Cuál es la definición de un emparedado de mantequilla de maní? Es mantequilla de maní y pan.
Si tienes mantequilla de maní, pero ningún pan, entonces no tienes un emparedado, verdad? Sólo tienes mantequilla de maní. Igualmente, si tienes el pan y no tienes mantequilla de maní entonces tampoco tienes un emparedado, sólo tienes pan. Ambos elementos deben estar presentes, reunidos juntos, para que el emparedado de mantequilla de maní exista.
¿Cuál es la definición bíblica de Jesús? Jesús es Dios el Hijo, la segunda persona de la Trinidad, en la carne (Juan 1:14). Él es totalmente Dios y totalmente humano.
De este modo, si Dios el Hijo alguna vez deja de ser totalmente humano entonces no hay más Jesús. Igualmente, si Jesús alguna vez dejara de ser totalmente Dios él no sería más Jesús. Decir el nombre «Jesús» (desde una perspectiva bíblica) es decir “el Hijo de Dios en la carne”.
Cuando la Biblia dice que “Jesús vive para siempre” (Hebreos 7:24) ¿qué nos está diciendo? Nos dice que Jesús nunca dejará de existir. Esto significa que Dios el Hijo nunca dejará de vivir en la carne como el hombre Jesús. Él será para siempre totalmente Dios y totalmente humano.
La existencia eterna de Jesús como Hijo de Dios e Hijo del Hombre tiene implicaciones profundas para nuestras vidas:
1. Significa que, en Jesús, Dios y la humanidad están permanentemente unidos. Esta “humanidad de Dios” (como la llamó Karl Barth) supone que no hay ahora Trinidad sin humanidad y no hay humanidad sin la Trinidad.
2. ¡Jesús te ha dado una relación con Dios! Incluso si tú no lo sabes, no lo comprendes, o no lo crees, todavía estás incluido en la vida y amor de Dios el Padre, Jesús, y el Espíritu Santo.
3. Jesús cambia la propia definición de lo que significa ser humano. Pablo nos dice: “como en Adán todos mueren, en Cristo todos tendrán vida” (1 Corintios 15:22 DHH). Los seres humanos no somos criaturas destinadas a la destrucción. El Hijo de Dios ha unido permanentemente la naturaleza humana con la Trinidad viviendo para siempre en la carne como Jesús y por lo tanto hemos sido levantados en su resurrección (Efesios 2:6). Jesús nos ha transformado de criaturas que habrían muerto, en hijos e hijas del Padre que vivirán para siempre.
Por eso es que es de mucha importancia que creamos en Jesús y en su resurrección.
Creer en Jesús es dejar de creer la mentira de que estamos aislados, separados, y no somos aceptables para Dios. Creer en Jesús es creer que él nos ha incluido en su relación con el Padre, haciéndonos hijos del Padre con él. Y creer en su resurrección es creer la verdad de que nosotros también seremos resucitados y viviremos para siempre en Cristo. ◊
Jonathan Stepp