Juan no empieza “la historia de Jesús” en la forma usual. No dice nada acerca de la forma en que Jesús nació. Más bien, nos hace retroceder en el tiempo hasta “el principio”. Él dice: “En el principio ya existía el Verbo”.
Los lectores modernos podrían de inicio no saber qué es éste “Verbo”, pero viene a ser claro en el verso 14. “El Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros”. El Verbo se convirtió en un ser humano. Un hombre judío llamado Jesús.
Cuando Juan habla acerca de “el Verbo”, está hablando acerca de una persona que existió en el principio con Dios (v. 1). No era un ser creado; por el contrario, es a través de Él que todas las cosas creadas fueron hechas (v. 3).
La pregunta sobre la cual me gustaría comentar ahora es: ¿Por qué nos dice Juan esto? ¿Por qué necesitamos saber que Jesús era originalmente una persona que no solo estaba con Dios, sino que también era Dios?
Una grandiosa idea
Al usar el vocablo Verbo, Juan estaba usando un término que tenía un rico significado para los filósofos griegos y judíos. Ellos también creían que Dios había creado todo a través de Su Verbo, o Su sabiduría. Puesto que Dios era un ser racional, Él siempre tenía un verbo con Él. El “verbo” era Su poder para pensar—Su racionalidad, Su creatividad.
Juan toma ésta idea y le da un giro radical: El Verbo se hizo hombre. Algo en el reino de lo perfecto y lo eterno vino a ser parte del mundo imperfecto y corrompido. La gente podría haber dicho que esa es una idea ridícula, pues eso no encajaba en su idea de lo que era Dios.
Juan podría haber concordado con ellos: Esto era algo bastante inesperado. Dios no había actuado de la manera que pensamos que lo haría, pero al leer el evangelio de Juan encontraremos que Jesús frecuentemente hacía lo inesperado.
Él no estaba actuando de la manera que la gente esperaba que un hombre de Dios actuara— y esa es parte de la razón por la que Él vino y parte de la razón por la que Juan nos cuenta la historia. Teníamos ideas equivocadas acerca de Dios, y Jesús vino a corregirnos.
Jesús no sólo trajo un mensaje acerca de Dios—Él mismo era el mensaje. Él nos mostró en la carne cómo es Dios. Poco antes de que Jesús muriera, Felipe le dijo: “Señor,…muéstranos al Padre” (14:8). Y Jesús respondió: ¡Pero, Felipe! ¿Tanto tiempo llevo ya entre ustedes, y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre (v. 9).
Si usted quiere saber cómo es Dios, entonces estudie a Jesús. Jesús nos muestra el amor que Dios tiene por nosotros; Él voluntariamente dio Su vida para salvar a los demás. Cuando el Verbo se humilló a Sí mismo para convertirse en un ser humano de carne y hueso, fue un cambio—algo que Dios nunca había hecho antes— pero no fue un cambio en la naturaleza de Dios.
Más bien, fue una demostración de Su naturaleza invariable—Su fidelidad invariable hacia nosotros. Se nos mostró el amor que Dios tiene por nosotros todo el tiempo.
Los filósofos griegos imaginaron que Dios era tan perfecto que no tendría nada que ver con los desordenados seres humanos. Muchos judíos pensaban de la misma manera— enfatizaban tanto la santidad de Dios que ellos pensaban que el pueblo de Dios no debería tener nada que ver con personas que no fueran cuidadosas en guardar las leyes de santidad. Ellos estaban correctos al decir que Dios era santo, pero se habían olvidado que Su santidad incluye el amor y la misericordia, y Su poder incluye la ternura.
Verdad y Vida
Como discípulo, Juan no comenzó sabiendo que su maestro era eternamente pre-existente. Ésta comprensión llegó a él lentamente, y puede reflejarse en las palabras de los discípulos. Pedro dijo: “Tú eres el Santo de Dios” (6:69). Marta dijo: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios” (11:27); y después de la resurrección, Tomás dijo: “¡Señor mío y Dios mío!” (20:28).
Juan desarrolla éste tema a lo largo del evangelio, pero él quiere que nosotros como lectores sepamos, incluso desde el inicio, quién es Jesús, para que así podamos ver la historia desenvolverse, con un poco más de entendimiento. Jesús es “El Hijo Unigénito, que es Dios, y que vive en unión íntima con el Padre”—“y quien nos ha dado a conocer al Padre” (1:18).
Éste Dios de carne y hueso tenía la vida, “y esa vida era la luz de la humanidad” (v. 4). Él estaba trayendo la vida eterna y Su “luz” nos revela el camino a la vida eterna. Podemos leer la historia sabiendo que ésta persona es de hecho Dios en la carne, mostrándonos cómo es Dios.
Juan el Bautista le dijo a la gente acerca de Jesús, pero la gente no pudo aceptar lo que él decía: “¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” (v. 29). Pero “las tinieblas” no pudieron entender a la luz del mundo. “El mundo no lo reconoció… los suyos no lo recibieron” (vv. 10, 11). Dice Juan: Pero a aquellos que creyeron vinieron a ser hijos de Dios, no nacidos en la forma común, sino “de Dios” (v. 13).
Juan dice: “Y hemos contemplado su gloria”, y no consiste en fuego ardiente y voz tronante. Más bien, la gloria de Dios que vemos en Jesús es “gracia y verdad”. En Sus palabras y en Sus obras, Jesús nos muestra que la verdad es misericordiosa. Algunas personas quieren que la “verdad” sea un arma que ponga a la gente en su lugar, pero Jesús nos muestra que es para alentar a la gente.
Juan dice: “la ley fue dada por medio de Moisés”, pero la ley no pudo darnos la vida eterna. Esto es lo que realmente necesitamos: “la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo” (v. 17). Sí, Dios dio la ley, pero la ley no pudo revelar la verdadera naturaleza de Dios. Dios no puede ser definido por una lista de reglas. Él se reveló como una persona que caminó sobre ésta tierra como uno de nosotros, mostró misericordia a los pecadores y murió por los demás.
Dios no tenía que hacer esto, pero el hecho de que Él lo hizo, muestra cuánto le importamos: “el Dios clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad, que mantiene su amor hasta mil generaciones después, y que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado” (Éxodo 34:6, 7). Esto había sido revelado a Moisés, pero parece que los israelitas lo habían olvidado, así que Jesús vino a revelarlo en la carne.
Incluso hoy, después de casi 2,000 años de enseñanza cristiana, muchas personas—incluso muchos cristianos— piensan que Dios es un juez severo pero que Jesús descendió para frustrar el plan que Dios tenía de castigarnos. La verdad es que el amor y la misericordia que vemos en Jesús, es exactamente como Dios siempre ha sido.
Eso es algo en lo que vale la pena pensar.
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