Leccionario Común Revisado | Domingo de Ramos (20 de marzo de 2016) |
- Isaías 50:4-9a
- Salmo 31:9-16
- Filipenses 2:5-11
- Lucas 22:14 al 23:56 o Lucas 23:1-49
La Cruz y Pasión de Nuestro Señor son la hora de su gloria
El Rey de Israel entra en su gloria real por el camino de la obediencia humilde «al borde de la muerte, y muerte de cruz» (Fil. 2:8).
Él «va según se ha determinado» (Lucas 22:22), conforme a las Escrituras, sometiéndose voluntariamente la plan de la Trinidad para la salvación de los pecadores. «Por eso Dios le ha exaltado y otorgado un nombre que es sobre todo nombre «(Fil. 2:9).
Su sufrimiento y muerte abren el camino para el perdón de los pecados porque Él va a la cruz llevando los pecados del mundo.
En su resurrección, Dios Trino reivindica su pueblo y tiene compasión de sus siervos (Dt. 32:36).
Su muerte da vida; Sus heridas traen sanidad. En recuerdo de Él, alabamos a Dios, confesando «que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre» (Fil. 2:11).
Alcemos las ramas en alto, y con las ramas de olivo aplaudamos contentos, que el Espíritu Santo también pueda respirar por nosotros: «Bendito el que viene en el nombre del Señor; Hosanna en el cielo» (Mat. 21:9). Este día, también el patriarca Jacob mantiene fiesta en espíritu, al ver su profecía cumplida a plenitud y con los fieles adora al Padre, al ver al que ató su asno a la vid montado sobre un pollino de carga (Génesis 49:10-11).
Bendito el que viene en nombre del Señor: buen pastor que viene de forma voluntaria a dar su vida por sus ovejas…
Bendito el que viene en nombre del Señor: el Señor para salvar a la humanidad que andaba en el error…
Bendito el que viene en nombre del Señor: uno por los muchos…
Por lo tanto, también te bendecimos, Señor; tú con el Padre y el Espíritu Santo son bendecidos antes de los siglos y para siempre.
El cordero y el Hijo de Dios, que quita el pecado del mundo, por su propia voluntad, y para nosotros, llega a su pasión salvadora…
Y que Cristo habiendo así padecido en la carne, y después de haber resucitado al tercer día, pueda, con igual honor y gloria con el Padre y el Espíritu Santo, ser por todas las cosas creadas igualmente adorado; porque ante él se doblará toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, dándole gloria, por los siglos de los siglos. Amén.