Selena Venegas
Guadalajara, México
Se dice que a las mujeres se nos conquista por el oído, es decir, por las palabras cariñosas. Si alguna vez has recibido una carta de amor, quizá recuerdes esa dulce sensación de sentirte apreciada y amada por otra persona. Qué felicidad cuando nuestro amor encuentra correspondencia en otro ser.
Dios, nuestro Padre nos ha enviado a cada una de nosotras la carta de amor más hermosa jamás escrita: La Biblia. Es una carta que ha viajado cientos de años y que cuando finalmente llega a nuestras manos, hace vibrar nuestro corazón, nos conmueve hasta lo más profundo. Sus palabras tienen vida en sí mismas, ya que mediante el Espíritu Santo, esta carta transmite un mensaje personal.
En su carta, Dios nos habla dulcemente porque anhela volver nuestro corazón hacia él. Nos habla de su gran amor por nosotros “Con amor eterno te he amado, por tanto, te prolongué mi misericordia.” (Jeremías 31: 3) .
Tan grande amor que estuvo dispuesto a dar a su Hijo para que estemos para siempre con él. (Juan 3:16) Nadie más puede amarnos de esta manera. El dice que es nuestro Padre, nuestro esposo, nuestro amigo. Nos muestra el gran valor que tenemos para él.
Nos llama hijas muy deseadas, formadas cuidadosamente: “Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre… Mi embrión vieron tus ojos.” (Salmos 139: 13 y 16)
Nos comunica los planes que tiene para nuestra vida: “Sé muy bien lo que tengo planeado para ustedes, dice el señor, son planes para su bienestar, no para su mal. Son planes de darles un futuro y una esperanza” (Jeremías 29:11 La palabra de Dios para todos) Es por esto que nuestra vida tiene sentido.
Nos promete su cuidado: “Y Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará ni te desamparará.” (Deuteronomio 31: 8).
Nos enseña cómo vivir, y nos protege de hacer lo malo. “Lámpara es a mis pies tu Palabra, y lumbrera a mi camino” (Salmo 119 : 105 )
Nos da un espejo en el cual mirarnos con sus ojos y cuando encontramos fallas en nuestra apariencia espiritual, nos da la libertad de venir a él para buscar su perdón, el cual concede con inmenso amor, pues no desea que estemos separadas de él.
El rey David hizo un poema en respuesta a la carta de amor: “Si tu ley no hubiese sido mi delicia, ya en mi aflicción hubiera perecido. Nunca jamás me olvidaré de tus mandamientos, porque con ellos me has vivificado” (Salmo 119: 92 -93)
Compartir la carta
La motivación de Dios para enviarnos esta carta es el amor. Es un amor personal, mas no exclusivo, porque nos insta a que la compartamos con los que nos rodean, para que también le conozcan y se vuelvan a él. Colosenses 2:2 nos dice: “ Para que sean consolados sus corazones, unidos en amor hasta alcanzar las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer a Dios el padre y a Cristo “
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