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“Enmudecí con silencio, me callé aun respecto de lo bueno; Y se agravó mi dolor” – Salmo 39:2
La causa más grave de separación en las parejas no son las discusiones, la mayor causa de problemas y de separación es el silencio.
Si, porque al menos las discusiones, los gritos, el llanto… exponen lo que hay dentro de cada uno, pero el silencio es como un abismo: oscuro y mortal que se abrió cuando uno no quiso hablar y enojado decidió callar.
Si hay silencio hay una especie de muerte: sentimental, emocional y espiritual y en vez de subir y crecer, desciendes.
Algunos se callan por no discutir.
Algunas esposas o esposos se callan con rencor deseando que su cónyuge se dé cuenta y pregunte que le pasa.
Tu silencio puede ser causa de que muchas veces el diablo te hable a la mente, y te meta, toda clase de sospecha, lo que imaginas (que puede ser mentira seguramente), y hasta suposiciones engañosas que trabajan en un enredo de pensamientos, todo porque el esposo decide callar para no “tener problema” o porque la esposa no sabe decir las cosas de buenas maneras, y se agrieta cada vez mas el corazón por el “silencio” de cada uno.
Evadir es lo que realmente significa ese silencio.
¡Un silencio ensordecedor, abrumador y distante agrava el dolor!
No es un silencio de prudencia, ni de “guardo mi lengua”.
Muchas parejas al callar, encuentran en otra persona lo que necesitan descargar. Y muchas de esas “otras personas” son las equivocadas.
Si vamos a guardar silencio, debe ser un silencio reverente y humilde delante de Dios. ¡No orgulloso ni pendenciero o vengador!
¿Deseas que el problema con tu pareja se arregle?
Habla con humildad, habla con amor y no calles por rencor.
Y principalmente habla con Dios. Dios te atiende, Dios te escucha, Dios te ve, y te da sabiduría.