jabín, rey de Canaán, que reinaba en Hazor. El comandante de su ejército era Sísara, que vivía en Haroset Goyim. Entonces los Israelitas clamaron al Señor, porque Jabín tenía 900 carros de hierro y había oprimido duramente a los Israelitas durante veinte años.
Débora, profetisa, mujer de Lapidot, juzgaba a Israel en aquel tiempo. Ella se sentaba debajo de la palmera de Débora entre Ramá y Betel, en la región montañosa de Efraín; y los Israelitas subían a ella a pedir juicio. Ella mandó llamar a Barac, hijo de Abinoam, de Cedes de Neftalí, y le dijo: «Esto ha ordenado el Señor, Dios de Israel: ‘Ve, marcha al Monte Tabor y lleva contigo a 10,000 hombres de los hijos de Neftalí y de los hijos de Zabulón. Y yo atraeré hacia ti a Sísara, comandante del ejército de Jabín, con sus carros y sus muchas tropas hacia el torrente Cisón, y lo entregaré en tus manos.'»
Jueces 4:1-7
Juzgar a otros no es sólo un deporte de un Dios aburrido, buscando a quién castigar ya que no han seguido sus reglas. En el amor y la vida de la Trinidad, ¡juzgar es mucho más bonito y animado! Como el Dr. Baxter Kruger ha escrito sobre el juicio en su más reciente libro, La Cabaña Revisitada, «… el juicio de Dios no es el lado oscuro divino. Juzgar es discernir, ver un asunto y comprender lo que está mal, con el fin de corregirlo. Por lo tanto, como ha dicho el Papa Benedicto XVI: «El juicio de Dios es esperanza, tanto porque es justicia, como porque es gracia.»
Tampoco es el juicio una actividad puramente masculina. ¡Las mujeres están involucradas también! De hecho, lo que me parece tan hermoso de esta historia es que Dios no sólo juzga y actua con gracia hacia Israel, sino que comparte su juicio de Israel con Debora, y en la inspiración del Espíritu, ¡ella lo comparte a su vez con Barak! Esta participación colectiva en el juicio lleva a la victoria de Israel y a la restauración de la rebelión y la opresión (Jueces 4:8-24). Y podemos estar seguros de que el juicio de Dios ¡también estaba llevando a los enemigos de Isarael a la rectitud y la integridad!
Timothy J. Brassell