Las multitudes seguían a Jesús por obras maravillosas que él realizaba: sanaba enfermos ponía en libertad a los cautivos de espíritus inmundos, daba de comer a los hambrientos. Después de haber dado de comer a más de cinco mil personas la gente quedó asombrada y dijeron: en verdad este es el profeta, el que ha de venir al mundo. Pero Jesús dándose cuenta que querían llevárselo a la fuerza y declararlo rey, se retiró de nuevo a la montaña él solo. Las multitudes lo seguían buscando, pero cuando el señor Jesús comenzó a explicarles el camino de la cruz muchos lo dejaron, se apartaron. Eso dice Juan 6. Sus seguidores no querían experimentar la cruz.
Sucede algo similar en nuestros días. Muchos quieren los milagros, los beneficios; corren a las iglesias buscándolos, pero no quieren llevar la cruz de Cristo.
Hector Barrero