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Todos tenemos dos problemas. El primer problema es el pecado, y el segundo es la muerte. El «Pecado» es considerado generalmente como una palabra religiosa, que se podría definir como «hacer algo que a Dios no le gusta“. Pero, incluso si excluimos a Dios del asunto, todavía tenemos un problema, porque hacemos cosas que nos no nos gustan. No nos gusta mentir, engañar y robar, y, sin embargo, a veces hacemos cosas así. A veces decimos cosas a nuestros amigos que nos gustaría no haberlas dicho.
Bueno, nadie es perfecto – y ese es el punto. Todos hacemos cosas que nos gustaría no haberlas hecho. Tenemos un problema con la forma en que vivimos. Todos queremos buenas relaciones interpersonales, pero todos nosotros a veces hacemos cosas que hieren los sentimientos de otras personas. A veces lo hacemos con inocencia, a veces lo hacemos porque estamos enojados, a veces lo hacemos de frente a la otra persona y a veces lo hacemos a sus espaldas. Decimos cosas sobre alguien que no hubiéramos dicho si estuviera allí en persona, y otras personas dicen cosas sobre nosotros que no nos dirían a la cara, y eso duele.
Por lo tanto, sea que lo llames pecado o de otra forma, tenemos problemas con la forma en que vivimos. No somos tan buenos como nos gustaría ser.
Ahora, nuestro segundo problema es que vamos a morir. Nuestra vida imperfecta va a llegar a su fin – y la mayoría de la gente trata de prolongarla el mayor tiempo posible. La vida tiene sus altibajos, y realmente nos gustaría experimentar un poco más «altos“ que “bajos”. Claro, la vida tiene momentos desagradables, pero también tiene algunos muy buenos, y a la mayoría de nosotros nos gustaría encontrar una manera para conseguir más de esos buenos momentos, y buscar la manera de que no tengan que detenerse. Así que nuestros problemas básicos son, la forma en que vivimos y la forma en que morimos. Eso resume bastante bien lo que es la vida.
¿Quién nos va a rescatar?
La gente ha estado trabajando en estos problemas desde hace miles de años, y, básicamente, la naturaleza de los problemas no ha cambiado, y la gente no va a resolver estos problemas. En Romanos 7, Pablo describe una lucha con hacer cosas malas, incluso cuando quiere hacer el bien, y después de pasar una y otra vez esta lucha finalmente exclama: «¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?»
Bueno, ¿quién nos va a rescatar? Pablo dice que Cristo va a rescatarlo – y tiene razón. Tienes que traer a Dios de nuevo a la escena. Claro que sé que no puedo solucionar mis problemas por mí mismo. No me puedo rescatar de la muerte, y yo ni siquiera puedo rescatarme de las inclinaciones malas que están dentro de mí. La mayoría de las religiones simplemente tiran a la gente de vuelta en su propia fuerza. Sólo trabaja más duro, dicen. Haz esto, haz lo otro, y por un tiempo muy largo, y podrías estar bien. Pero hay un problema con este enfoque: No funciona. En primer lugar, yo no puedo «hacerlo» muy bien, y después de eso, todavía voy a morir. Todavía tengo los mismos dos problemas. Necesito algo que me ayude en esta vida, y que también me ayude en la próxima vida.
La solución a los dos problemas
La Biblia dice que somos rescatados por Dios de ambos problemas. Él envió a Jesús para rescatarnos de la muerte, y Envía al Espíritu Santo para que nos rescate de la maldad en nuestro interior. Él nos ayuda a vivir de una mejor manera, y nos asegura que vamos a vivir para siempre. Ahora, puesto que todos tenemos estos dos mismos problemas, y la Biblia describe una solución a estos dos problemas, te sugiero que eches un vistazo a lo que la Biblia dice en Efesios capítulo 2.
En esta carta, Pablo ha estado hablando acerca de cómo Dios resucitó a Jesús de entre los muertos y le dio un lugar de poder en los cielos – poder sobre todo lo demás. Este es el tipo de poder que Dios usa para nosotros. Pablo ve un paralelismo entre lo que Dios hizo por Jesucristo, y lo que está haciendo en nosotros, en nuestras vidas. En el capítulo 2, empieza a centrarse en lo que Dios está haciendo dentro de nosotros: «En cuanto a ustedes, estaban muertos en sus delitos y pecados, en los cuales anduvieron en otro tiempo… siguiendo la corriente de este mundo…» (Efesios 2:1-2).
Muertos mientras viven
Esa es una interesante combinación de palabras: estaban muertos cuando vivían. La gente no estaba muerta en el sentido de que su corazón había dejado de latir y su cerebro había dejado de funcionar. Pero Pablo dice que estaban muertos en su comportamiento, en la forma en que estaban haciendo cosas que Dios dice que no son parte de una vida auténtica.
Dios quiere que estemos vivos, no muertos. El propósito de la vida es vivir – vivir como la vida es definida por Dios. Él nos ofrece la vida en lugar de muerte – pero la vida significa mucho más que el latido del corazón y una onda cerebral. Dios no sólo nos ofrece una existencia bioquímica, Él nos ha creado para mucho más que eso. Piense en una vaca, por ejemplo, su vida no es mucho más que comer hierba, eliminar los residuos, aumentar de peso, y con el tiempo ir al matadero. O piense en un pez, su vida no es mucho más que buscar comida, estar atento a los depredadores, aumentar de peso, y, finalmente, ser comido por uno u otro.
La vida humana debe ser más que eso, porque Dios nos hizo para algo más que eso. La Biblia nos dice que Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, nos ha hecho para ser un poco como Dios. Dios quiere que tengamos una vida que es algo así como su vida. Él quiere que nosotros compartamos su vida, quiere compartir su vida con nosotros.
¿Cómo es la vida de Dios? ¿Cómo era la vida de Dios antes de crearnos a nosotros? ¿Cómo era su vida antes de crear el universo? ¿Cómo era la vida de Dios antes de crear cualquier cosa? ¿Cómo era la vida de Dios cuando sólo existía Dios?
La visión del cristianismo es que sólo hay un Dios – pero este Dios único no es simple sino complejo. Dios es un ser, pero Dios es tres personas en un solo ser. Estas tres personas se llaman Padre, Hijo y Espíritu Santo, y existe una unidad fundamental en las tres personas.
Si Dios fuera una sola persona, no puede ser amor, porque el amor se define como el cuidado y la preocupación por alguien distinto de sí mismo, y antes de la creación, no había nada aparte de Dios. Pero como Dios es tres personas en unidad, puede haber amor en Dios, y de hecho, lo hay. La vida trinitaria es de amor. ¿Cómo vivía este Dios trino? Dios vivía en amor. Había amor entre el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. Ellos se amaban. La Biblia nos dice que Dios es amor, que esa es su característica más básica.
Esta es la naturaleza de la vida de Dios, la naturaleza de la vida que él quiere compartir con nosotros. La vida que él quiere que tengamos no es sólo una existencia bioquímica – Él quiere que tengamos una vida que se caracteriza por el amor – una vida de alegría, bondad y aprecio. Dios quiere que tengamos la vida trinitaria, y la Biblia dice que el Padre está en nosotros, el Hijo está en nosotros, y el Espíritu Santo está en nosotros, dándonos ese tipo de vida, transformando la manera en que vivimos ahora, y transformando nuestra vida futura, también.
Debemos tener paciencia. Nos gustaría que lo hiciera mucho más rápido de lo que lo hace, pero tenemos que admitir que él sabe mucho más de esto que nosotros, así que tenemos que ser pacientes con la forma en que Dios nos transforma. La paciencia es una de las cosas que tenemos que aprender.
Pablo dice que las personas vivas estaban muertas en la forma en que vivían. Vivían de una manera egoísta, y sin experimentar la vida a la manera que Dios quería que fuera, y que no tenían la vida de acuerdo a la forma en que Dios la define, y es por eso que Pablo los llama «muertos» en sus transgresiones y pecados. Estaban fallando en vivir la vida que Dios quiere para su pueblo, y estaban en el camino de la muerte.
Si miramos a nuestro alrededor en el mundo, vemos la fuerte explotación de los débiles, vemos la violencia, la miseria, la servidumbre, y la gente piensa: «tiene que haber más en la vida que esto», y otras personas están pensando que «no hay nada más en la vida que esto”. Algunos te dirán que la vida humana no es mejor que la vida animal, y algunas personas terminan viviendo casi como animales. Su llamada vida no era mucho más que comer y beber y luego morir, como una vaca o un pez. Estaban siguiendo los caminos del mundo, viviendo más o menos como todo el mundo que les rodea. Todos hemos estado allí y hemos hecho eso, y a veces lo hacemos de nuevo.
Algunas personas viven como herbívoros, y algunos viven como depredadores, y si los seres humanos no somos mejores que los animales, no hay realmente ninguna razón para decir que un estilo de vida es mejor que otro. Si sólo somos otro animal, realmente no podemos decir que es malo ser como un tiburón, o una comadreja, o un cocodrilo. Pero la Biblia dice que no somos un animal. No se supone que vivamos como un animal – fuimos hechos a imagen de Dios, y se supone que debemos modelar nuestra vida como Dios que tiene el amor como su característica central.
Pero no podemos hacerlo por nuestra cuenta – necesitamos que Dios viva en nosotros, y eso es lo que hace el Espíritu Santo. Él trae la vida trinitaria, la vida divina, la vida de amor y bondad, en nosotros, y esta es la vida real, la vida que hará que la eternidad sea tan agradable. Hay mucho más en la vida eterna que sólo vivir para siempre jamás. No sólo es escapar de la muerte y vivir más tiempo y más tiempo. También es necesario un cambio en la forma en que vivimos, y esa es una de las razones de que Jesús es realmente una buena noticia, porque nos transforma y nos da la vida eterna.
“Y Él les dio vida a ustedes, que estaban muertos en (a causa de) sus delitos y pecados, en los cuales anduvieron en otro tiempo según la corriente (la época) de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Efesios 2:1-2). Pablo dice que si sólo hacemos lo que hacen los demás, si sólo vamos junto con la multitud, entonces estamos muertos. La gente de Éfeso había sido así. Y no se trata sólo de que estaban siguiendo a otras personas – dice Pablo en el versículo 2 que estaban siguiendo también los caminos «del príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia«.
Un problema espiritual
Así que esto no es sólo un problema humano – hay un poder espiritual trabajando en la humanidad. Pablo no dice mucho al respecto aquí. En otros lugares, escribe que estamos esclavizados por el pecado, como si el pecado es en sí mismo un poder ajeno que puede mantenernos cautivos, que puede apropiarse de nuestras mentes, que nos puede engañar para que hagamos lo que él quiera.
Es por eso que, incluso aunque podemos descubrir que el amor es una mejor manera de vivir que el egoísmo, no podemos amar por nosotros mismos. Podríamos hacerlo bien a veces, pero no podemos hacerlo todo el tiempo. Nos enfrentamos a un poder espiritual ajeno a nosotros. Exactamente qué es y cómo funciona, no importa en este momento, porque Cristo nos da poder sobre él.
Pablo dice que este espíritu extraño todavía está trabajando en las personas que son desobedientes. “Entre ellos también todos nosotros en otro tiempo vivíamos en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente (de los pensamientos), y éramos por naturaleza objeto de la ira de Dios, lo mismo que los demás”. (Efesios 2:3). Una vez fuimos parte del grupo rebelde, con una vida básicamente egoísta, haciendo sólo lo que queríamos hacer. Por nosotros mismos, por naturaleza, éramos «objeto de la ira de Dios».
Si el texto terminara aquí podríamos pensar que «ira» significa que Dios estaba enojado con nosotros. Pero esa interpretación no funciona, porque el siguiente versículo dice que Dios no está enojado con nosotros. Tal vez él tiene el derecho de estar enojado con nosotros, y si fuera como nosotros, estaría enojado con nosotros, pero lo cierto es que Dios no quiere castigarnos – lo que quiere es rescatarnos de los problemas del pecado y la muerte.
“Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en (a causa de) nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia ustedes han sido salvados)”. (Efesios 2:4-5). Dios nos hizo para un propósito en particular, y no va a desistir de eso. Él nos va a rescatar de las dos formas de la muerte. Él nos va a rescatar de la forma mortal que vivimos, y de la muerte misma. El pecado lleva a la muerte, y si Dios corrige uno de esos problemas, el otro se corrige también. Los dos van juntos, son sólo diferentes caras de la misma moneda.
Sin embargo, la operación de rescate no viene de la ira o de amenazas de castigo si no das la talla – viene sólo a través del amor, la misericordia y la gracia. Esto se debe a que esa es la clase de vida que Dios tiene, y es el tipo de vida que quiere compartir con nosotros. Tiene que hacerse con misericordia y gracia, porque esa es la naturaleza de la vida trinitaria, no sólo de Dios, sino también la vida que él quiere que nosotros tengamos. Y no puedes conseguir el amor como un resultado si estás sembrando la semillas de la ira y la venganza.
Este es el mensaje especial del Evangelio: Dios lo ha hecho por nosotros, él nos salvó por su gracia, aun estando nosotros muertos en pecados. Incluso cuando estábamos atrapados sin remedio en el camino equivocado, Dios nos dio vida juntamente con Cristo. Desde luego no era lo que merecíamos – fue un regalo – que es lo que significa » gracia». Y Pablo pone esto en tiempo pasado – Dios ya nos ha dado vida. Él nos ha dado una nueva vida, una vida que ahora se define por medio de Jesucristo y no por los deseos de la carne o los caminos de este mundo.
Escondida en Cristo
Como dice en Colosenses, nuestras vidas están escondidas en Cristo. La palabra “escondida» es útil, porque no siempre nos vemos a nosotros mismos en esta nueva vida. A veces vemos la vida vieja, todavía vivimos egoístamente, pero el evangelio nos dice que la nueva vida está en nosotros, también. Dios nos dio vida juntamente con Cristo. El Espíritu de Dios vive dentro de nosotros, permitiéndonos compartir y participar en la vida trinitaria, el amor que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo comparten entre ellos y quieren compartir con nosotros. Dios ya lo está haciendo en nosotros, comunicándolo a nosotros, construyéndolo en nosotros.
Pero ha hecho más que eso – Efesios 2:6 nos dice: «Y Dios nos resucitó con Cristo y nos sentó en los lugares celestiales con Cristo Jesús». Note de nuevo que esto está en el tiempo pasado. Dios ya nos ha resucitado, nos ha dado una vida nueva en lugar de nuestra antigua vida muerta, y nos sentó con Cristo. Como su regalo para nosotros, Dios ya nos ha unido a Cristo, y estamos sentados con Cristo en su trono, en los lugares celestiales, incluso antes de que estuviéramos conscientes de ello. Viviendo ya con Cristo
Solemos pensar en el cielo como «arriba», pero en realidad no está «arriba» en absoluto. El cielo es simplemente dónde está Dios, y Dios es omnipresente – está en todas partes al mismo tiempo. Dios está aquí, al igual que está en el cielo, en igual medida, o incluso aún más, de lo que está en el espacio exterior. Algunas personas lo han comparado a otra dimensión – una dimensión que no podemos ver, pero que sin embargo está a nuestro alrededor.
No importa cómo lo describamos, el punto es que ya estamos viviendo con Cristo, ya participamos de su vida. La salvación no significa sólo un rescate de la muerte, no sólo un veredicto favorable en algún futuro día de juicio, sino que también afecta a nuestras vidas ahora mismo. Ya estamos con Cristo, y él está con nosotros, y nuestras vidas deben reflejar eso.
Efesios 2:7 nos dice por qué Dios hizo esto: “A fin de poder mostrar en los siglos venideros las sobreabundantes riquezas de Su gracia por Su bondad para con nosotros en Cristo Jesús”. Vamos a ser un testimonio permanente de la generosidad de Dios – y también vamos a ser los receptores permanentes de su generosidad. Él seguirá siendo misericordioso para con nosotros en los siglos venideros, porque esa es la clase de ser que es él, y él no podría hacer eso en el futuro, a menos que nos de la gracia que necesitamos ahora, para que estemos con vida en los siglos venideros.
El mismo amor que Él ya nos ha mostrado en Cristo Jesús, nos lo seguirá mostrando en los siglos venideros. Eso es porque Dios no cambia. Él es amor y seguirá siendo amor. Él es misericordioso y seguirá siendo misericordioso. Es generoso y seguirá siendo generoso. Lo que hemos visto en Jesús es exactamente lo que es Dios, y Dios seguirá siendo así durante toda la eternidad.
Efesios 2:8 y 9: “Porque por gracia ustedes han sido salvados por medio de la fe, y esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas”. Dios nos ha salvado como un regalo, no es algo que podemos ganar o merecer. Nunca podríamos ser lo suficientemente buenos por nuestra cuenta para ganarnos el derecho a vivir con Dios para siempre. Por nosotros mismos, no tenemos la forma correcta de vivir, y no tenemos la longitud correcta de vida. Son los mismos dos problemas. Pero Dios lo ha hecho, como un regalo, y lo recibimos por la fe, simplemente por aceptarlo y creerlo.
No nos lo impone
Dios no se impone a nosotros. No tenemos que vivir en el camino del amor, si no lo deseamos. El amor, por su propia naturaleza, no puede ser forzado a nadie. Dios nos dice lo que está disponible, y que él está disponible, y que está dispuesto a vivir en nosotros y ayudarnos, pero no nos servirá de nada a menos que nosotros lo creamos, a menos que lo deseemos. Él está esperando por nosotros, si lo aceptamos. El Evangelio es el anuncio de que Él está ahí. Lo que tenía que hacerse ya se ha hecho, los pecados han sido pagados y perdonados, el Espíritu Santo ya está aquí, y Dios nos ofrece compartir su vida – pero no a la fuerza. Tenemos que responder.
Pero incluso si respondemos con fe, no podemos presumir de que, como si de alguna manera hemos hecho algo especial. La fe es un don de Dios. Él nos da la fe pero no nos obliga a usarla. Si estás cansado de la vida sin sentido que todos los demás tienen; si estás cansado de vivir en los caminos de la muerte, Puedes tener vida, el camino de la verdadera vida, la vida como Dios quiere, la vida que viene del Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo.
Vive como si la vida es para siempre
Si vamos a vivir para siempre, entonces tenemos que vivir de tal manera que vivir sea agradable para todos para siempre, y la única manera de hacerlo es si nos amamos unos a otros. No estamos hablando de algún tipo de romance. Nuestra cultura utiliza la palabra «amor» a menudo de forma equivocada. Están hablando de lujuria, o una fascinación temporal. Cuando la Biblia habla de amor, habla de generosidad, de auto-sacrificio, un amor que se nos muestra más claramente por Jesús, por lo que hizo en su vida y en su muerte.
El amor bíblico no es sólo ser amable con las personas que nos agradan, – es ser agradable incluso para la gente que no nos agrada – es un deseo de ayudar incluso a nuestros enemigos. Esto es contracultural, y la gente a veces se aprovecha de las personas que son así, a veces son maltratados, a veces son asesinados. Así pues, para continuar en el camino del amor, incluso frente a una amenaza de muerte, necesitamos algún tipo de garantía de que hay vida más allá de la muerte. Necesitamos garantías de que la vida es más de lo que podemos ver.
Por ejemplo, supongamos que todos nosotros estamos varados en el desierto con un galón de agua. Si compartimos el agua, no va a ser suficiente para todos – todos vamos a morir de deshidratación. Pero si me robo el agua y la tomo toda para mí, será suficiente para mí para salir del desierto y salvar mi vida. Todos los demás van a morir, pero yo viviré. Así que me enfrento a una elección: o hago algo malo, o me muero. ¿Hay algo que pueda motivarme a que haga lo que es correcto, incluso si eso significa que me voy a morir?
La vida después de la muerte podría marcar la diferencia. Si tuviera alguna evidencia de que voy a vivir de nuevo, entonces podría estar dispuesto a hacer lo correcto en esta vida. Sería de ayuda tener pruebas de que la muerte ha sido conquistada – que alguien en realidad regresó de entre los muertos y tiene una vida que supera el tipo de vida que conocemos. Y eso, por supuesto, es lo que tenemos en Jesucristo. Pero no nos servirá de nada a menos que lo creamos. Tenemos que creer lo que pasó en Jesucristo, y que tiene alguna relevancia para nosotros hoy.
Incluso si estamos en el camino correcto, y vamos en la dirección correcta, vamos a cometer algunos errores. Por lo tanto, necesitamos algún tipo de garantía de que nuestros errores no nos descalifican para la esperanza que tenemos. Y Jesús nos da esa seguridad, también, que el perdón está continuamente disponible, porque ya ha pagado por todos nuestros pecados. Tenemos la seguridad de que el doble problema del pecado y la muerte han sido atendidos, y el evangelio nos da esa seguridad. Pero Dios no obliga esta solución en nosotros, y no nos servirá de nada a menos que lo creamos, a menos que aceptemos el regalo que nos ha dado.
Así que el plan que se inició con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, se lleva a cabo por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El Padre envió al Hijo para vencer a la muerte por nosotros, para que podamos ser resucitados con él a una vida nueva. Y envía el Espíritu Santo para vivir dentro de nosotros para luchar contra las tendencias pecaminosas que todavía están dentro de nosotros. Así que aborda los problemas del pecado y de la muerte.
Efesios 2:10 nos dice por qué Dios hace esto: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas». Él nos salva por gracia porque somos hechura de Dios – es decir, él nos creó – y él no va a dejar que su creación se desperdicie. Él va a rescatar lo que él ha hecho. Nada de lo que ha sucedido sorprendió a Dios. Él sabía desde el principio que esto iba a pasar, y él sabía de antemano cómo iba a arreglarlo. Él sabía cuánto iba a costar, y decidió de antemano que iba a pagarlo.
¿Por qué Dios decidió crearnos a pesar del alto costo? ¿Por qué? Porque Padre, Hijo y Espíritu Santo son amor. Querían crear vida como la de ellos, vida que se caracteriza por el amor – el amor que conduce a las buenas obras. Dios quiere que hagamos buenas obras, no como un fin en sí mismas, no como el fin último de la vida, y ciertamente no como forma de pago por la salvación, sino simplemente porque las «buenas obras» son una descripción de como se ve la vida.
No hay contradicción entre la gracia y las buenas obras. Se incluyen las dos aquí en el espacio de tres versos. Dice que fuimos creados para buenas obras, pero no podemos ser salvos por las buenas obras. Las buenas obras son el resultado y el propósito, pero no la causa de la salvación. En realidad, las buenas obras son la razón por la que necesitamos la salvación por la gracia. ¿Somos salvos por gracia o por las buenas obras?
Fuimos creados para hacer buenas obras, pero no siempre cumplimos la finalidad para la cual hemos sido creados. Nuestras obras no nos hacen merecer la salvación – de hecho, nuestras obras incluyen obras de pecado, obras de muerte, obras de las que necesitamos ser perdonados, y de las que necesitamos ser rescatados.
El plan de salvación significa que Dios no ha abandonado su propósito original para nosotros. Él todavía quiere que tengamos una vida de amor, una vida de buenas obras, y él está trabajando en nuestras vidas para lograrlo. Así que perdona nuestros pecados, y nos da la gracia, y sigue dándonos la gracia. Él nos asegura que nos dará la gracia todo el camino a la vida eterna, y nos asegura que vive dentro de nosotros, para que nuestra vida pueda ser activada por el Espíritu Santo para hacer las buenas obras que Dios ha preparado para nosotros.
Pero Dios no fuerza esta vida en nosotros. Él nos dice que para esto es la vida – y, de hecho, un poco de reflexión nos dirá que la vida eterna no sería muy buena a menos que se tratara de algo como esto, que se caracteriza por el amor en vez de egoísmo, que se caracteriza por buenas obras en lugar de malas. Esto es lo que Dios ha preparado para nosotros, para que podamos compartir la vida de Dios, la vida trinitaria, el amor que es compartido por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Elige la vida
Dios nos ha dado esta vida como un regalo, pero también nos ha dado el poder de elegir. Podemos elegir esta vida, o podemos rechazarla. Podemos aceptar el regalo que Dios nos da, o figurativamente ponerlo en la estantería sin utilizarlo en absoluto. Muchos de nosotros ya hemos aceptado el regalo, y hemos comenzado a dejar que actúe en nuestras vidas.
Todavía tenemos el doble problema del pecado y de la muerte, pero también estamos seguros de que Cristo ha vencido ambos problemas y nos promete que Él está trabajando en nosotros, y Él dice que vamos a tener una eternidad en la que somos libres de ambos problemas. Otros todavía tienen que tomar esa decisión, y si ése eres tú, te alentamos a aceptar el regalo que Dios nos ha dado. Es como Dios dijo a través de Moisés hace mucho tiempo: Te pongo delante la vida y la muerte. Escoge, pues, la vida, para que te vaya bien a ti y a tus hijos.
Si estás muerto(a) en tus delitos y pecados, y te gustaría ser resucitado(a) con Cristo a una vida nueva, una vida en la que Dios comparte su vida contigo, una vida caracterizada por el amor a los demás, entonces te animo a decirle «sí » a Dios”, y contarle a alguien más acerca de tu decisión.
También te invito a ser bautizado como símbolo de esta transición en tu vida. La Biblia dice que el bautismo simboliza la muerte de tu antiguo yo, y simboliza una nueva vida para ti , una vida que ha sido traída a la esfera de la vida trinitaria, una vida en la que el amor se impone, no sólo en esta vida sino también en una eternidad con Dios.
Jesucristo ha vencido el pecado y la muerte, y como nuestro Salvador, nos ofrece el amor y la vida – no sólo su amor por nosotros, sino también su forma de vivir el amor en nosotros, transformándonos, modelándonos para el propósito para el que fuimos creados: Una vida en relación de amor con Padre, Hijo, Espíritu Santo y con nuestros hermanos, una vida que es buena, una vida que podemos disfrutar para siempre. ◊
Michael D. Morrison tiene un doctorado del Seminario Teológico Fuller. Es editor de Comunión de Gracia Internacional, Jefe de redacción de la revista Odisea Cristiana, colaborador habitual de dicha revista, instructor adjunto en la Escuela de Posgrado de Teología Azusa Pacific y Decano de la Facultad y profesor de Nuevo Testamento en Grace Communion Seminary. También es pastor asociado de NewLife Fellowship en Pasadena, California, EEUU.
Preguntas para reflexionar
1- ¿Por qué no podemos resolver por nosotros mismos los problemas del pecado y de la muerte?
2- ¿Podemos cambiar nuestro comportamiento (dejar de hacer lo malo) si nos esforzamos suficiente?
3- ¿Hacer muchas buenas obras es suficiente para librarnos de la muerte?
4- ¿Qué es la muerte?
5- ¿Qué es la vida?
6- ¿Puede alguien estar vivo pero muerto?
7- ¿Murieron Adán y Eva después de pecar, o siguieron vivos?
8- ¿Qué significa “objeto de la ira de Dios” o “hijos de ira”? (Efesios 2:3 RV60)