Las bestias de Apocalipsis 13

Las «bestias» de Apocalipsis 13

Las dos bestias descritas en Apocalipsis 13 están entre las partes más enigmáticas del libro y han inspirado un sin fin de comentarios. ¿Cuál es el significado de estas dos bestias?

Empecemos describiendo brevemente lo que Juan vio como la primera bestia. Era un monstruo que tenía siete cabezas y diez cuernos —cada una con una corona— saliendo del mar (v. 1). En cada una de las cabezas de la bestia, Juan vio un nombre que blasfemaba a Dios (v. 2). Esta bestia encontró su poder y “gran autoridad” (v. 2) del dragón que es identificado como el diablo y Satanás (12:9). De hecho, a la bestia “se le dio autoridad sobre toda raza, pueblo, lengua y nación” —y ellos lo adoraban (v. 7-8).

Una de las cabezas de la bestia sufrió una herida “mortal” de la que fue sanada milagrosamente (v. 3). El mundo estaba tan sorprendido en este giro de acontecimientos que siguió a la bestia. A la bestia se le confirió autoridad para ejercer su poder por 42 meses, tiempo durante el que “se le permitió hacer la guerra a los santos y vencerlos” (v. 7).

¿Qué puede significar todo esto?

Podemos empezar nuestro descubrimiento notando que el libro de Apocalipsis fue escrito a los cristianos que vivían en una cierta parte del mundo. Ellos estaban en siete ciudades en la provincia romana de Asia, en la parte sudoeste de la Turquía moderna. Un
principio importante para comprender las entidades descritas en Apocalipsis, tales como la “bestia,” es empezar con el hecho de que ellas tenían significado para las personas a quienes el libro fue escrito. Por consiguiente, podemos encontrar las respuestas a nuestras preguntas preguntando cómo estas personas habrían entendido a las bestias.

Aunque no podemos entrar en una amplia discusión del propósito del libro de Apocalipsis, basta con decir que intercedió a una crisis de fe en las comunidades cristianas en Asia. Algunos de los cristianos estaban poniendo en peligro su fe cayendo en las prácticas idólatras de la gente que los rodeaba, sobre todo cuando pertenecía a la adoración del emperador. El libro de Apocalipsis proclama a los cristianos que volverá el día de adorar a Dios y a Cristo (el Cordero) otra vez, en contra de seguir participando en la adoración idólatra en su comunidad. El libro también advierte a estos cristianos en Asia que pronto enfrentarán un periodo de inaudita persecución, y los anima a que sigan al Cordero como su Señor y Salvador.

La bestia del mar

Juan no nos da los títulos específicos o nombres que vio en la cabeza de la bestia que salía del mar. Pero podemos inferir algo de su naturaleza entendiendo la época de Juan, y notando que cada una de las cabezas de la bestia tenía un “nombre blasfemo” (v. 1). Este simbolismo identifica a la bestia como el Imperio Romano.

Los emperadores romanos fueron llamados divus o sebastos, palabras que se refirieren a una divinidad que ellos exigieron o aceptaron para sí mismos. En monedas acuñadas en el reinado de Nerón, se le llama “salvador del mundo.” Según el historiador Suetonio, a Domiciano, el emperador durante el tiempo en que Apocalipsis probablemente fue escrito, se le dirigía la palabra como Dominus et Deus noster. Ello significaba “Nuestro Señor y Dios” (Suetonius, Domiciano [Domitian] 13). Tales títulos eran sacrílegos o blasfemos porque sólo Dios es divino y sólo Jesús es Salvador.

Así, los nombres blasfemos en la cabeza de la bestia son significados para exponer su esfuerzo por exigir para sí misma la gloria y la majestad que pertenecen exclusivamente a Dios. El Imperio Romano, como simbolizó en sus emperadores, se consideraba a sí mismo una especie de salvador del mundo. Mientras tanto, gobernó injustamente, usurpó las prerrogativas religiosas y persiguió a la iglesia. De esta manera, se reveló así mismo para ser la “bestia” de Apocalipsis 13.

El culto al emperador en las ciudades de la provincia romana de Asia y otra adoración blasfema, tuvieron allí consecuencias reales para los cristianos a quienes el libro fue escrito. Las ciudades asiáticas estaban entre las primeras exponentes del culto al emperador porque quisieron ser vistas como fieles partidarias de Roma. Fueron perspicaces en alabar al emperador romano como señor y deidad porque se sentían endeudadas al imperio por su prosperidad y protección. Habría sido considerado antipatriótico no participar pagando homenaje a Roma y al emperador, y ateísta no pagar homenaje a las deidades locales asiáticas. Ésta era la circunstancia en la que se encontraban los cristianos de Asia.

El representante del Diablo

Apocalipsis muestra que el poder detrás del trono del Imperio Romano o la bestia, era el mismo diablo (Apocalipsis 12:8-9). El maligno monstruo del mar es expuesto como el apoderado del dragón, una imagen del dragón. La similitud del dragón y la bestia del mar (los dos tienen siete cabezas y diez cuernos) (12:3 con 13:1), implica que existe una conexión entre los dos.

G.R. Beasley-Murray dice: “La bestia que salía del mar es un duplicado del dragón, compartiendo su naturaleza. Su origen y forma declaran ser una manifestación extendida del principio del mal que ha estado activo contra Dios y el hombre a través de las épocas” (El Comentario Bíblico del Nuevo Siglo [The New Century Bible Commentary], “Apocalipsis,” p. 208).

Apocalipsis nos dice que el mentor de la bestia es el dragón o Satanás, quien le da poder, autoridad y un trono gobernante (v. 2, 4). El dragón trabaja entre bastidores a través de la bestia, y no se le mencionará mucho hasta el capítulo 20. Pero sabemos que es el único responsable que “engaña al mundo entero” (12:9). Podemos definir entonces a la bestia del mar o al Imperio Romano como el agente del dragón en la tierra. La bestia está más identificada como un poder político, militar, social y económico de proporciones universales, el cual domina al mundo (13:5-8; 17:3, 7-14). En Apocalipsis, las aguas soportan a las naciones bajo la sujeción del monstruo desde la profundidad (17:15). Esto haría, dice George Ladd, que “La Bestia sea la que se levanta de la misma civilización humana” (Un Comentario sobre el Apocalipsis de Juan [A Commentary on the Revelation of John], p. 177).

La Bestia se Recupera de la Herida

En visión, Juan ve que una notable tragedia asola a la bestia. Una de sus cabezas es golpeada con una espada y recibe una herida mortal. El golpe al parecer mata a la bestia (v. 3, 14). Entonces, para asombro de las personas de todas partes, la grave lesión de la bestia es sanada milagrosamente. ¡La bestia ha sido resucitada de la muerte, por así decirlo!

¿Qué significa esta extraña escena de Apocalipsis 13? Muchos comentaristas piensan que la cabeza herida se refiere a un personaje histórico, uno de los emperadores romanos del tiempo de Juan. Nerón es la opción usual debido al raro mito que se levantó después de su muerte. Nerón se suicida en junio de 68 d.C. Sin embargo, un rumor surgió y persistió que él no había muerto sino que había huido a través del río Éufrates hacia el archi-enemigo de Roma, Partia. Se decía que un día Nerón regresaría a la cabeza de los ejércitos de Partia para destruir Roma. Esto se volvió el mito llamado “revidivus Nerón”.

De hecho, durante las décadas siguientes a la muerte de Nerón, varios pretendientes vinieron y reclamaron ser Nerón (Tacitus, Historias [Histories] 1.78; 2.8; Suetonius, Nerón [Nero] 57). Por alrededor del primer siglo un giro adicional se agregó a la leyenda de Nerón. Se decía que él realmente podría resucitar de la muerte, volver a Roma y hacerse con el imperio. Fue en este contexto que Apocalipsis fue escrito. Este mito del retorno de Nerón capturó la imaginación popular de tal forma que fue a parar en las escrituras apocalípticas judías y cristianas. Aquí el triunfante Nerón fue a veces pintado incluso como el anticristo (Ascensión de Isaías [Ascension of Isaiah] 4:1-14; Oráculos Sibilinos [Sibylline Oracles] 4:119-124; 5:137-154, 361-374).

La leyenda de Nerón puede haber jugado un papel crucial en la historia que cuenta Apocalipsis, y sirvió como una advertencia a los cristianos de no juntarse en la idolatría del mundo. Puede haber, de hecho, una referencia directa aunque simbólica de él en Apocalipsis 13. Si es así, que no se tome literalmente, como si el mismo Nerón es la bestia muerta cuya cabeza ha resucitado. Él simplemente sería un sujeto del imperio a quien Juan podría dar a conocer.

Los miembros de la iglesia en Asia, por supuesto, habrían estado bastante conscientes del mito de Nerón. Es tentador especular que Apocalipsis puede haber capitalizado en el “acontecimiento de las noticias” del día a través de su mensaje acerca de servir al Señor en lugar de alguien más.

Al identificar a Nerón como el trasfondo de la “cabeza” herida, debemos ser cautos en cómo lo entendemos. Recuerde que es la propia bestia quien dice que recibe la herida fatal, aunque sólo en una de sus cabezas recibe el golpe mortal (v. 12, 14). El punto es, debemos estar esperando el resurgimiento de la bestia en su totalidad en la época de Juan, no en un soberano individual. Muy interesantemente, el imperio pasó por lo que parecía ser una “herida mortal” después de la muerte de Nerón. En un año, tres emperadores asumieron el trono y fueron depuestos. La guerra civil fue desenfrenada. Parecía como si el Imperio Romano estuviera a punto de desintegrarse. Pero los emperadores subsiguientes, Vespasio (69-79 d.C.), y su hijo, Tito (79-81), trajeron estabilidad. En lugar de desintegrarse, el imperio alcanzó alturas de poder sin precedentes que asustaron a varios reinos y naciones que cayeron bajo su dominio militar, político y económico.

Es contra este telón de fondo que Apocalipsis 13 hace su observación a los cristianos en Asia: Sí, un “Nerón” ciertamente ha aparecido volviendo de la muerte en un renacido Imperio Romano. Sí, el mundo está enamorado del imperio que es “resucitado” a un poder mayor, gobernante del mundo. Sí, esta restaurada bestia inspira temor en los ciudadanos de Asia, y del mundo. (¡Cómo ellos adoran al imperio en Asia!) Definitivamente, no sean engañados en la adoración a la bestia junto con la gente del mundo; adoren a Dios.

¿Tiempo del Fin o de Otro Cumplimiento?

Algunos han especulado que la herida de la bestia se refiere a la destrucción del Imperio Romano en 476 d.C. Se dice entonces que el imperio ha sido milagrosamente “resucitado” o reavivado por Justiniano en 554 d.C. Por supuesto, no podemos demostrar semejante aserción del contexto de Apocalipsis 13. El problema con esta idea es que si la herida se refiere a algo que ocurrió en 476 d.C. y 554 d.C., entonces este material en Apocalipsis no habría tenido ningún significado para el público original de Juan que vivió alrededor de 100 d.C. Sin embargo, el libro se escribió para ellos. Esto significa que estamos advertidos para que busquemos una interpretación de los símbolos de Apocalipsis 13 en términos de la comprensión de los cristianos en Asia quienes vivieron alrededor de esta época.

¿Hay un cumplimiento escatológico o tiempo del fin también en Apocalipsis 13? Está claro que Apocalipsis en conjunto tiene una visión de tal época cuando “el reino del mundo” pase “a ser de nuestro Señor y de su Cristo” (11:15). Los capítulos 19 y 20, por ejemplo, apuntan a un tiempo cuando el Cordero volverá como un rey victorioso y al pueblo de Dios se le dará su premio.

Es posible que Apocalipsis 13 pudiera hablar de una actividad en el tiempo final del poder malo del mundo. En las palabras de George Ladd: “El simbolismo de la adoración al emperador en Asia Menor forma sólo el telón de fondo de la visión de la segunda bestia, cuyo poder e influencia irán lejos más allá de todo lo conocido en el mundo antiguo. La experiencia de la adoración al emperador proporcionó sólo ecos de la terrible realidad que se cumplirá en los últimos días” (Un Comentario sobre el Apocalipsis de Juan [A Commentary on the Revelation of John], p. 183).

Con tal de que no vayamos más allá de una aserción general de las siguientes verdades del Nuevo Testamento, estamos en terreno firme: Jesús volverá de nuevo, los muertos en Cristo resucitarán, Dios juzgará al mundo, su reino llenará la tierra en toda su plenitud. Pero exigir que un tiempo específico en la historia sea el cumplimiento escatológico de Apocalipsis 13 es ir más allá de la intención de Juan. Decir que el capítulo 13 nos da un proyecto de cómo resultarán los eventos del “tiempo del fin” es implantar ideas en el texto que el libro no contiene. Para abreviar, no tenemos ninguna manera de saber lo que parecerán los perfiles políticos, religiosos o económicos específicos del “tiempo del fin”. Ni sabemos cuándo tales eventos puedan ocurrir (Mateo 24:36; Hechos 1:6-7).

Por supuesto, podemos ciertamente ver el principio de Apocalipsis 13 trabajando a lo largo de la historia —antes y después de la época de Juan. De hecho, el Imperio Romano del tiempo de Juan se llamó a sí mismo “la gran Babilonia” (18:2) después de otro poder que dominó buena parte del mundo por su tiempo. Simbólicamente, Apocalipsis también puede interpretarse como que hace una observación sobre cualquier gobierno malo y opresivo que busca usurpar al señorío de Dios y parodiar su santidad.

¿Parodia de Cristo?

Algunos comentaristas señalan que la herida y resurrección de la bestia puede presentarse como una parodia de la muerte y resurrección de Cristo. Previamente, Juan había visto que el Cordero “parecía haber sido sacrificado,” una referencia a la crucifixión de Jesús (5:6). Ahora, la bestia aparece muerta también, pero milagrosamente se recupera.

Jesús subió de la muerte y su “herida mortal” de la crucifixión fue “sanada” por su resurrección. El resucitado Cristo dijo a la iglesia de Esmirna que Él es el único “que murió y volvió a vivir” (2:8). Pero la bestia, también, ha regresado a la vida y ha aparecido sanada. Para abreviar, la bestia aparece “resucitada” a la vida como lo fue el Cordero. Pero Cristo finalmente juzgará el imperio, y el mundo sabrá quién es su verdadero Señor y Salvador. En el entretiempo, la bestia se permite organizar y gobernar un reino nunca antes más poderoso, de poderío mundial. Por esta razón, el mundo entero está sorprendido de la bestia que tenía un herida mortal, es decir, aparentemente en total confusión y desplome, pero que vive (v. 3). ¡Es por eso que la idolatra el imperio! “El ‘cristo’ del Diablo viene de la muerte ¡y el mundo le adora!” dice G.R. Beasley-Murray (El Comentario de la Biblia del Nuevo Siglo [The New Century Bible Commentary], “Apocalipsis,” p. 210).

En Apocalipsis 13:4, entonces, Cristo a través de Juan dijo a las iglesias en Asia no equivocarse con lo que fueran enfrentadas. La bestia del mar —el Imperio Romano— y sus oficiales en Asia crearon una sociedad que era espiritualmente atractiva, aunque pagana y blasfema hasta la médula. Sólo a través de Cristo y la fe cristiana en Él, puede ser resistida y derrotada. Esa importante consideración espiritual es el punto del capítulo 13. Juan no está interesado en la cronología o la creación de un proyecto de acontecimientos del tiempo del fin.

La Bestia Hace la Guerra

En el versículo 5, se dice que a la bestia le ha sido dado, “hablar con arrogancia y proferir blasfemias contra Dios, y se le confirió autoridad para actuar durante cuarenta y dos meses” (13:5). Quizás veamos un poco de ironía en el uso de “hablar” de la metáfora. La boca en la escritura es el símbolo para los pensamientos que son revelados en conversación. Los Salmos hablan del hombre malvado que tiene una “boca de maldiciones” (Salmo 10:7). La boca de la bestia profiere maldición —blasfemia— aunque el mundo no reconoce ello por lo que es.

El modelo para esta característica de la bestia es el cuerno pequeño de Daniel 7:8, quién tenía “una boca que profería insolencias.” Este cuerno “se exaltará a sí mismo, se creerá superior a todos los dioses, y dirá cosas del Dios de dioses que nadie antes se atrevió a decir” (Daniel 11:36). Blasfemar contra Dios es profanar o deshonrar su nombre y violar su gloria y deidad. Claramente, la bestia exige una divinidad que no tiene. Busca ponerse en el lugar de Dios, blasfemia finalmente.

A esta bestia “se le dio autoridad sobre toda raza, pueblo, lengua y nación” (13:7). Su maestro de esclavos, el dragón, es la fuente de la autoridad de la bestia. El diablo da el poder de los reinos de la tierra a quienquiera él, bajo la soberanía global de Dios, por supuesto. El tiempo en el que los cristianos de Asia viven es “ya pero no todavía.” El reino de Dios ya había penetrado a nuestro mundo en la obra redentora de Cristo. Cristo había derrotado al diablo, y se había dado todo el poder y autoridad en cielo y tierra a Cristo (Mateo 28:18). Pero, según el propósito de Dios, su reino todavía no ha reemplazado el reino del mundo. Los cristianos deben vivir en ese mundo pero no debe ser de ese mundo.

Dios aun permite a la bestia que parezca supremo en los asuntos de la humanidad. De este modo, todos los habitantes de tierra le adoran (v. 8). Esta fue la lección dada a los cristianos de Asia. El Imperio Romano parecía ser un monstruo insuperable, con su poder político, militar y económico mundial. “¿Quién como la bestia? ¿Quién puede combatirla?” decía la gente (v. 4). Pero los habitantes del mundo no temieron al imperio simplemente; ellos también lo amaron y le adoraron. En Apocalipsis, el mundo se muestra de buena gana para aceptar la autoridad de la bestia, y para no dar consideración alguna a Dios. “A la bestia la adorarán todos los habitantes de la tierra,” dice el versículo 8. La bestia captura los corazones y almas de hombres y mujeres por todas partes, pero no debe capturar el espíritu de los cristianos de Asia.

Enemigo de los Cristianos

Apocalipsis 13 muestra a esta bestia ser el enemigo terrenal de la iglesia. Nos dice que a la bestia “se le permitió hacer la guerra a los santos y vencerlos” (v. 7). Satanás utiliza el poder político de la bestia como su agente en un esfuerzo para desarraigar y destruir al pueblo de Dios.

Pero habrá dos opciones para los cristianos en Asia cuando la persecución de dominio estatal empiece en serio: Cristo o el monstruo-bestia. Jesús advierte a sus discípulos que vendrá al menos para pasar por los seguidores de Cristo en las siete iglesias: “Entonces los entregarán a ustedes para que los persigan y los maten, y los odiarán todas las naciones por causa de mi nombre” (Mateo 24:9).

A esta bestia le será permitido ejercer su poder sobre el mundo y la iglesia durante sólo un corto tiempo de 42 meses o 3½ años durante la persecución de la iglesia. (Números como 3½, 7, 1000, y así sucesivamente, tienen valor simbólico en Apocalipsis. Debemos tener gran cuidado para no interpretarlos de manera rígidamente literal.) Dios caminará entonces en detener la locura demoníaca, la cual ha tomado la tierra y amenazado aniquilar la iglesia.

La bestia de la tierra

El Capítulo 13 nos presenta a los dos agentes a través de quienes Satanás lleva a cabo su guerra contra el pueblo de Dios. La primera bestia del mar era grotesca, con siete cabezas y diez cuernos. Poseía las características combinadas de leopardo, oso y león.

La segunda bestia sale de la tierra. Su apariencia no es tan aterradora. Mientras habla con el poder del dragón, sólo tiene “dos cuernos como de cordero” (13:11). Esta bestia se identifica después como “el falso profeta” (16:13; 19:20; 20:10).

Recordemos que Cristo está advirtiendo de tener cuidado con los falsos profetas que “vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos feroces” (Mateo 7:15). Eso es lo que la bestia es: un lobo vestido de oveja. Él pretende ser algo que no es, moralmente y espiritualmente. En realidad, esta bestia es tan aterradora como la del mar.

Esta segunda bestia terrenal realiza grandes milagros (v. 13). Los escritores del Nuevo Testamento advirtieron con mucha antelación que falsos cristianos y falsos profetas realizarían señales increíbles (Marcos 13:22; 2 Tesalonicenses 2:9). Dios permitiría bombardear un mundo impenitente con milagros de manera que “por el poder del engaño, crean en la mentira” (2 Tesalonicenses 2:11).

La Biblia hacía tiempo había advertido que un criterio de verdad debe aplicarse a las obras milagrosas de los profetas que claman venir en el nombre de Dios. Ellos deben hablar la verdad, y no llevar a otros en la idolatría, enseñanza falsa o hacer cosas en violación del testamento de Dios (Deuteronomio 13:1-3).

A las personas elegidas de Dios estará claro que el falso profeta o la bestia de la tierra están trayéndoles un mensaje adulterado espiritualmente. Su esfuerzo por establecer idolatría se revelará en el hecho que ordenó a los habitantes de la tierra adorar a un líder y sistema humano en lugar de Dios (13:14-15).

Específicamente se dice de este falso profeta que haría “caer fuego del cielo a la tierra, a la vista de todos” (v. 13). Apocalipsis señala a la segunda bestia o falso profeta como un falso Elías. Como el verdadero Elías (2 Reyes 1:10, 12), el falso profeta también causará que descienda fuego del cielo y consuma a sus enemigos.

Algunos comentaristas también ven en el símbolo del fuego del cielo una parodia de los dos testigos. Como el falso profeta permanece ante la bestia, los dos testigos “permanecen delante del Señor de la tierra” (11:4). Destruyen a sus enemigos con el fuego que viene de sus bocas (11:5) y así el falso profeta hace bajar fuego del cielo.

Esta situación es recordativa de eventos que ocurrieron en la víspera del Éxodo. Cuando Moisés realizó un milagro ante el Faraón para convencerle que soltara a Israel, sus hechiceros también realizaron una señal similar (Éxodo 7:11, 22). Así como los hechiceros del Faraón se opusieron a Dios y Moisés —y endurecieron el corazón del Faraón— el falso profeta da validez a la bestia en su propio engaño de divinidad.

Ministro de Propaganda

La función principal de la segunda bestia o falso profeta es causar la adoración del mundo a la primera bestia, que representa el poder secular político. Así, él es como un sacerdote principal en el reino de la bestia.

La segunda bestia establece el fundamento ideológico del imperio anti-Dios o reino en la tierra. Crea los instrumentos y rituales de adoración en su nombre. La segunda bestia usa su autoridad religiosa para apuntalar el poder político, militar, social e institucional de la primera bestia.

La segunda bestia ha sido llamada el Ministro de Propaganda del anticristo. En muchos aspectos su pérfido trabajo es una parodia de Cristo estableciendo el reino de Dios.

Esta bestia es, sobre todo, el campeón del Maligno, el diablo. “La segunda bestia no es tanto ‘la secuaz de la primera’… como el ‘Secretario de Estado’ que lleva a cabo o institucionaliza la visión maligna del dragón,” dice Robert W. Wall (Nuevo Comentario Bíblico Internacional [New International Biblical Commentary], “Apocalipsis,” p. 171).

El papel de la segunda bestia es traer a la gente para adorar a la primera bestia y promover sus objetivos, quien a su turno es un apoderado del diablo. Las dos bestias usan ideología, milagros, boicot económico y amenazas contra las personas para dominar el mundo. En este papel como el animador religioso de la bestia, algunos han especulado que la bestia de la tierra representa la jerarquía compuesta de los líderes del Asia y su gente, quienes están prestos para adorar a Roma y al emperador.

Imagen de la Bestia

El falso profeta lanza una orden universal para que “hicieran una imagen en honor de la bestia” (v. 14). Entonces, sucede una cosa extraña. Nos dice el falso profeta, “Se le permitió infundir vida a la imagen de la primera bestia, para que hablara y mandara matar a quienes no adoraran la imagen” (v. 15).

Nos recuerda los casi 30 metros de altura de su propia imagen de oro que Nabucodonosor preparó en el campo de Dura (Daniel 3:1). Él les ordenó a todas las personas que adoraran la imagen. Quienquiera que se negara se le echaría sumariamente en un horno llameante y se le mataría. Esto es, en principio, el tipo de idolatría que Apocalipsis 13 está describiendo.

Bastante extrañamente, el falso profeta le da respiración a la imagen inanimada para que pueda hablar. Así, la segunda bestia tiene poder para animar la imagen de la primera bestia. En la época que Apocalipsis fue escrito, ésta no era una idea extraña.

Los antiguos creían que las estatuas hablaban y realizaban milagros. Se pensaba que los dioses y demonios usaban estatuas como canalizaciones para comunicarse con los humanos y obrar milagros. Por ejemplo, el hereje Simón el Mago dice haber traído estatuas a la vida (Reconocimientos Clementinos [Clementine Recognitions] 3.47; Justin, Apología 1.26; Irenaeus, Contra las Herejías [Against Heresies] 1.23). En los tiempos antiguos, ese fue precisamente el sentido de tener ídolos. La gente pensaba que la vida de la persona o ser estaba realmente en el ídolo.

En resumen, entonces, el propósito original de Apocalipsis 13 fue mostrar a los cristianos de Asia que el Imperio Romano y la adoración del emperador y las deidades locales no eran de Dios. No había ningún punto de compromiso entre esta Gran Babilonia y el pueblo de Dios.

Las iglesias fueron advertidas que un tiempo de persecución sobre estos problemas les acontecería. Los miembros habían de mantenerse firmes en la fe de Cristo, su Cordero sacrificado, aun cuando ello los lleve a su muerte. En la muerte o martirio, ellos darían testimonio del hecho que uno mayor que Cesar estaba vivo, Jesús, el Alfa y Omega. Al final, la iglesia ganaría y los mártires reinarían con Cristo como sacerdotes y reyes.

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Autor: Comunión de Gracia Internacional

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