Los Ángeles
Los ángeles son seres espirituales, mensajeros y sirvientes de Dios. Desempeñan un papel especial en cuatro sucesos principales de la vida de Jesús, y Él se refirió a ellos en ocasiones cuando enseñaba sobre otros temas. Los Evangelios no se escribieron con el propósito de contestar todas nuestras preguntas sobre los ángeles. Únicamente nos dan información incidental en la medida que los ángeles aparecen en escena.
Los ángeles entran en escena antes que Jesús. Gabriel se le apareció a Zacarías para anunciarle que tendría un hijo, Juan el Bautista (Lucas 1:11-19). Gabriel también le dijo a María que tendría un hijo, Jesús (vers. 26-38). A José también se le anunció lo mismo por medio de un ángel en un sueño (Mateo 1:20-24). Otro ángel le anunció el nacimiento de Jesús a los pastores y un coro de ángeles cantó alabanzas (Lucas 2:9-15). Un ángel se le apareció de nuevo a José en un sueño para decirle que debía huir a Egipto, y más tarde, cuando el peligro había pasado (Mateo 2:13, 19).
Se mencionan los ángeles de nuevo en la tentación de Jesús. Satanás citó una escritura sobre la protección angelical y varios ángeles le sirvieron a Jesús después de la tentación (Mateo 4:6, 11). Un ángel fortaleció a Jesús en el huerto de Getsemaní durante una prueba diferente (Lucas 22:43). Los ángeles también tuvieron un papel importante en la resurrección, como se menciona en los cuatro Evangelios. Un ángel rodó la piedra y les dijo a las mujeres que Jesús había resucitado (Mateo 28:2-5). Las mujeres vieron a uno o dos ángeles dentro de la tumba (Marcos 16:5; Lucas 24:4, 23; Juan 20:11). Mensajeros divinos demostraron la importancia de la resurrección.
Jesús dijo que los ángeles una vez más jugarán un papel importante cuando Él regrese. Ángeles vendrán con Él y reunirán a los escogidos para la salvación y a los malvados para destrucción (Mateo 13:39-49; 24:31).
Los ángeles pueden aparecer como personas, o con alguna señal de gloria (Lucas 2:9; 24:4). No mueren ni se casan y, al parecer, no tienen ninguna sexualidad ni se reproducen (20:35-36). Las gentes a veces han pensado que sucesos extraordinarios fueron causados por los ángeles (Juan 5:4; 12:29). Jesús dijo que «estos pequeños que creen en mí» tienen ángeles en el cielo que cuidan de ellos (Mateo 18:6,10). Los ángeles se regocijan cuando un pecador se arrepiente y llevan al justo al paraíso cuando muere (Lucas 15:10; 16:22).
Los Demonios
Jesús también dijo que el diablo tiene «sus ángeles» (Mateo 25:41). Se conocen normalmente como demonios, espíritus malos o inmundos. El demonio principal es Satanás (que significa «el adversario»), también llamado el diablo (el que lleva a otros por mal camino), Beelzebú (príncipe de los demonios), el malo, el enemigo, el tentador, o el príncipe de este mundo.
En más de una parte de la Escritura, los Evangelios a menudo mencionan a los demonios, pero como con los ángeles, los Evangelios no contestan todas nuestras preguntas. Simplemente nos dan información incidental sobre los demonios cuando tienen que ver con la vida de Jesús. En casi todos los casos, la situación es que Jesús tiene poder absoluto sobre todos los espíritus malos.
Los demonios causaron una gran variedad de problemas a las gentes: enfermedades, el no poder hablar, ceguera, histeria, parálisis parcial, fuerza descomunal, convulsiones, heridas y locura. Algunas personas fueron completamente poseídas por varios demonios; otras estaban solo parcialmente influenciadas.
Exorcistas judíos y paganos habían elaborado rituales detallados para expulsar los demonios (Mateo 12:27; Marcos 9:38), pero Jesús simplemente ordenaba salir a los demonios, y ellos lo hacían. Usó su propia autoridad sobre ellos y se la dio a sus discípulos (Mateo 10:1; Lucas 10:17), pero no siempre tuvieron éxito (Marcos 9:18).
Satanás es el principal enemigo del evangelio (Mateo 13:19), pero no puede detenerlo. Jesús lo derrotó de varias maneras. Jesús resistió sus tentaciones (Mateo 4:1-11), liberó a sus cautivos (Lucas 13:16) y frustró su deseo por medio de la oración (22:31-32). En una parábola, Jesús se describió a sí mismo atando a Satanás y tomando sus posesiones (Mateo 12:29). Habló de haber visto a Satanás caer (Lucas 10:18). Por su muerte en la cruz, Jesús echó fuera a Satanás (Juan 12:31-32). Satanás fue condenado (Juan 16:11).
Así como nuestra salvación y el reino de Dios ya están aquí, pero no todavía en su plenitud, de igual manera ha sido la derrota de Satanás. Ha sido derrotado, pero todavía lucha contra el evangelio. Jesús predijo que la victoria sería completa al final de los tiempos (Mateo 13:39-42; 25:41). Hay un tiempo determinado para que el diablo y sus ángeles reciban su castigo (Mateo 8:29).
Michael Morrison