por Héctor Barrero
Exodo 20:9 dice “seis días trabajarás y harás toda tu obra. Mas el séptimo día es reposo para el Señor tu Dios”. El mandato de trabajar, de emplearse, de ser diligente, emprendedor y gozarse en una labor, lo dejó el Señor Dios establecido como un principio de actividad para proveerse de las cosas necesarias de la vida. El sábado fue establecido para que Israel no olvidara en medio de su actividad y trabajo, quién era el verdadero Dios. El sábado apuntaba a Cristo Jesús él único mediador entre Dios y los hombres, él es nuestro verdadero reposo.
Si ellos mantenían al Señor Dios como el centro de su vida, si toda su actividad estaba fundamentada en Su amor, en creerle a él, en amarle y honrarle,entonces serían prosperados grandemente. Pero si ellos no tenían en cuenta a Dios, no le creían y le desobedecían volviéndose a dioses paganos, el Señor Dios los abandonaría y sufrirían escases, pobreza, enfermedad y serían esclavos de otras naciones.
El rey Salomón escribió al respecto en el Salmo 127: “Si el Señor no edifica la casa, en vano se esfuerzan los albañiles. Si el Señor no cuida la ciudad, en vano hacen guardia los vigilantes. En vano ustedes madrugan, y se acuestan muy tarde, para comer un pan de fatigas, porque Dios concede el sueño a sus amados.”
Si el Señor Dios no es primero en nuestra vida, en nuestros pensamientos, todo nuestro trabajo, nuestro esfuerzo, nuestra diligencia, nuestro afán, será en vano, porque no tendremos la bendición divina. El dinero se escapará entre las manos. La abundancia será desperdiciada por la insensatez.