«Él tomará nuestros cuerpos mortales débiles y los transformará en cuerpos gloriosos como el suyo, con la misma potencia con la que va a poner todo bajo su control» (Filipenses 3:21).
Este día los EE.UU. celebra el Día de la Independencia como nación. Se agitan el rojo, blanco y azul, se disparan fuegos artificiales y se pone en la parrilla la hamburguesa americana. Es un día de patriotismo y de recordar la lucha para convertirse en un país libre. También es un buen día para recordar a todos aquellos que dieron tanto en esa lucha.
Otro día de la independencia viene, uno que va a liberar a todos los hombres y mujeres de la esclavitud de estos cuerpos mortales. Aunque son grandes regalos, ya que nos permiten vivir y respirar y experimentar todo lo que Dios nos ha dado, no son permanentes, sólo en calidad de préstamo. Y a veces nos dan calambres. En muchos sentidos, estamos muy atados por ellos. En su amor y poder, algún día Dios nos dará cuerpos como el de Jesús y ese día será la independencia más maravillosa de todas.
Tammy Tkach