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En el Museo del Hermitage de Leningrado está una de las mejores colecciones de obras maestras de arte del mundo. Lo más impresionante de todo son las obras de Rembrandt que se han reunido en aquel museo. La última pintura de Rembrandt, que se encontró en su apartamento en el momento de su muerte en 1669, está ahí. Aún sin terminar, pero totalmente convincente y poderosa, esta es su interpretación de la parábola del hijo pródigo, titulada El retorno del hijo pródigo. Rembrandt muestra al padre con sus manos sobre los hombros de su hijo que ha vuelto a casa. La cara y las manos del padre llaman totalmente la atención de todos los que experimentan esta profunda interpretación teológica de la parábola de Jesús. Las manos no son las manos crispadas de opresión, sino las manos generosas de la salvación y la libertad.
Ellas son capaces de alcanzar a este hijo y llegar al hijo mayor también. Son manos de rey pero robustas, manos que sufren también. Esta es una pintura del evangelio de Jesucristo, y yo pensé cuando la vi en el vasto museo de Leningrado que es una pintura peligrosa de tener en cualquier país, ya que pone en cuestión todos nuestros valores y los asideros opresivos que ponemos a las personas que nos rodean. La pintura cuenta una historia peligrosa del Dios de la omnipotencia que es Señor de todos y que demuestra su omnipotencia, no por el terror, sino por su amor.
Earl F. Palmer
La risa en el Cielo