Historia de la Iglesia
No es raro para algunos grupos religiosos, sobre todo los que guardan el sábado, decir que ocurrió una masiva evasión de la verdad después de que el apóstol Juan murió en el año 90 DC. La iglesia fue tomada supuestamente por embaucadores helénicos hábiles. Estos filósofos astutos barrenaron las leyes de Dios. Después de eso, fue cuestión de poco tiempo para introducir varias doctrinas falsas, como la observancia del domingo.
Parte de este escenario involucra un supuesto siglo «perdido» de historia de la iglesia cuando el paganismo galopante supuestamente margina a los verdaderos cristianos. El clímax de esta apostasía insidiosa y conspiración fue alcanzado, según esta tesis, durante el reinado del emperador Constantino (306-337). Por medio del consentimiento con la iglesia en Roma, Constantino impuso el culto del domingo como obligatorio y persiguió a los que guardaban el sábado, que supuestamente se aferraron a la verdad de la fe primitiva. Los católicos empezaron con siglos de persecución y herejía. El Concilio de Nicea se percibió como la puesta de la última piedra de un proceso insidioso que llevó a 1260 años de persecución a los verdaderos discípulos de Cristo. No importa que el tema del reposo en el día sábado no fuera discutido en Nicea.
Esta vista selectiva de la historia de la iglesia en sus inicios no es única a los sabatarios. Algunas sectas protestantes que siguieron a los primeros reformadores; Lutero y Calvino, también lo enseñaron. Estas actitudes protestantes ayudaron a elevar el anticatolicismo con una mirada teológica. Pero los hechos reales son complejos. Un enfoque unidimensional de lo que pasó desde el 95 al 325 D.C. puede llevar a conclusiones rápidas que podrían revelar un poco algunas realidades importantes:
· En primer lugar, el Concilio de Nicea tuvo lugar en Asia Menor, no en un lugar cerca de Roma.
· La iglesia romana envió a sólo dos delegados a Nicea. Vito y Vicente, que representaron al Papa Silvestre[1]. No era una reunión de la “Iglesia Católica Romana”.
· La fecha de la «Pascua». o más bien, la celebración de la resurrección de Jesús no era un tema a tratar en Nicea.
· El propio Constantino, están argumentando ahora algunos historiadores, pudo haber tenido un «mal reporte» en manos de protestantes fervientes.
Preguntas, preguntas
Los orígenes de Nicea eran políticos y teológicos. El emperador Constantino tenía un problema en sus manos. Él había decidido favorecer a cristianismo, pero existía un problema respecto a una disputa doctrinal referente a la divinidad de Jesucristo y su relación con el Padre, amenazando la estabilidad y unidad del imperio, especialmente en el oriente.
Las iglesias griegas simplemente se habían involucrado en una marcada disensión, originando una discordancia entre el obispo Alejandro de Alejandría y su presbítero Arrio. Había empezado como una riña local. Pero Arrio había invocado el apoyo foráneo de afuera de Egipto, y ahora Alejandro de Alejandría tenía oposición de algunos obispos importantes… Constantino… decidido convocar a un gran concilio de obispos… El Concilio de Nicea, pronto sería denominado como el primer «concilio ecuménico» o mundial, debido al rango de representación, asistieron aproximadamente 220 obispos, casi todos griegos. (Henry Chadwick, La Iglesia Primitiva [Eerdmans, 1968], 129-30)
En un sentido no había nada nuevo acerca de esta controversia. La cuestión acerca de la divinidad de Jesucristo y lo que esto significó respecto a su relación exacta con el Padre, nunca había sido explicado totalmente por los escritores del Nuevo Testamento. Ellos eran primero evangelistas, teólogos después. Simplemente habían afirmado con fuerza y fervor que Cristo es Dios y Salvador. Las preguntas complejas sin contestar sobre Jesucristo como el Verbo, cómo que el Verbo puede ser totalmente Dios y totalmente humano y su preexistencia, salieron a la luz provocando interpretaciones equivocadas así como herejías. Algunos gnósticos, por ejemplo, habían argumentado sobre Jesús: «Si él sufrió, no era Dios; si fuera Dios, él no sufriría»[2]
Algunos críticos del cristianismo indicaban que encontraban algunas inconsistencias en la nueva fe, la resurrección de Cristo se parecía a una variación del «dios agonizante» mito que existió en el antiguo cercano oriente. Su encarnación recordó a algunos nuevos convertidos, sobre las leyendas referentes a Júpiter y Zeus (Hechos 14:11-13). El problema de la pasibilidad (es decir, habilidad de Cristo como Dios en sentir o experimentar sufrimiento) había implicado en que algunos jóvenes de la fe pudieran defender un problema lógico y teológico.[3]
Estos cristianos del primer siglo no intentaron hacer alguna declaración ordenada y completa de sus creencias sobre Cristo. Aquí y allí, como en el Evangelio según Juan y en la Carta de Pablo a los Romanos, algo de lo que creyeron que era el lugar de Cristo en el drama humano y en el universo establecido. Aún estos primeros discípulos se habían dejado llevar por una visión impresionante de lo que creyeron que Cristo quiso decir y de lo que Dios había hecho y había estado haciendo en él y que ellos no podían entender en condiciones intelectuales sobrias, ni podían tratar de responder a todas las preguntas que los cristianos plantearían inevitablemente y se esforzaban en resolver los problemas presentados por esta única y culminante persona de quien ellos habían tenido el conocimiento. (Una Historia del cristianismo: Volumen 1 [Nueva York: HarperCollins, 1975], 142)
Los evangelistas del Nuevo Testamento eran pregoneros serios del evangelio, pero llegó el tiempo cuando la iglesia tenían que establecer condiciones intelectuales sobrias respecto a las creencias y los por qué. Los primeros cristianos sentían pequeños remordimientos acerca de esos detalles de cómo Dios puede ser Padre e Hijo y a la vez ser un solo Dios. Pero sus escritos contuvieron necesidades esenciales en tener un acercamiento sistemático, sobre todo de aquellos que habían heredado las escrituras del Nuevo Testamento, especialmente en las iglesias griegas, podían explicar de las Escrituras algunas preguntas apremiantes que pudieran ser resueltas. Esto originó el pensamiento teológico.
La bomba de tiempo retardada haciendo tictac
La controversia sobre la actividad de un Dios continuó durante el segundo y tercer siglo. Quizás, especulando en algunos, había un Dios en tres modos diferentes (Modalismo). En cual caso, clamaban otros, podemos decir que el Padre murió así como el Hijo en la cruz. Esta era la herejía del Patripasible (pater, padre; pasible, sufrimiento).
Tertuliano del norte de África (160 – 220) y Orígenes de Alejandría (185- 255) se esforzaban en solucionar estas distorsiones. Los ataques de Tertuliano al Modalismo lo llevaron a ser considerado como el primer pensador verdaderamente Trinitario. Un abogado romano se volvió el defensor cristiano, Tertuliano introdujo el término de personay substancia intentando definir a Dios como tres en uno. Su analogía vívida de tres propietarios (personas) compartiendo una sola propiedad (substancia) era útil y estableció la terminología básica a la cual estamos familiarizados el día de hoy. Había todavía un cuestionamiento, sin embargo, sobre cómo el concepto de tres personas pudiera igualarse con un ser divino u ousia. Para algunos, la formulación de Tertuliano dio una fuerte bofetada al triteísmo (tres dioses diferentes).
Orígenes era un pensador y escritor prolífico. Él sugirió el término griego hipóstasis o «una misma persona» como una manera de evitar el dilema de tres-dioses implícito de Tertuliano. Orígenes también contribuyó en el término importante de homoousion «de una substancia». Que sería después muy útil. Incluso en su más cuidadosa declaración podría ser una puerta abierta para la subordinación. “La existencia del Hijo deriva del Padre, pero no en el tiempo, ni tiene ningún principio, excepto en el sentido que empieza del mismo Dios.»[4]
Así, por el año 300, el problema de la relación entre El Verbo y el Padre ardió como una bomba de acción retardada haciendo tictac. Puesto que El Verbo era Dios y estaba «con Dios», ¿cómo pudo ser un solo Dios? Dios podría tener un Hijo, pero ¿amenazaría eso la unidad del Dios indivisible? Una clave era la cuestión de la relación de Cristo con el Padre. ¿Él era inferior o subordinado al Padre?
El unigénito nacido del Padre, es decir, de la substancia del Padre; Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no creado, consubstancial con el Padre (ref. en Fortman, El Dios Trino [Westminster Press, 1972], 66).
«Engendrado, no creado». Esto era un golpe al Arrianismo. Aunque Arrio pudo haberlo querido decir con buenas intenciones, intentó preservar la tradición monoteísta. Él estaba enmarcando a Jesucristo como incapaz de hacer una expiación plena. En el Concilio de Nicea, 218 de alrededor de 220 obispos estaban de acuerdo que el Hijo es, por necesidad, cosubstancial (es decir, una misma esencia — homoousion) con el Padre.[5]
No podemos culpar la obra principal de Nicea. La repudiación a Arrio y su esfuerzo para formular la relación más precisa entre el Padre y el Hijo. La confusión sobre el papel de Jesucristo como Dios y humano había sido común entre las sectas gnósticas. Los gnósticos estaban ofendiendo a aquellos que aceptaban los documentos del Nuevo Testamento como autoritarios. Hombres tales como Tertuliano (160 – 220) e Ireneo (muerto en el 200), salieron a refutar estas herejías.
Así, el camino a Nicea y más allá era a menudo un camino con baches. Ésta era una edad instruida, un tiempo de educación extendida y un intercambio rápido de ideas (Hechos 2:5; 8:26.28; 17:18.21). El gnosticismo estaba hilando sus propios tejidos raros. «La doctrina básica del gnosticismo era que la materia es esencialmente mala y el espíritu es esencialmente bueno», escribe William Barclay. «Algunos gnosticistas sostuvieron que Jesús era una de las emanaciones que habían procedido de Dios (siendo ‘real’ Dios no podía mancharse con la materia). Algunos de los Gnósticos sostuvieron que Jesús no tenía ningún cuerpo real» [6]
«El Verbo se volvió carne», mostrando lo ortodoxo[7] (Juan 1:18). Algunos gnósticos defendieron no obstante que Jesús había “engañado” a Simón de Cirene (Marcos 15:21-2) a morir por él en la cruz. Ireneo argumentó en contra de un gnóstico llamado Cerinto que sostenía que el Espíritu solo había descendido en Jesús en su bautismo y había partido de nuevo antes de su pasión. Y de hecho, el papel y la relación del Espíritu Santo sería el próximo problema que aparecería después de Nicea.
Un asunto pendiente
Atanasio vio claramente que aunque Nicea había sido eficaz, permanecían aún algunos asuntos pendientes. Él vio que la ausencia de cualquier declaración clara en Nicea en cuanto al Espíritu Santo podría llevar a una situación preocupante. Y lo fue. Macedonio de Constantinopla negó cualquier divinidad asociada con el Espíritu Santo. Nicea lo había mencionado meramente, » Y nosotros creemos en el Espíritu Santo» (Chadwick, 146). Macedonio proclamó por consiguiente que el Espíritu Santo era sólo un misterioso espíritu o un ángel exaltado[8].
El hombre se vuelve Divino a través de la obra del Espíritu. La renovación no sería un acto genuino de salvación si el Espíritu Santo no es la propia esencia de Dios… El Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo trabajan juntos. (Hagglund, 83)
Esta creencia central fue sostenida por Atanasio en reacción a un anti-Niceno que se extendió como política e intriga teológica a seguir. Atanasio fue desterrado en cinco oportunidades. Él pagó su cuota, como decimos hoy. Pero a pesar de todas las controversias, las personas razonables podían ver que Atanasio había flanqueado a sus enemigos: la renovación prometida a través del Espíritu Santo no sería ninguna redención genuina a menos que el Espíritu Santo también sea divino (Romanos 8:9-11).
Cayeron tres obispos de Capadocia. Basilio de Cesárea (379 DC), Gregorio de Nyssa (395 DC) y Gregorio Nacianceno (389DC). Por formular el término hipóstasis para hablar de tres distinciones dentro de la esencia divina u ousia. La explicación de las tres hipóstasis en una esencia divina evitó caer en la trampa del triteísmo y Modalismo[9]. Otro concilio, en Constantinopla en 381 DC, ratificó el trabajo de Nicea y definió el problema del Espíritu Santo más claramente. El camino a Nicea llevó más allá a Constantinopla[10].
Cristología
– un problema ardiente
– un problema ardiente
En resumen, el problema de la divinidad de Jesucristo se había vuelto una pregunta importante en la historia de la iglesia en sus inicios. Esta pregunta llevó a caminos tortuosos pero firmes e implicaciones que apuntaron a la deidad del Espíritu Santo. Los Concilios de Nicea y Constantinopla eran cruciales para mantener la integridad de la palabra pasada en aquellos que coleccionarían finalmente y conservarían el canon del Nuevo Testamento. Una razón para que el libro de Apocalipsis ganara la admisión al canon era su alta visión de Jesucristo, un Cristo digno de culto (Apocalipsis 4:8.14).
Los eventos y desafíos de los años 100 y 200 llegaron a su clímax con las declaraciones de Arrio. Esto hizo necesaria una formulación definitiva llevada finalmente a Nicea. Esos «Padres de los inicios de la Iglesia», hombres como Ignacio, Justino Mártir, Tertuliano, Orígenes, Atanasio y los de Capadocia. Ellos formularon el pensamiento temprano Trinitario; estaban defendiendo la demanda del cristianismo de que es la fe dada por Dios a través de la cual los humanos pueden experimentar la salvación. La salvación estaba en el corazón de la controversia Trinitaria. Si Cristo fuera un ser menos divino, menos consubstancial con el Padre, él no podría ser nuestra Expiación; si él fuera sólo un hombre bueno no podría ser nuestro mediador.
¿Relevancia para hoy?
Los problemas trinitarios tocan el punto neurálgico del cristianismo de entonces y de ahora, casi. Los acuerdos Niceno – Constantinopolitanos eran concernientes a cómo logramos la salvación y cómo la explicamos a los foráneos. Es más relevante de lo que nos imaginamos ahora en un mundo con ideas de la nueva era que ven a Dios como una fuerza difusa o las teologías feministas radicales dónde Dios es una Sabiduría superior o Sofista. El arrastrante panteísmo se evidencia incluso entre algunos activistas ecológicos, donde el Dios está por todas partes pero no se le ve como un ser personal, y raramente como el Salvador, estas ideas pudieron ser reconocidas como sospechosas por Atanasio. La obra de Nicea y Constantinopla, aunque fácilmente criticada como mosaicos obtusos adosados en frases cuidadosas, son como muros contra las sectas y cultos que minimizan y cuestionan la divinidad de Cristo.
El futuro puede traer más debates teológicos respecto a la naturaleza de Dios. Muchos de nosotros ya tenemos vecinos musulmanes e hindúes. El concepto cristiano de un Dios, quien es totalmente personal, totalmente humano y totalmente divino, no siempre es fácil de entender o explicar. La explicación puede ponernos nuevamente en el camino a Nicea.
Después de todo, el problema Trinitario no se levantó de la nada. El intenso encuentro entre el cristianismo y otras religiones que están recién empezando en el mundo occidental van en aumento y pueden tocar el tema a aquellos que han leído esto hace tiempo: ¿Es Jesucristo de estatura igual con el Padre aunque se haya aparecido como hombre? ¿Su expiación por nuestros pecados se compuso en alguna forma, se comprometió por volverse carne y habitar entre nosotros? ¿Cuál fue la relación entre el Verbo y Dios el Padre?
Frases como «el siglo perdido» y «las dos Babilonias» han creado un prisma negativo que ha estorbado la vista de algunas personas respecto a la historia de la iglesia. Se necesita cautela para que las personas construyan una red histórica.
Atanasio resistió firmemente en Nicea la fórmula, «es en sus inicios el testigo más exacto al presente canon del Nuevo Testamento».[11] Eso debemos hacer por lo menos y detenernos a pensar cuando partimos a nuestro propio camino a Nicea. Los hombres de Nicea no eran ángeles. Eran seres humanos en un mundo humano. Pero algunos de ellos laboraron muy duro por mucho tiempo para clarificar cómo el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se relacionan con nosotros como un solo Dios. Muchos de ellos arriesgaron sus vidas por lo que ellos creyeron que era la verdad.
A la hora de la verdad, ellos se preocupaban por la salvación. Nosotros tenemos en esto mucho en común con ellos. Ciertamente cualquiera se puede adelantar a decir hoy que Cristo, el Logos, fue creado – Arrianismo – Podemos entonces reaccionar como Basilio el Grande y Gregorio Nacianceno pudieron haberlo hecho. Los defensores se levantaron por esas figuras falibles pero competentes que pisaron el camino rocoso a Nicea.
Neil Earle
[1] Edmund J. Fortman, El Dios Triuno: Un Estudio Histórico de la Doctrina de la Trinidad (Filadelfia: Westminster, 1972), 66. Este es un estudio muy leído y sistemático del asunto.
[2] Henry Bettenson, ed., Los documentos de la Iglesia cristiana, 2 ed. (Londres: Universidad de Oxford Universidad – Prensa, 1967), 35.
[3] Ignacio había exigido que Jesús era «primero pasible, luego impasible». Justino había causado alguna controversia afirmando que Cristo era «de Dios». Estas declaraciones podrían interpretarse mal. Mostró la necesidad en la teología de la iglesia de ponerse más sistemático si fuera posible para hacer un avance en la cultura helenística.
[4] Henry Bettenson, ed., Los primeros Padres cristianos (Oxford: Universidad de Oxford – Prensa, 1956), 232.
[6] A pesar de los armónicos políticos de Nicea y sus asociaciones con la Pascua en muchas mentes, es bueno recordar la sabiduría implícita del libro de Esther – aunque el nombre de Dios no se menciona, el Omnipotente está trabajando hábilmente a través de la intriga política para provocar su final. También Vea Hechos 4:25.28. Un principio relacionado afecta la transmisión del canon. «la solvencia de la disputa» ayudaría a ordenar de una simple ayuda, las escrituras inspiradas.
[7] William Barclay, El Evangelio de Juan, Volumen 1, Series del estudio diario de la Biblia (Filadelfia, Westminster, 1956), 12.3.
[8] Entre el más pertinente está 1 Corintios 12:4.6; 2 Corintios 13:14; Efesios 4:4.6; 1 Pedro 1:2; Judas 20-21. Gálatas 4:6 incluso se menciona «el Espíritu de su Hijo», una confirmación de otras escrituras que identifican a Cristo y al Espíritu como teniendo una posible relación más íntima; Romanos 8:26.27, 34; 2 Corintios 3:17.
[10] Este concilio es popular, pero erróneamente, creyó haber refinado el Credo de Nicea original. Lo que refinó la versión, ahora una parte del servicio eucarístico de algunas iglesias, es lo que muchos cristianos hoy llaman el Credo de Nicea pero que los estudiosos llaman el Credo Niceno-Constantinopolitano (o simplemente C). Sin embargo, los archivos del Concilio de hechura de Constantinopla no mencionan ningún credo. «La primera aparición de C es, de hecho, al Concilio de Calcedonia» en 451 (G.L. Carey,» el Credo Niceno», Nuevo Diccionario Internacional de la Iglesia cristiana, el rev. el ed., J.D. Douglas, [Zondervan, 1978], 707).
[11] «El Canon de la Escritura», Diccionario Oxford de la Iglesia cristiana, 2 ed., Cruce, F.L. y E.A. Livingstone, el eds. (La Universidad de Oxford – Prensa, 1983), 232.